La syrah
Sirad para los franceses, Shiraz para los productores del nuevo mundo, no importa cómo lo encuentre escrito en las botellas del vino, lo que no cabe duda es que es la variedad de moda.
Resulta muy adecuado que una uva con un perfume tan sorprendente vaya acompañada de una leyenda. ¿Fue San Patricio quien plantó las primeras vides en el monte Hermitage, en el Ródano, cuando se dirigía al monasterio de Lérins, junto al mar? ¿Pudo originarse la cepa Syrah en Persia y adoptar uno de los nombres de la ciudad de Shiraz? ¿O, simplemente, surgió en el norte del Ródano y allí se quedó?
Por desgracia para los románticos, parece que la última teoría es la correcta, aunque la cruda realidad no va a impedir que prefiera las otras historias.
La introducción de la Syrah en Australia no tiene tanto misterio. El escocés James Busby (1801-1871), conocido como el padre de la viticultura australiana, se estableció en Nueva Gales del Sur en 1824. En 1832, durante una visita de cuatro meses a Europa, acumuló más de cuatrocientos esquejes de vid. El de la Syrah fue uno de los que mejor se adaptaron a las condiciones más cálidas y secas de sus terrenos.
La Syrah muestra poca tolerancia al exceso y a la falta de calor. Brota tarde y madura entre principios y mediados de la estación. En un clima demasiado cálido madura muy pronto y demasiado. Es resistente a las enfermedades por naturaleza, aunque la podredumbre de los racimos pueden suponer un problema.
Esta vigorosa cepa necesita suelos poco profundos, rocosos y bien drenados para producir sus sabores más intensos.
Los racimos son medianos, cilíndricos, a veces alados, compactos. Los pedúnculos se lignifican rápidamente. Las bayas son ovoides, pequeñas, de un bello color negro azulado con pruina abundante. La piel es fina, pero bastante resistente. La carne es fundente, jugosa, de gusto agradable.
La Syrah desborra bastante tarde, su vigor es medio y su fertilidad bastante débil, ya que en poda corta los rendimientos sólo alcanzan los 30hl/ha. Para obtener más cosecha se conduce, generalmente, en poda larga Guyot (simple o doble). Pero si se quieren obtener vinos de calidad hay que resignarse a los rendimientos bajos y, en ese caso, los vinos tendrán elevada graduación.
Una uva tan rica en antocianinos productores de color como la Syrah soporta temperaturas de fermentación de 30-35ºC y una maceración de entre unos días y tres semanas para maximizar la extracción.
Sorprendentemente para un tinto, el Syrah joven huele a flores de perfume exótico, como claveles y violetas. A estos aromas hay que sumar el de humo de madera, además de frambuesas, zarzamoras y grosellas negras.
En Australia, los sabores son más cremosos y de chocolate, con un carácter afrutado de grosellas negras y guindas.
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