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Reportaje:

Escenarios muy lejos de casa

Idioma y estilos musicales no impiden que muchos músicos vascos se prodiguen en actuaciones en el extranjero

A un músico vasco no le hace falta llamarse Álex Ubago ni formar parte de La Oreja de Van Gogh para tocar con cierta regularidad en el extranjero. Superventas como Extremoduro o Fito & Fitipaldis no se atreven o no encuentran la oportunidad de dar el salto. En cambio, destacan casos como el de Zaharregia, Txikiegia Agian, con un nivel de ventas y popularidad muchísimo menor, incluso en Euskadi, donde muchos ciudadanos no acertarían a precisar si se trata de un grupo musical, una compañía de teatro o el título de un filme, pero cuyo nombre figura en las agendas de promotores extranjeros que cuentan con ellos con cierta frecuencia.

Zaharregia, Txikiegia Agian, el proyecto que une al cantautor Mikel Urdangarin, el escritor Kirmen Uribe, los músicos Bingen Mendizabal y Rafa Rueda, y el ilustrador Mikel Valverde, concluyó recientemente una serie de cinco recitales en EEUU (en concreto, en Berkeley, Nevada, San Francisco y Nueva York). Antes actuó en Alemania, y planea plantarse en breve en Irlanda.

Quienes suelen contar con más espectadores son los intérpretes más cercanos al 'folk'

Otro ejemplo es Amaia Zubiria, quien ofreció dos recitales en México el mes pasado. O el de Pin Pan Pun Band!, que hace dos semanas cerró en el teatro nacional de La Habana una gira de 12 conciertos en México y Cuba.

Alaitz eta Maider pasaron hace poco por Buenos Aires, y el pasado día 26 hicieron sonar la trikitixa y el pandero en el teatro El Galpón de Montevideo. En septiembre, Tapia eta Leturia hicieron lo propio en Suiza, Austria e Italia, y ayer repitieron repertorio en París.

Ruper Ordorika estuvo hace poco en Salzburgo, mientras Atom Rhumba recalaba en las localidades francesas de Chateaulin y Guingamp y, tras tocar en julio ante miles de espectadores en el Fuji Rock Festival de Naeba, ultima los preparativos para regresar en noviembre a Japón con una gira más extensa.

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Los estilos no son, por tanto, una traba para desplazarse, ya que entre los aludidos hay quien recita poemas en escena, quien mantiene la llama del folclor, quien funde el rock and roll con la música negra,... Y de todos ellos, sólo el cuarteto bilbaíno Atom Rhumba canta en inglés. El resto se expresa en euskera, lo que rompe con el viejo mito de la barrera idiomática como obstáculo para cruzar fronteras.

"Muchos grupos que cantan en euskera han realizado salidas, sobre todo a Europa. Sagarroi, Skunk, Su Ta Gar y EH Sukarra, en una gira conjunta. Etsaiak ha hecho giras por México y Cuba. Inoren Ero Ni, con tres de los Bap!, que también hicieron sus presentaciones en Europa, preparan lo que será su gira europea en diciembre. Y Sagarroi también planea un viaje a Francia y Suiza", adelanta Jitu, del sello Metak, sobre la actividad de sus artistas.

Dentro del enorme panorama independiente de una industria musical vasca desprovista de multinacionales, destaca el caso de Fermin Muguruza. En tiempos de Kortatu ya iba cada año de gira a Francia, Suiza, Italia, Alemania, Holanda y Polonia. Sus discos posteriores se han editado en más de una quincena de países lo que, unido a su distribución en varios más, permite que sus giras incluyan escalas en Europa, América y Asia. Recientemente actuó en Amsterdam junto a Anari, Inoren Ero Ni y Gailu.

Quien también fuera vocalista de Negu Gorriak llena pabellones a miles de kilómetros, como en su día hacían los alaveses La Polla Records en países como México, Argentina, Chile y Colombia. "Eran considerados los Sex Pistols de lengua castellana en América del Sur", apunta Jitu. Otros se tienen que conformar con los aplausos de aforos más reducidos, muchas veces en las Euskal Etxeak repartidas por el mundo, suerte de alejados txokos donde se reclaman "aquellas músicas que más tienen que ver con esa nostalgia que rezuma el mercado de la diáspora", concreta Anjel Valdés, director de Elkar.

Esa nostalgia justifica que su parroquia más fiel en América sea "el público vasco que vive allá, en su mayoría descendientes de emigrantes que miran con añoranza la tierra de sus antepasados". Ello explicaría su preferencia por la música tradicional, más que por el rock y otros estilos.

Quienes suelen contar con más espectadores son, precisamente, los músicos que tratan de perpetuar o actualizar la raíz musical vasca y son solicitados en festivales de música folk, de world music, donde ritmos e instrumentos autóctonos son muy apreciados, aunque en esos foros el entusiasmo del emigrante sea sustituido por el ánimo de contemplar algo un tanto exótico del extraño. En las últimas semanas, Kepa Junkera, ganador este año del Grammy al Mejor Álbum Folk, ha participado en festivales británicos (EastLeigh, Simouth) y noruegos (Stavanger), y ha tocado su acordeón diatónico en Chicago, Bloomington, Reno y Washington. Ibon Koteron también ha actuado en el Festival de Stavanger, y Oskorri ha tocado en Portugal y el 24 de noviembre lo hará en Londres.

El largo alcance de las discográficas

Si los artistas vascos son contratados en el extranjero es porque su música grabada también llega hasta esas latitudes. Internet ha hecho saltar por los aires muchísimas barreras, la mayoría de los discos se pueden adquirir ya desde cualquier parte del mundo, y sellos como Elkar, en activo desde 1975, han visto cómo sus ventas a través de la red han crecido un 30% en los últimos dos años. Sin embargo, aún suponen un pequeño porcentaje sobre el total facturado y, por supuesto, el deseo generalizado es editar y distribuir los lanzamientos en el mayor número de países posible, estar en sus tiendas, aunque sea en cantidades que para una empresa multinacional supondrían un sonado fracaso.

La propia Elkar distribuye pequeñas cifras de discos en Corea del Sur, Taiwan, Finlandia, Bélgica, Holanda, Alemania e Italia. En Francia ( a través de L'Autre Distribution) y Gran Bretaña (Cube Roots) mueve, sobre todo, discos de Oskorri, Alboka, Ibon Koteron, Kepa Junkera y Oreka TX. En Japón (Ahora Corporation) se sienten más atraídos por "cantantes y grupos de rock folk progresivo, como Itoiz e Izukaitz". Y en lo referente al mercado americano, además de enviar material a las casas vascas, en 2003 vendió 700 piezas de catálogo, 450 de ellas de Benito Lertxundi, a la distribuidora canadiense Pelleas.

Mientras, Oihuka ha licenciado en Chile, Argentina y otros países de su entorno casi toda la discografía de La Polla Records, Kortatu, Cicatriz, M.C.D. y Soziedad Alkoholika, aunque "las ventas ni se aproximan a las de Ubago y La Oreja de Van Gogh", precisa Ritxi Aizpuru, director del sello.

Gaztelupeko Hotsak reconoce que no cuenta con "distribución estable en el ancho mundo", pero el sello está negociando con empresas italianas y francesas, ha llegado a acuerdos con una firma inglesa especializada en folk, y una distribuidora japonesa le ha realizado "un pedido importante" de discos de folk, jazz y blues. "Por otro lado, los grupos, cuando salen, llevan discos y los venden en los conciertos", recuerda Xarra Azkarate.

Tampoco hay que olvidar los casos de Discos Suicidas, sello vizcaíno con sucursales en México y Argentina. Ni el de Gor, que distribuye en Francia el último trabajo de Berri Txarrak a través de Productions Speciales.

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