"Aprendemos a disfrutar de la diversidad de la gente"
Le influyeron Chéjov y Camus, por ejemplo, pero quien de veras hizo al autor de Intimidad y Mi hermosa lavandería, el británico de origen paquistaní Hanif Kureishi, fue su padre, un escritor frustrado que le robaba horas al sueño para escribir novelas que nunca pudo editar. De adolescente, el novelista Kureishi, que ahora tiene 50 años, sólo quería hacer cosas solo, o a lo sumo con su padre. Éste murió hace una década, y el hijo, que jamás ha dejado de escribir de una manera u otra sobre él, aborda su historia en el libro My ear at his heart. Reading my father (Mi oído en su corazón. Leyendo a mi padre, que acaba de aparecer en inglés y que será publicada próximamente por Anagrama, la editorial española de toda su obra). Kureishi ha estado estos últimos días en Deiá (Mallorca), participando en el encuentro Tertulia@Deiá, promovido por el editor y librero británico Simon Finch. Allí hablamos con él; tenía en sus brazos al menor de sus tres hijos, Kier, de siete años, su principal preocupación durante la entrevista. Padre e hijo: la historia continúa.
"Mi último libro son historias sobre la infancia de mi padre, muchas desconocidas"
"Gran Bretaña es una especie de laboratorio de la inmigración, como España o Italia"
Pregunta. Ya tiene cincuenta años. ¿Cómo ve el próximo medio siglo?
Respuesta. Seguiré trabajando. Tengo muchos proyectos. Una novela, un guión de cine, un documental sobre camareros indios, he escrito voces para música clásica, y trabajo con un compositor que las acompaña... Sigo vivo y moviéndome hacia delante.
P. ¿Y en términos personales?
R. Me ocupo de mis hijos, estoy con ellos, me gusta pasar el rato con ellos, caminar por el barrio... Soy bastante vago.
P. ¿Y cómo será el mundo?
R. Me interesa mucho la aparición del islam extremista... Es algo que me ha sorprendido mucho: el choque entre varias formas de fundamentalismo... Ésa parece que es la forma en la que está hecho el mundo ahora... He escrito mucho sobre fundamentalismo... Fui consciente de ello por primera vez cuando estuve en Pakistán, en los ochenta... Por primera vez vi lo que suponía vivir en una teocracia: un Estado político basado en los principios del islam, eso me impresionó mucho... En el 89 se produjo la fatwa contra Rushdie: me di cuenta de que esta tendencia se imponía en el mundo.
P. ¿Y cómo se puede parar esa tendencia?
R. En todo mi tiempo de vida el mundo ha estado dividido en dos, capitalistas y comunistas... Ahora está dividido entre capitalistas y musulmanes. Parece muy importante que exista esta división de ideologías: lo parece para los estadounidenses y lo parece también para los musulmanes... Se hace difícil imaginar un mundo en el que esto no sea así: estos dos bloques son muy importantes el uno para el otro. Como escritor no puedo predecir lo que va a pasar en el futuro, sino contar historias sobre lo que estas divisiones suponen en la vida de la gente.
P. Usted se hizo adulto bajo el dominio conservador de Margaret Thatcher. ¿Cómo vivió esos años, cómo influyó aquel laboratorio del liberalismo?
R. Lo más interesante es cómo el país ha cambiado desde el punto de vista racial. El Reino Unido tenía colonias inmensas que fueron sustituidas por la inmigración. Cuando yo era un chaval, en los cincuenta, Inglaterra era más bien blanca, y lentamente empezó a cambiar, y hemos tenido ola tras ola de inmigrantes, primero del sureste asiático y ahora del este de Europa. Y esto ha resultado muy creativo; gran número de escritores británicos, como yo mismo, o Rushdie, o Zadie Smith, o Ishiguro, tenemos nombres asiáticos o de otros continentes... O sea, que nuestra cultura ha evolucionado con la inmigración... Y sí, Gran Bretaña es una especie de laboratorio de la inmigración... Como les está pasando ahora a otros países europeos, España, Italia, etcétera... Esto sugiere cuestiones muy interesantes para mí sobre la raza, la identidad, la xenofobia, y sobre cómo aprendemos a disfrutar de la diversidad de la gente.
P. ¿Cómo ha vivido usted, como ciudadano, como intelectual, el apoyo de Blair a la guerra de Bush contra Irak?
R. Como mucha gente en Gran Bretaña, me sentí muy alarmado por el amor y la fidelidad de Blair a Bush; muchos no lo entendimos, y pasamos a sentir gran admiración por Schröder o por Chirac... Ha sido devastador para los que estamos en la izquierda, porque Blair había sido nuestra esperanza cuando ganó las elecciones en 1997. Era un tipo inteligente, moderno, y luego se identificó con un líder fundamentalista... No conozco a nadie que sienta ya afecto por él... La izquierda está empezando a reagruparse, veremos qué pasa con Gordon Brown
[el posible sucesor de Blair].
P. Usted ha escrito textos muy emocionantes sobre su padre, y ahora escribe un libro sobre él. ¿Cuál es su sentimiento ahora?
R. Supongo que yo quería ser como él. Pero al mismo tiempo él no tuvo éxito como escritor: el que siento es un mensaje doble, por un lado estaba obsesionado por una actividad, pero esa actividad no le reportaba ningún éxito. Sí logró hacerme ver que es posible ser un artista, vivir una vida creativa. Pero es muy difícil ser un buen padre. O estás demasiado cerca o te mantienes a demasiada distancia. Mis sentimientos sobre mi padre cambian todos los días. A veces me parece un tirano, a veces me parece un buen hombre; mi impresión de él nunca está quieta; nunca hay una sensación de cierre.
P. En un sentido positivo, parece que usted se ha vengado del fracaso de su padre...
R. Sí, esto es lo que quería mi padre, pero lo quería para sí... Supongo que eso es lo que hacen los padres, te enseñan un camino para el futuro. Yo era un loco, no sabía lo difícil que era ganarse la vida como escritor; ahora me doy cuenta de que esto es un sueño verdaderamente loco... Pero es un buen trabajo...
P. ¿Cómo vivió su padre su éxito como escritor, con alegría o con cierto resentimiento?
R. Él creía que sus libros eran mejores que los míos, aunque los míos estuvieran publicados y los suyos no. Me encontraba frívolo, superficial, porque escribía sobre hippies, drogas, sexo...; él era más profundo y filosófico. A mí me complació que mantuviera la dignidad, que nuestra relación no cambiase, que él siempre fuera más importante que yo.
P. ¿Cómo nació el libro en el que usted cuenta esa relación con su padre?
R. Encontré tres novelas suyas; las leí, y empecé a tomar notas sobre lo que suponía encontrar estas cartas de un muerto. Fue una experiencia emocionante, difícil, complicada... Son historias sobre la infancia de mi padre, muchas de ellas desconocidas para mí. Su infancia fue más dura que la mía, aunque su familia tuviera mucho más dinero que la nuestra. Creo que él se sentía desatendido por su propio padre e intentó ser un padre muy presente.
P. ¿Encontró similitudes entre su escritura y la de su padre?
R. A los dos nos gusta la sencillez, rechazamos el lenguaje muy elaborado...
P. ¿Cómo es usted como padre?
R. Muy indulgente y muy impaciente. Dejo que los niños hagan lo que les da la gana hasta que me harto y les doy un grito. Pero disfruto mucho de ellos.
Babelia
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