El 30% de los productos de Mercabarna cubren demandas de la inmigración
El 30% de los productos que se comercializan en Mercabarna, el mercado central de Barcelona, se importam para cubrir específicamente las demandas de la inmigración y de los restaurantes exóticos de la capital catalana. Actualmente, en Mercabarna pueden encontrarse más de 800 productos, entre envasados y frutas y hortalizas, tales como algas chinas, yuca, los ingredientes que componen el cuscús, Meca-Cola, leche de coco y tahina (harina de semillas de sésamo).
Mientras que los productos frescos pueden encontrarse en el mercado de frutas y hortalizas, los envasados se comercializan en el Pabellón Polivalente, de Mercabarna donde operan una decena de mayoristas que distribuyen sus productos a detallistas y restauradores de Barcelona.
El responsable del Pabellón Polivalente, Josep Faura, explicó que se está notando un incremento en la venta de productos exóticos en paralelo con el crecimiento de la inmigración, aunque no pudo ofrecer datos de evolución dado que "aún son minoritarios" y "no están censados estadísticamente".
En enero del año 2004, la población inmigrante en Barcelona ascendía a 202.489 personas, el 12,8% de los residentes en la ciudad. De los extranjeros, el 44% eran de origen latinoamericano, frente al 8% de ciudadanos marroquíes.
La mayoría de los productos, comentó Faura, los compran inmigrantes que regentan pequeños comercios o restaurantes, aunque crece el porcentaje de empresarios autóctonos que optan por introducir productos exóticos en sus propios negocios.
Musulmanes y judíos
Las demandas de la población extranjera con relación a la alimentación se traducen también en nuevas prácticas en el matadero de Mercabarna, donde de los 1.700 terneros sacrificados cada semana, 200 lo son siguiendo los rituales halal (musulmán) o kosher (judío), con una previsión al alza para los próximos años. Los creyentes de estas religiones sólo consumen carne procedente de animales que hayan sido sacrificados siguiendo ciertos preceptos. De acuerdo con los rituales de ambas religiones, el animal debe dejarse desangrar.
En el caso musulmán, el ternero o cordero debe ser degollado con la cabeza orientada hacia la ciudad santa de La Meca, mientras que los judíos creyentes precisan de un rabino, que supervisa el acto y, tras degollar al animal, realiza una palpación de las vísceras.
El matadero de Barcelona adquirió a finales del año 2003 un cubículo ritual para efectuar este tipo de sacrificios que permite inmovilizar el animal reduciendo su sufrimiento y mejorando las condiciones sanitarias.
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