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LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

EE UU mantiene su rechazo

La Administración que preside George Bush no se dejó ayer impresionar por la ratificación del Protocolo de Kioto por Rusia. Washington insiste en que no cambiará de postura sobre el tratado para la reducción de los gases de efecto invernadero porque considera que "no es una buena cosa para EE UU", aunque respeta la opción de los países "si consideran que va en su interés nacional". "No vamos a modificar nuestra postura, nuestra oposición se mantiene", señaló un portavoz oficial.

En 1990, el año base de control de las emisiones en el protocolo, EE UU emitía el 36,1% del total de gases de efecto invernadero de los países desarrollados. Aguijoneado por estas inmensas cifras, el presidente demócrata Bill Clinton firmó en 1998 el protocolo y se comprometió a reducir un 7% sus emisiones de gases de efecto invernadero sobre el nivel de 1990, en 2008-2012. Pero el compromiso estaba sujeto a la aprobación del Senado, donde Clinton se topó con un importante muro político contrario a su iniciativa. A finales de 2001, la Administración Bush optó por retirarse, entre otros motivos, con el argumento de que Kioto provocaría la pérdida de 4,9 millones de empleos en EEUU. Bush empezó por pedir a los científicos del país una evaluación del cambio climático y el grupo de alto nivel que realizó el estudio concluyó que era real y una amenaza seria.

Washington desde entonces admite el problema pero mantiene que se pueden lograr resultados mejores con un plan alternativo a Kioto que pretende fomentar las energías alternativas y aplicar nuevas tecnologías más limpias. Dicho plan no contempla la reducción de un porcentaje de emisiones, como especifica Kioto, sino de intensidad (en un 18%), un parámetro que relaciona emisión con producción. El efecto, según los expertos, dejará al país lejos del 7% de reducción que aceptó en Kioto en 1997.

Para el candidato demócrata en las elecciones presidenciales John Kerry el protocolo de Kioto "tampoco es la respuesta". "Las reducciones de emisiones a corto plazo que exigirá a Estados Unidos son imposibles de cumplir y las obligaciones a largo plazo que impone a todos los países son demasiado poco importantes para resolver el problema", ha escrito Kerry, quien, con todo, defiende una "alternativa más eficaz y justa".

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