Londres se dispone a apoyar con tropas la ofensiva de Washington sobre Faluya
La oposición británica advierte del peligro de desplegar fuerzas dentro del 'triángulo suní'
El primer ministro británico, Tony Blair, se dispone a trasladar tropas desde la zona relativamente pacífica de Basora a la zona caliente del llamado triángulo suní. El Pentágono no ha confirmado que haya pedido ayuda al Reino Unido para tener apoyo directo en su ofensiva sobre el bastión insurgente de Faluya, pero el Ministerio de Defensa británico confirmó que está examinando los planes de contingencia de ese despliegue. La oposición tory no se declaró contraria a ese movimiento, pero advirtió de sus peligros y exigió que sea controlado por el Parlamento.
El envío de tropas a la zona más caliente de Irak supone un contratiempo político para Blair cuando el país se prepara para unas elecciones legislativas que se esperan para mayo próximo. Aunque esas tropas -que en ningún caso pasarían de los 650 soldados- no se desplegarían en las zonas de combate, sino que actuarían de apoyo a las de Estados Unidos, el redespliegue supone enviar un mensaje muy negativo acerca de la situación en Irak, al tiempo que aumentan las posibilidades de que el Ejército británico sufra bajas mortales al asentarse en una zona donde se producen numerosas emboscadas y atentados de los insurgentes.
Hasta ahora los británicos sólo han tenido que lamentar 68 muertes en Irak, una cifra relativamente baja al lado de los 1.062 muertos contabilizados por las tropas de EE UU. Desde que empezó la guerra, en marzo de 2003, los británicos han estado al cargo de la zona de Basora, al sur del país, con mayoría chií y mucho más pacífica que el triángulo suní o el norte de Irak, aunque en los últimos meses ha visto aumentar la violencia.
Los tories expresaron ayer algunos reparos a ese despliegue, aunque no se opusieron de manera frontal. El portavoz del Partido Conservador para asuntos de Defensa, Nicholas Soames, se mostró particularmente preocupado por las condiciones en las que deberán actuar las tropas británicas en una zona en la que estarán bajo el mando directo de EE UU. Aunque el despliegue en sí mismo es una decisión del Gobierno, Soames exigió que el Parlamento discuta los detalles de la relación entre ambos ejércitos. "Las reglas de combate deben estar muy claras porque pueden ser diferentes de las que el regimiento haya podido aplicar en Basora", declaró a la BBC.
La posibilidad de que se desplieguen tropas británicas al sur de Bagdad fue adelantada ayer por el diario The Guardian y confirmada por el Ministerio de Defensa al admitir que se están estudiando los planes de contingencia de ese despliegue, aunque advirtieron que no hay ninguna decisión tomada. Fuentes militares citadas por el diario apostaban porque el despliegue acabe confirmándose y señalaban que, en el caso de que se autorice, se produciría "con rapidez".
Según los medios británicos, las tropas se desplegarían al sur de Bagdad y relativamente cerca de la ciudad de Faluya. Su presencia allí tendría como objetivo apoyar a las fuerzas de EE UU en su ofensiva para controlar Faluya y otros puntos calientes del triángulo suní con el objetivo de pacificar la zona con vistas a la celebración de elecciones en Irak, previstas para enero. Sin embargo, las tropas británicas harían labores de apoyo al Ejército de EE UU, sin participar en la primera línea de fuego, según las fuentes militares anónimas consultadas por The Guardian.
Las tropas con más posibilidades de ir a la zona están adscritas al regimiento escocés Black Watch, lo que ha provocado las iras de los independentistas del Partido Nacional Escocés (el SNP en sus siglas en inglés), la mayor fuerza de la oposición en el Parlamento de Escocia. El SNP exigió semanas atrás la retirada de todas las tropas escocesas desplegadas en Irak y apoya los intentos de un grupo de diputados del Parlamento de Westminster de destituir a Tony Blair de su cargo de primer ministro.
Ataques contra iglesias
Cinco iglesias cristianas de Bagdad fueron atacadas ayer en atentados casi simultáneos con bombas artesanales, al principio del mes sagrado para los musulmanes del Ramadán, informa la agencia France Presse. Se trata del segundo ataque contra templos cristianos aunque, a diferencia de lo que ocurrió el 1 de agosto cuando murieron 10 personas, en esta ocasión no se han producido víctimas mortales. El 3% de los 24 millones de iraquíes son cristianos y, hasta los atentados suicidas del pasado verano, no se habían producido este tipo de ataques sectarios.
Mientras, el Ejército estadounidense anunció ayer la muerte de cuatro soldados y de un traductor iraquí en dos ataques suicidas en el oeste y el norte de Irak. Tres militares murieron cuando un coche impactó contra el convoy en el que viajaban, mientras que un cuarto militar falleció ayer de sus heridas tras haber sufrido el viernes un ataque similar en Mosul, en el norte.
Poco antes de la medianoche, hora española, el mando estadounidense informó de que dos helicópteros se habían estrellado al suroeste de Bagdad con el resultado de dos soldados muertos y diez heridos. Las causas de la caída de los aparatos no fueron aclaradas.
Por otra parte, el Ejército estadounidense ha puesto bajo investigación a una unidad de reservistas que se negó a llevar un convoy de gasolina al norte de Bagdad al considerar que la misión era demasiado peligrosa, informó el Pentágono. Algunos de ellos lo calificaron como "una misión suicida".
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