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La hermana de Braulio

Almudena Grandes

Braulio está muy contento de volver a ver a su hermana. Tanto, que en el mismo portal dejó las maletas en el suelo para abrazarla otra vez, con la misma fuerza que cuando se encontraron en el aeropuerto, y después en el parking, y luego al bajar del coche. Mirta es la niña de sus ojos, la más pequeña de una familia de seis hermanos y la única que ha seguido sus esforzados pasos hasta la universidad. Es verdad que ellos dos, el primero y la última, lo tuvieron mejor que los demás. Él, porque fue estrenando gastos que su padre, un modesto empleado de la Administración ecuatoriana, no podía afrontar con todos sus hijos. Ella, porque nació con retraso, ocho años después del que parecía el benjamín definitivo, y al acabar el colegio era ya la única que seguía viviendo en la casa familiar. Pero también es verdad, piensa Braulio ahora al mirarla, que los dos han sido los más valientes, los más responsables, los más trabajadores de la familia. Por eso, él llegó a licenciarse como estomatólogo sin dejar de trabajar en una cafetería por las noches, y Mirta, tan joven aún, es ya historiadora, con un expediente tan brillante que le ha valido una beca de doctorado en la Complutense de Madrid.

Braulio está muy contento de ver a su hermana, muy contento de tenerla en su casa, muy contento de vivir con ella los dos próximos años y quién sabe si no más, si no encontrará aquí un novio, o un trabajo, o un motivo para quedarse toda la vida. Él vino a Madrid hace ya casi cuatro años y le ha ido muy bien, mejor de lo que esperaba. Por eso, le explica a Mirta, hace unos meses alquiló otro piso, justo debajo del que está pagando poco a poco, para instalar su consulta.

-Y menos mal -le dice cuando termina de enseñárselo todo-, porque si llegas a venir hace un año, no hubiera tenido una habitación libre para ti. Habrías tenido que dormir en el sofá…

-Me habría dado igual -Mirta sonríe, se acerca a su hermano, le besa en la cara, ella también está muy contenta de volver a verle-. Este lugar es muy lindo.

-Sí. Yo creo que es un buen sitio para vivir.

Lo cree de verdad, y sin matices. Está absolutamente seguro de lo que dice, tanto que ni siquiera siente la necesidad de razonar sus palabras. Pero Mirta tiene quince años menos que él, y muchísima más curiosidad.

-Dime una cosa, Braulio -dice mientras le ayuda a preparar la cena-. España… ¿cómo es?

-Pues… ¿cómo quieres que sea? -su hermano la mira como si no la entendiera-. Un país. Europeo. Rico. Con gente… ¿Yo qué sé?

-No, pero me refiero a otra cosa -Mirta frunce el ceño, busca las palabras, se sienta a la mesa muy despacio-. Verás… Cuando los gringos anunciaron que iban a invadir Irak, España era un país duro, ¿no?, partidario de Estados Unidos, con esa ministra que llevaba esos pañuelos tan grandes de colores y que era la que más chillaba en la ONU, y Aznar haciéndose fotos con Bush, y eso… Y entonces, los diarios decían que la gente acá no estaba de acuerdo con la guerra, pero que el partido de Aznar iba a ganar las elecciones igual… Todo eso. Y luego pasó lo del atentado de marzo. Y Zapatero ganó las elecciones. Y España se convirtió en todo lo contrario de lo que era, pero en todo lo contrario, por lo menos para mí, por lo que yo he visto en la tele. Zapatero va a la ONU a hablar de la paz, y de que hay que acabar con el hambre, y terminar la guerra de Irak, ¿no?, y los españoles, tan contentos. Y ahora los diarios dicen que la ventaja que los socialistas le sacan a la derecha es la misma o más que la que la derecha le sacaba a ellos hace un año. Y lo que yo quiero saber… España, ¿cómo es? O ¿qué es? Quiero decir, por encima de las tragedias y de las casualidades… ¿Es lo de antes o es lo de ahora?

Braulio no sabe cómo responder a esa pregunta. Por eso deja de masticar, aparta los cubiertos de su plato, mira al mantel, se concentra y lo primero que le sorprende es no haber pensado en eso él mismo, nunca antes.

-Es difícil responder a eso, ¿sabes? -dice al cabo de un rato-. Muy difícil. Porque lo que tú dices es verdad, pero para los que vivimos aquí, todo ha sido lógico, natural, comprensible… Yo soy ecuatoriano, y sin embargo… No sé. Yo creo que España es las dos cosas a la vez. Lo de antes y lo de ahora.

-Eso es imposible.

-No, es posible -Braulio sonríe a la perplejidad del rostro de su hermana, y se siente más extranjero que nunca, pero un poco español a la vez, y por primera vez en su vida-. Y no sólo eso. Es la verdad.

-¿Y entonces…? -ella deja la pregunta colgada en el aire, como si no supiera cómo terminarla.

-Entonces, cruza los dedos, Mirta.

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Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.
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