Washington y Bruselas llevan a la OMC la pugna por las ayudas a Airbus y Boeing
El comisario europeo tilda de ilegales las subvenciones de EE UU al fabricante de aviones
Estados Unidos optó ayer por abrir un nuevo conflicto comercial con la Unión Europea al denunciarla ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por los subsidios públicos que concede al fabricante aeronáutico Airbus, el principal rival de la estadounidense Boeing. Bruselas aceptó el guante lanzado por Washington y pidió consultas sobre lo que Pascal Lamy, comisario de Comercio, calificó de "subvenciones ilegales a gran escala a Boeing". Se trata de una de las mayores disputas comerciales en la historia de la OMC.
Washington pone con esta decisión fin a más 12 años de entendimiento, por el que ambas partes se toleraban cierto tipo de apoyos a su industria aeronáutica. Las últimas conversaciones para modificar el acuerdo bilateral de 1992 fracasaron la semana pasada. El representante de Comercio de EE UU, Robert Zoellick, dijo ayer que con este paso su Gobierno trata de preservar la "competencia" en el mercado aeronáutico. "Desde su creación hace 35 años, los europeos han justificado las ayudas a Airbus como necesarias para lanzar una industria que acababa de nacer", dijo Zoellick. "Si ese argumento era válido, ha pasado ya mucho tiempo".
Boeing apoyó sin fisuras el paso dado por la Administración que preside George Bush para poner fin a los subsidios a Airbus. El fabricante aeronáutico estadounidense, en boca de su presidente ejecutivo, Harry Stonecipher, añadió que "el acuerdo de 1992 no refleja las realidades del mercado" y señaló que se ha mostrado como "un instrumento inútil".
En Bruselas, la Comisión recibió el reto con indignación por estimar la denuncia estadounidense como una jugada política para las elecciones presidenciales en noviembre. El comisario Lamy respondió con su artillería pesada verbal, al definir la acción norteamericana como "un intento de desviar la atención sobre la autoinfligida decadencia de Boeing", que ha perdido su liderazgo en el sector ante Airbus, además de probar que "Estados Unidos nunca estuvo interesado en serio en renegociar el acuerdo bilateral de 1992" sobre grandes aviones de uso civil.
Ese pacto bilateral de no agresión permite a Boeing dirigir fondos públicos hacia programas relacionados con la defensa y la NASA, que se estiman en 23.000 millones de dólares (18.710 millones de euros)desde 1992. Se calcula además que la Administración de Bush concede a Boeing en torno a 200 millones de dólares, para poder exportar sus aviones en base una ley recientemente condenada por la OMC. Airbus, por su parte, está autorizada a recibir préstamos públicos para cubrir el 33% de los gastos de investigación y desarrollo de sus aviones, reembolsables en 17 años.
La Administración estadounidense, sumida en plena campaña electoral, empezó a poner en cuestión el acuerdo en julio y presionó a la contraparte europea bajo la amenaza de que acudiría a la OMC si no se ponía fin a lo que considera unas ayudas "injustas". El pasado 14 de agosto, el presidente Bush, durante una de sus intervenciones electorales, ya hizo pública esa amenaza si los Gobiernos europeos le seguían vertiendo préstamos a Airbus, que integran Francia, Alemania, España, Reino Unido y el consorcio EADS.
Estancamiento
Las ilusiones para cerrar el litigio al margen de la OMC, después de varios meses de estancamiento en las negociaciones, se desvanecieron del todo la semana pasada, tras el fracaso de la tercera reunión celebrada en septiembre en la capital comunitaria. Bruselas se sintió traicionada al ser llevada ante la OMC en pleno proceso negociador con Washington y tras una última reunión, el pasado 16 de septiembre, que la Comisión calificó de constructiva.
Zoellick, sin embargo, no vaciló a la hora de justificar su ataque: "Los agricultores estadounidenses, los trabajadores y las empresas podrán hacer frente a la competencia mundial siempre que lo hagan en un terreno de igualdad". "Poner fin a este acuerdo, refuerza nuestra idea de que ha llegado el momento de poner fin a estas subvenciones", remachó el representante de Comercio esperando que el nuevo conflicto se resuelva "para bien" con un acuerdo.
Las dos partes son conscientes de que existe el claro riesgo de que la OMC acabe por considerar incompatibles las ayudas que reciben tanto Boeing como Airbus, pero en Bruselas se considera que la firma de Chicago tiene más que perder que la de Toulouse. El eventual fin de las ayudas no afectaría al gigantesco Airbus A380, que espera volar en 2006, y en cambio podría dejar en tierra al 7E7 Dreamliner, cuya entrada en servicio está prevista para 2008 y con el que Boeing responderá a Airbus.
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