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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Reforma reformista

La reforma de la Ley de Calidad de la Educación (LOCE) que propone la ministra, María Jesús San Segundo, no es revolucionaria, sino reformista: suprime los aspectos más ideológicos o anacrónicos (como el tratamiento dado a la enseñanza de la religión) de la ley que aprobó el PP con la oposición de casi todos los otros grupos parlamentarios, mantiene y refuerza algunas buenas iniciativas de aquella norma (como lo relativo a la enseñanza de idiomas o el fomento de la lectura) y matiza algunas otras como la de los itinerarios. Además, introduce importantes novedades en relación a la educación cívica y a la atención a alumnos con dificultades. Lo que más cambia es el procedimiento: la búsqueda del consenso desde la participación de las comunidades autónomas y las instituciones representativas de la comunidad escolar.

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Es una propuesta abierta que deberá concretarse como resultado del diálogo. No es mala señal que la principal crítica de algunos consejeros del PP haya sido que "para esto no hacía falta cambiar la ley". No es del todo cierto, porque algunas medidas de la LOCE eran imposibles y otras demasiado deudoras de una visión poco realista de la comunidad escolar por parte del PP; pero que el consejero de la Comunidad de Madrid, punta de lanza de la oposición a la reforma, diga que ésta trata de "alcanzar los mismos fines" de la LOCE podría anunciar, más allá de la retórica, una disponibilidad para el acuerdo. Ojalá.

El debate sobre la enseñanza de la Religión vuelve, tras un largo recorrido, a parámetros racionales. Habrá una asignatura de enseñanza religiosa para los alumnos que lo deseen, y por supuesto no será evaluable a efectos de acceso a la Universidad o becas; y el estudio laico de las religiones no será una alternativa para quienes no quieran una enseñanza doctrinal o catequística, sino una materia que, por interesar a todos los alumnos, con independencia de sus creencias, se integrará como componente obligatorio de las áreas de Historia y Filosofía, y también de una materia nueva, Educación para la Ciudadanía: se trata de un desarrollo de lo que en la LOGSE se consideraba educación en valores como la paz, la igualdad de sexos o el respeto al medio ambiente, y que debía formar parte de los programas de diversas asignaturas.

Ahora se propone que sea una asignatura específica para evitar que su tratamiento en clase dependa de la voluntad del profesor. Al respecto, hay propuestas orientadas a potenciar la figura del tutor de cada grupo de alumnos. Será en esa asignatura donde se integrarán los compromisos del Gobierno en relación a la educación contra la violencia de género desde la infancia. También tiene importancia que se sustituya el criterio de una ley para un escolar tipo (el buen estudiante) y se prevean medidas de apoyo desde la enseñanza básica para alumnos con dificultades o situaciones especiales (inmigrantes incorporados a mitad de curso) desde la perspectiva de prever y evitar el fracaso escolar antes de que sea demasiado tarde.

La modernización de la enseñanza vino de la mano de la LOGSE. Algunas de sus medidas suscitaron críticas justificadas de la comunidad escolar. Tras un rodeo excesivo, se intenta volver a un planteamiento de reforma moderada que responda a esos problemas sin resucitar artificialmente problemas ya resueltos en la sociedad española.

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