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Reportaje:

Cuestión de voluntad

Directivos de centros públicos de Cataluña piden que se profesionalice su labor de gestión

Mar Padilla

Carles Mata es un hombre ajetreado. Es director de instituto. Eso implica que da clases, pero también que tiene reuniones con profesores, alumnos, jefes de departamento, padres, representantes del barrio, coordinadores e inspectores de Educación. Además, es responsable, con el apoyo de su equipo, de parte de la burocracia que genera la dirección de un centro, desde los datos de inicio de curso a los planes de evaluación.

Mata es también presidente de la Asociación de directivos de centros públicos de Cataluña (AXIA), que desde hace años reclama una mayor atención a la gestión y la organización de los centros. Sabe de lo que habla: lleva a sus espaldas casi 28 años de labor educativa, ha trabajado en cinco centros diferentes y actualmente está al frente del IES Salvador Espriu, de Barcelona, que tiene más de 600 alumnos, 61 profesores y cinco personas en el área de administración. Con este bagaje ha llegado a la conclusión que los equipos de dirección deben profesionalizarse para que la gestión de los centros funcione a la perfección y se pueda garantizar a los alumnos una enseñanza de calidad. Esta labor es, a su juicio, una de las reformas pendientes en el sistema educativo español.

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Pocos voluntarios

En Cataluña sólo el 40% de los directores se presentan al puesto de forma voluntaria, por lo que la administración debe decidir el 60% restante. Y son muchos los docentes que asumen la nueva tarea a regañadientes, porque saben que supone una importante carga de trabajo y responsabilidades y nulas ventajas. En cambio, en muchos países de Europa, donde se incentiva este tipo de labor, "hay bofetadas para asumir este puesto".

Una de los más importantes decisiones para mejorar esta situación fue la LOPEG (1995), una legislación que introdujo dos cambios: una acreditación para el puesto por medio de cursillos de formación o experiencia, y la presentación de un proyecto de dirección por parte de los aspirantes. Pero la normativa no fue acompañada de incentivos económicos o reducción de horas y tuvo escasa repercusión. "Los centros funcionan en virtud del esfuerzo del equipo directivo y el voluntarismo del profesorado, por lo que el resultado es aleatorio. Depende del compromiso personal de los que conforman un instituto, y la educación de los alumnos no se puede dejar en manos del azar", reflexiona Mata, quien advierte de que en la actualidad los directores carecen de las herramientas necesarias para responder a las demandas de la organización, "que en el fondo no es más que la demanda del alumnado", dice.

Para la asociación AXIA, el eje fundamental del verdadero funcionamiento de la dirección es una formación adecuada y que cada centro ponga en marcha su propio proyecto educativo. Para ello, piden una reducción de horas lectivas, cierta incentivación económica y mayor capacidad de decisión, porque, en su opinión, la dirección de los institutos es cada vez más compleja y requiere más atención. "No pedimos crear un cuerpo de directores, si no un acuerdo de proyecto común entre todos", advierte.

Según Mata, para este tipo de cambios no falta una nueva gran legislación. Recuerda que, desde el advenimiento de la democracia, la media española es de una nueva ley cada cinco años, - la LOECE de UCD; la LODE, la LOGSE y la LOPEG socialistas; la LOCE del PP, y ahora, su reforma por parte del gobierno de Zapatero-, "cuando en Gran Bretaña sólo hicieron dos grandes leyes a lo largo del siglo XX", dice. Pone como ejemplo que la LOGSE supuso un gran avance con la escolarización obligatoria hasta los 16 años pero dejó pendiente la modificación de la organización de los centros. Y eso se paga: desde esta asociación están convencidos que los magros resultados educativos de los alumnos de secundaria en España está, en parte, relacionado con la escasa organización de los centros.

Ahora es el momento, según estos expertos, de afrontar esta carencia: "Tenemos una oportunidad de oro para empezar a introducir cambios en la gestión de los centros, por el giro político en España y Cataluña", asegura Mata, quien opina, no obstante, que un director de un centro no debería renunciar a dar clases. "Yo creo que siempre es bueno tener contacto directo con el alumno", concluye.

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Sobre la firma

Mar Padilla
Periodista. Del barrio montañoso del Guinardó, de Barcelona. Estudios de Historia y Antropología. Muchos años trabajando en Médicos Sin Fronteras. Antes tuvo dos bandas de punk-rock y también fue dj. Autora del libro de no ficción 'Asalto al Banco Central’ (Libros del KO, 2023).

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