MCC conquista la ciudad prohibida
La cooperativa Mondragón prevé abrir 12 nuevas fábricas en China para 2008, que se unirán a las seis plantas actuales
"A principios de los noventa, cuando nuestros técnicos viajaban a las provincias chinas para realizar algún servicio o reparación, les requisaban el pasaporte a la entrada de las empresas y les decían: 'Tú no sales de aquí hasta que soluciones el problema'. Las condiciones de trabajo eran muy difíciles. Es increíble lo que han cambiado las cosas en este tiempo". Jesús Amézaga, director para Asia de Fagor Automation, empresa de Mondragón Corporación Cooperativa (MCC), habla con entusiasmo, en sus nuevas instalaciones en Pekín, de la trayectoria que ha seguido la compañía desde que hace 15 años se implantó en Hong Kong.
Las factorías chinas de Mondragón facturaron 27,5 millones de euros el año pasado y cuentan con una plantilla de 1.150 trabajadores
"A medio y largo plazo, es más arriesgado para los puestos de trabajo en España no estar aquí que estar", afirma Jan Borgonjon
"En el 2000 éramos 11 personas, ahora somos 40, y la facturación ha pasado de 2,5 millones de dólares a los 10 millones con que prevemos cerrar este año", dice. La empresa se instaló inicialmente en la ex colonia británica, "porque entonces era complicado abrir sede en el continente", y en 1991 creó una sociedad mixta con una compañía china "para asegurar la posible fabricación en el futuro. Ahora ya no hace falta tener socio. Así que desde el 2000 estamos en solitario. Nuestro plan es duplicar las ventas para 2008".
Fagor Automation es una entre las muchas cooperativas del grupo MCC presentes en China. La primera planta la abrió el fabricante de autobuses, Irizar, en 1994, en Tiajin. Fue la cabeza de puente productiva del grupo vasco en el llamado Imperio del Centro. Una década después, Mondragón tiene seis fábricas en el país, con una facturación conjunta de 27,5 millones de euros el año pasado y 1.150 empleados. Y, en conjunto, gana dinero, según asegura Germán Lorenzo, director de la región Asia-Pacífico del Departamento de Operaciones Internacionales de MCC. Además de autocares, produce aparatos para gimnasia (Shanghai Wingroup Leisure & Sports Equipment), ollas a presión (Shanghai Minidomésticos), tiendas de campaña (Ningbo East Wingroup Camping y Spring Wingroup Camping) y sistemas de seguridad para electrodomésticos a gas (Orkli Ningbo).
Planes ambiciosos
Su tejido chino se completa con oficinas de venta en varias ciudades de Danobat (máquinas herramienta), Copreci (componentes para electrodomésticos), Fagor Arrasate (prensas), Fagor Automation, Fagor Electrodomésticos y Fagor Industrial (cocina para colectividades). También cuenta con oficinas de compras de otras cooperativas en Shanghai, Shenzhen y Hong Kong, en esta última ciudad para los hipermercados Eroski.
Los planes de MCC para China son ambiciosos. Prevé abrir 12 nuevas fábricas para 2008, con lo que en total serán 18; es decir, un tercio del total que tendrá en el extranjero. Para entonces, el 15% de su producción en el exterior se realizará en este país, y de él procederán el 25% de sus importaciones. Los nuevos proyectos incluirán plantas de Wingroup, de aparatos de gimnasia, Orkli, Copreci, bicicletas Orbea y, a medio plazo, Mondragón Automoción.
La nueva sede de Fagor Automation en Pekín ocupa 1.700 metros cuadrados, en dos plantas, en un edificio construido hace décadas con la ayuda rusa. Gris por fuera (el color de Pekín), blanco por dentro, se encuentra en adaptación para dar cabida a la creciente actividad de montaje de equipos electrónicos. "Este año prevemos ensamblar aquí 2.000 visualizadores", dice Iñaki Bañuelos, que también reside en Pekín.
Mondragón exportó a China el año pasado por valor de 23,3 millones de euros -el 10,8% de las ventas en el exterior de producto industrial- e importó por 66,9 millones (el 11,2% de las compras industriales en el extranjero), unas cifras que, según las previsiones, van a seguir al alza.
Pero ¿qué llevó al grupo vasco a unirse a la danza del dragón chino? "Por un lado, vender en este país, donde hay oportunidades en sectores en los que está presente como máquina herramienta -de la cual China ya es el primer consumidor mundial- y componentes de electrodomésticos y automoción", explica Jan Borgonjon, presidente de la consultora Interchina y delegado de MCC en el gigante asiático. "Por otro, tener acceso a productos buenos y baratos. Y, finalmente, asegurar la competitividad de las compañías a largo plazo, ya que China va a experimentar un gran despegue en actividades en las que está Mondragón, y será un fuerte competidor".
Amézaga afirma que se instalaron porque para su actividad "tener una red internacional es fundamental". "Primero vendimos en España y Portugal, luego en Europa, luego en Estados Unidos. Esto nos obligó a ir abriendo oficinas. Luego vinimos a Asia, y al estar aquí, vimos la oportunidad de negocio".
Fagor Automation es suministrador de Danobat, otra de las cooperativas del grupo, aunque también tiene clientes asiáticos. "Taiwan y Corea del Sur son fabricantes importantes de máquinas herramienta, así que había que estar donde estaban ellos. El 50% de lo que fabrica Taiwan va a China", dice Bañuelos. El 95% de las ventas de la compañía se producen en el mercado chino, que en los últimos años ha crecido entre un 25% y un 40% anual.
"Para nosotros es un mercado vital. En la crisis de principios de los noventa, nos ofreció un balón de oxígeno. Lo mismo está pasando ahora", dice Amézaga. "Es un país estratégico. Por un lado para vender [su economía ha crecido en los últimos años a un ritmo del 9%-10% anual], por otro para comprar componentes, que luego ensamblamos localmente. La tendencia es comprar cada vez más piezas en China para enviarlas a España. De momento, sus niveles de calidad están por debajo de los occidentales, pero están dando pasos de gigante", añade el directivo.
Los responsables de MCC señalan que el objetivo es "convertir la amenaza china en oportunidad, y lograr una ventaja competitiva global, combinando las actividades de venta, compra y producción de forma sinérgica". "A medio y largo plazo, es más arriesgado para los puestos de trabajo en España no estar aquí que estar", dice Borgonjon. "Lo que no se puede hacer ante una amenaza es esconder la cabeza", señala Amezaga. "Y si no vienes tú, vendrán tus competidores", advierte Bañuelos. Mientras tanto, la larga experiencia del grupo en el país asiático permite, según Borgonjon, reaccionar "con calma" a la burbuja de entusiasmo, que, según reconoce, hay sobre éste.
Un ejemplo de las oportunidades que ha creado China para el grupo es su filial Wingroup Leisure & Sports Equipment, sita en Shanghai. En 1997 entró en la fabricación de aparatos de gimnasia para uso doméstico "sin experiencia previa", según cuenta su responsable, Juan Ángel García. Los artículos son destinados en su totalidad a la exportación a Europa y Estados Unidos. "Nuestros principales competidores son taiwaneses, que fabrican también en China", dice. La compañía va a construir una nueva planta el año que viene para multiplicar por dos o tres su facturación actual, que es de unos 11 millones de dólares.
La gran baza china es su competitividad, aseguran los directivos. Una competitividad que no sólo se deriva de los bajos costes laborales -en ocasiones hasta 20 veces inferiores a los occidentales, según MCC-, sino de la abundancia de mano de obra, que redunda en una menor automatización de los procesos industriales, con el consiguiente ahorro en maquinaria. A ello, hay que sumar los inferiores precios de inmuebles, materia prima, energía y terrenos. Sin olvidar, afirman, los incentivos de crédito y fiscales y las ayudas a la implantación.
Las dificultades, sin embargo, advierten en Mondragón, no son pocas. "Las principales están en la gestión de la empresa a la hora de tomar decisiones. Los chinos son muy fuertes para ejecutar el trabajo una vez que tienen claro lo que hay que hacer, pero para elegir las estrategias de cómo acercarse al mercado, tienen más problemas", dice José García, responsable de Irizar para China e India, quien reparte su tiempo entre los dos países. "Provienen de empresas estatales, donde nunca han tenido esas responsabilidades. Piensan que el mercado va a venir a ellos".
Competencia feroz
Por otro lado, la competencia es "feroz", afirma Juan Ángel García, de Wingroup. "Y cuando realizas todo el proceso aquí, como nosotros, la gestión es complicada. Las relaciones con la Administración son complejas. Al ser una empresa extranjera, siempre estás en el punto de mira fiscal y laboral", asegura. "Y en la zona de Shanghai, la rotación de personal es bastante alta porque hay muchas compañías implantadas".
La fuerte competencia local deriva también del hecho de que algunas empresas chinas piratean productos, otras no pagan impuestos ni Seguridad Social y algunas consiguen préstamos que no devuelven o terrenos gratis, según Borgonjon.
Otra de las dificultades, señalan los directivos de MCC, es la misma que viven todos los empresarios extranjeros en el país: las diferencias culturales. "Para el que viene de fuera, el choque es muy fuerte, la forma de negociar es muy diferente a Europa. Aquí las relaciones personales son muy importantes", dice Amézaga. "No puedes tener como objetivo hacer un negocio rápido. Las cosas van más despacio. Lo fundamental es la gente, el equipo humano. Éste ha sido el factor clave de nuestro crecimiento", dice Bañuelos. "Y por otro lado, la visión de las oficinas centrales no siempre encaja con la flexibilidad con que hay que actuar a veces", añade.
Uno de los retos a los que se enfrenta Mondragón en el futuro es la conveniencia, como están haciendo otras empresas, de realizar localmente labores de diseño y desarrollo. "Nuestro objetivo inicial es que este tipo de funciones se queden en casa. A nosotros nos falta dimensión, no somos lo mismo que General Electric o Siemens", dice Lorenzo, "pero quizá a medio plazo se puede pensar en la posibilidad de crear algún centro de desarrollo en China".
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