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VIOLENCIA EN IRAK

Al Sáder abre una grieta en el Gobierno

El clérigo radical se convierte en símbolo de la oposición al Ejecutivo nombrado por EE UU

El asedio que han mantenido durante tres semanas el Ejército de EE UU y las fuerzas de seguridad iraquíes contra Múqtada al Sáder en Nayaf ha convertido a este joven clérigo en el mayor símbolo de la oposición a la presencia de soldados extranjeros en Irak y ha abierto profundas grietas en el seno del Gobierno provisional. Los partidos chiíes tradicionales, presentes en el Ejecutivo interino apoyado por Washington, criticaron con dureza la ofensiva contra el Ejército del Mahdi, en lo que muchos ven como un movimiento para no perder terreno frente al clérigo radical chií Múqtada Al Sáder.

La salida negociada al cerco, lograda a través de la autoridad del gran ayatolá Alí al Sistani, ha significado, además, otro revés para los partidos chiíes presentes en el Gobierno interino y para el primer ministro, el chií Ayad Alaui.

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"Al Sáder se ha convertido en el símbolo más prominente de la oposición a lo que sus partidarios llaman la ocupación de Irak", afirma Husein al Shahristani, un científico chií cuyo nombre circuló en la primavera como posible primer ministro. Los partidos políticos chiíes tradicionales, Dawa y el Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak (CSRI), rechazaron los ataques en Nayaf de las fuerzas norteamericanas e iraquíes contra los seguidores al Sáder. "Dawa y el CSRI no quieren aparecer como los responsables de lo que ha ocurrido en Nayaf" durante las tres semanas de combates, afirma Shahristani. "Sus críticas debilitan al Gobierno", agrega.

Algunos incluso han visto en el cerco a Nayaf la prueba definitiva de que Washington mueve los hilos del Gobierno de Bagdad. El vicepresidente iraquí y líder de Dawa, Ibrahim Jaafari, se ha expresado contra del uso de la fuerza en Nayaf. El líder del CSRI, Abdulaziz al Hakim, afirmó que el uso de la fuerza era injustificado.

Tanto Dawa como el CSRI estuvieron en primera línea de la oposición a Sadam Husein, bajo cuyo régimen la mayoría chií sufrió una dura represión, y han apoyado los planes de Washington para el futuro de Irak. Las fuerzas de EE UU aseguraban que el Gobierno del primer ministro Ayad Alaui tiene la última palabra en la crisis abierta con Al Sáder; pero sólo el regreso de Londres del venerado clérigo ha logrado una salida de la crisis.

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Sin embargo, algunos grupos chiíes e incluso suníes dicen que los métodos que emplea Alaui demuestran que no es más que un títere en manos de Washington. "EE UU quiere que alguna gente con ciertas ideas dirija Irak", afirma Abdel Sattar Abdel Jabbar, de la Asociación Clerical de los Musulmanes Suníes. "Eso ya estaba claro antes, pero con la crisis de Nayaf, está aún más claro", dijo.

Miles de seguidores

Según Alí al Lami, del partido chií Hezbolá Iraquí, las amenazas que se lanzaron contra el clérigo demuestran que poco ha cambiado desde que Washington trasladó el poder al Gobierno provisional de Alaui a finales de junio. "Ahora tienen a alguien -el primer ministro y el Gobierno provisional- para otorgar algo de legitimidad a estas decisiones. Pero la decisión es estadounidense", afirmó. Fuera de la ciudad santa, Al Sáder cuenta con decenas de miles de seguidores, sobre todo en Basora, la principal ciudad del sur del país, y en la inmensa barriada chií de Bagdad, Ciudad Sáder, donde viven más de dos millones de personas.

"¿Por qué iba a abandonar el Ejército del Mahdi?", se preguntaba ayer en Nayaf en conversación con la agencia France Presse un seguidor del clérigo, Badr al Sadri, de 18 años, que había viajado desde Basora para sumarse a la milicia. "Cuando te enrolas, es para toda la vida y de todas formas, ¿qué más puedo hacer?", agregó."Terminaré mi labor ocurra lo que ocurra", afirmaba otro seguidor del clérigo, Mustafá, de 19 años, nacido en Ciudad Sáder.

Miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes patrullaban ayer el centro de Nayaf.
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