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Reportaje:

La carrera hacia el turismo espacial

EE UU y Canadá intentarán sendos vuelos suborbitales con financiación privada en dos meses

El anuncio de un equipo canadiense de que intentará conseguir el premio X Ansari, para el primer vehículo en realizar un vuelo suborbital con financiación y tecnología privadas, ha dado emoción al concurso, dotado con 10 millones de dólares. El proyecto Da Vinci intentará su primer vuelo, de los dos necesarios, el 2 de octubre, tres días después de que lo haga el estadounidense SpaceShipOne, hasta ahora el único aspirante con posibilidades. Mientras que éste último ya realizó un vuelo de prueba con éxito el pasado 21 de junio, los canadienses no han sacado todavía su cohete del hangar.

Los dos contendientes, si tuvieran éxito en el primer vuelo, tendrían que realizar otro más en el plazo máximo de dos semanas. El que primero lo lograra ganaría el premio. Las bases establecen también que los vuelos tienen que alcanzar los 100 kilómetros de altura (considerado el límite del espacio) y que los vehículos deben llevar, además del piloto, el peso equivalente al de dos pasajeros.

Ambos vehículos utilizan motores híbridos y se lanzan desde el aire
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El vuelo de prueba del SpaceShipOne el pasado 21 de junio cumplió con éxito estas condiciones, afirma este equipo, y batió el récord de altura para una misión espacial privada. Fue un vuelo suborbital, en el que el vehículo alcanza la velocidad suficiente para que, una vez que está ya sin propulsión, sus tripulantes experimenten unos minutos de ausencia de gravedad antes de iniciar la caída. Muchos especialistas en la exploración del espacio creen que habrá demanda para llevar turistas en este tipo de vuelos.

Ambos equipos tienen prisa porque el plazo para optar al premio expira el 1 de enero de 2005. El pasado 5 de agosto, Brian Feeney presentó en Toronto su vehículo, un misil que irá pintado de rojo y que pretende tripular él mismo, y anunció que había encontrado el mecenas que necesitaba para hacer el vuelo de prueba el 2 de octubre. El proyecto rival, el estadounidense SpaceShipOne, ha avanzado gracias a que ha unido a un avezado piloto y diseñador de aviones, Burt Rutan, con el multimillonario Paul Allen, cofundador de la empresa Microsoft, que lo ha financiado. Hasta ahora, el canadiense Da Vinci se había basado sobre todo en el voluntariado. Rutan ha tomado ya la decisión de que el próximo vuelo de su vehículo sea el que vaya a concurso y ha comentado que, por una parte, lo va a aligerar y por otra va a aumentar la potencia del motor, así como mejorar la capacidad de seguir una trayectoria más precisa.

En la prueba efectuada el 21 de junio, el piloto, el veterano Mike Melvill, tuvo que utilizar su experiencia para superar los problemas de control del vehículo que se presentaron en la trayectoria ascendente. Melvill reconoció tras el vuelo que había pasado mucho miedo. No se ha hecho público el nombre del piloto para las próximas pruebas.

El premio, dotado por la familia Ansari, cuenta con 26 equipos inscritos, varios de los cuales de fuera de EE UU, pero sólo los dos citados están en fase avanzada. Este verano han hecho pruebas otros dos equipos de EE UU, con resultados desastrosos.

"No estamos viendo grandes avances en física o en ciencia de materiales", ha dicho Peter Diamandis, director de la fundación del premio, con base en Saint Louis (Missouri). "De lo que se trata es de reducir el coste de la operación rutinaria en los vehículos espaciales". Rutan declaró a la BBC que da la bienvenida a la entrada en la competición del equipo canadiense Da Vinci y añadió: "Creo que es interesante que los que han llegado más lejos en esta carrera tienen el mismo tipo de motor y ambos se han decidido por el lanzamiento aéreo, porque el momento más peligroso de una misión espacial es el lanzamiento desde tierra".

Por su parte, el ex astronauta Rick Searfoss, que preside el jurado del premio, ha revelado que están trabajando para que los vehículos lleven una especie de caja negra que permita verificar que se han cumplido los objetivos fijados, de forma que "no quede duda para nadie".

SpaceShipOne es un pequeño avión espacial que es aupado hasta los 15 kilómetros de altura en la panza de otro. Luego, el vehículo enciende su motor y asciende hasta los 100 kilómetros de altura. Tras los pocos minutos de vuelo en que se experimenta ausencia de gravedad, el avión baja planeando y aterriza normalmente.

El cohete del Da Vinci se llama Wild Fire y mide 7,3 metros de longitud. Sube colgado de un globo de helio (el mayor del mundo) hasta los 24,4 kilómetros. A partir de ahí asciende con sus motores, y tras alcanzar la máxima altura se desprende la cabina esférica. Ambos componentes del cohete descienden y aterrizan con paracaídas guiados por GPS.

Ambos vehículos son reutilizables, como exigen las reglas del premio, y disponen de motores híbridos (consumen una mezcla de combustible líquido y sólido).

Brian Feeney, piloto del proyecto <i>Da Vinci</i>, posa para los fotógrafos tras una rueda de prensa.
Brian Feeney, piloto del proyecto Da Vinci, posa para los fotógrafos tras una rueda de prensa.AP
El diseñador de aviones Burt Rutan, en una presentación del <i>SpaceShipOne</i> en Londres. 

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El diseñador de aviones Burt Rutan, en una presentación del SpaceShipOne en Londres. /AP

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