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La plaga de langosta arrasa la capital de Mauritania

Los enjambres devoran la vegetación desde Senegal a Chad

Las plagas de langosta van en el lote de la dura vida del Sahel, pero este año esa región de África sufre una invasión aterradora que ha alcanzado incluso Nuakchot, capital de Mauritania, y cielos y costas están cubiertos de estos insectos que cada día pueden devorar el equivalente a su propio peso y avanzar 130 kilómetros. "En dos horas se lo comieron todo menos a mí", dice un vecino de Nuakchot.

"En dos horas se lo comieron todo, menos a mí", relata un vecino de Nuakchot
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En Nuakchot los ciudadanos contemplan paralizados la gigantesca cortina que ensordece el cielo. "Un enjambre marrón lo rodea todo, es horrible, horrible", relata a la BBC Sobia Manotio, una de tantas afectadas. La gente se defiende como puede, hasta agitando cajas de metal llenas de guijarros, para espantar con el ruido las nubes de insectos que oscurecen el todopoderoso sol. "Bajaron a mi patio y en horas despellejaron árboles y plantas. Eran tantas que tenías miedo de asomarte. Espero y rezo, que esto no dure", dice Joanna. "No sé cómo sobreviviremos, tienen que enviar ayuda internacional inmediatamente, a Mauritania y a los países que pronto sufrirán esto mismo", plantea Mukenio. Las langostas han arrasado desde los setos de las calles al césped del estadio. La plaga enfila ya al sur del país, la única zona fértil.

La oleada, tras cruzar a toda velocidad el Sáhara azuzada por un hambre insaciable, afecta de Chad a Senegal y Gambia (en estado de emergencia), pasando por Níger, Mali y Mauritania. Ayer se detectaron nubes de langosta en el norte de Nigeria, y los expertos incluso temen que por el este lleguen al poniente de Sudán, es decir la región de Darfur, donde se registra un genocidio de la población local a manos de las milicias favorables al Gobierno islamista de Jartum.

"Es literalmente una crisis de proporciones bíblicas", definió hace días una representante de la ONG World Vision en Mauritania. Los expertos recuerdan la terrible plaga que entre 1987 y 1989 empezó en el oeste de Sudán y llegó hasta India. El presente azote es especialmente grave porque, tras varios años de sequía, el verano y el otoño pasados llovió intensamente y había vegetación. Desde el pasado octubre los enjambres empezaron a devastar el sur de Marruecos, Argelia, Túnez o Libia, y ahora arrasan todo el escaso verde del Sahel: los árboles quedan en esqueletos, sucumben los arduos campos de sorgo o mijo.

La FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) cree que en unas dos semanas la amenaza puede cernirse sobre todo el occidente africano. Las últimas noticias indican que el norte del continente ha visto ya remitir las nubes de insectos. La FAO estima que harán falta 58 millones de dólares para contener con fumigaciones los enjambres. Por ahora entre la UE, EE UU o Corea del Sur han aportado unos nueve millones y hay comprometidos otros 10. Mauritania necesita necesita 20 millones de dólares, una quincena de aviones y 640.000 litros de pesticida, concretó ayer Mohamed Abdalahi Uld Baba, responsable del centro de lucha contra la langosta del ministerio mauritano de Agricultura, informa Reuters.

Aviones de empresas españolas han actuado ya desde primavera en el Atlas marroquí, en un proyecto de dos millones de euros. En el país no se veía una plaga semejante desde 1987, cuando incluso algunos ejemplares fueron avistados en Roma. Las operaciones de fumigación son delicadas, pues hay que señalizar las zonas con banderas o neumáticos ardiendo para no envenenar los cultivos.

La langosta, que llega a medir 15 centímetros, entierra los huevos en la arena del Sáhara En otoño los vientos llevan a las crías al norte; en verano al sur. Es un insecto que, en solitario, no se caracteriza por la agresividad, pero que cuando crece tiende a formar enjambres (de unos 80 millones de insectos por kilómetro cuadrado), que enseguida parten en busca voraz de alimento.

En 2001 científicos de la Universidad de Oxford descubrieron que al integrarse al enjambre se produce en la langosta una excitación de pilosidades situadas en la parte trasera de las patas. "Es el punto G de las langostas, G de gregarización", definió el jefe del equipo investigador, Stephen Simpson. Esa excitación convierte a la langosta en destructiva. En su momento el descubrimiento fue saludado como una posibilidad para desarrollar insecticidas capaces de abortar la formación de enjambres. Mientras, las plagas siguen azotando.

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