"Escribir del pasado me permite ser más objetiva"
Tracy Chevalier empezó a escribir para tentar al destino y poder escapar a la rutina laboral en editoriales británicas. No tardó mucho en alcanzar el objetivo. Con una segunda novela, La joven de la perla, se ganó a la crítica y a los lectores de medio planeta. Imaginaba en sus páginas la relación entre los personajes del famoso cuadro de Vermeer, iniciando una relación entre la autora y el arte y la historia de siglos pasados que forma el eje de su literatura. En su última entrega, La dama y el unicornio, deshilacha un enredo familiar de deseos y manifiesta atracción sexual sobre una serie de tapices de finales del XV, de autor desconocido, que cuelgan en las salas del Museo Cluny de París. Estadounidense, de 41 años y asentada en Londres con su marido e hijo pequeño, Chevalier investiga actualmente la obra y el entorno de William Blake, poeta y pintor británico de finales del XVIII. Se ha tomado tiempo para construir este nuevo universo entre la ficción y la realidad, que no verá la luz hasta 2006. Mientras, habla en su domicilio de Hampstead del trasfondo de La dama y el unicornio (Alfaguara), su cuarta novela, y de sus inquietudes artísticas.
"En 'La dama y el unicornio' quise romper con el estereotipo del oscurantismo medieval"
Pregunta. ¿Qué le interesó antes, el mito del unicornio o los tapices sobre los que teje la novela?
Respuesta. De adolescente me encapriché con los unicornios. Me compré carteles, un collar y libros con imágenes de unicornios que me llevaron a descubrir esta serie de tapices. Interpreté la historia de la seducción del unicornio como una escena excepcional del poder de la mujer virgen. A los 13 años, eso te hace sentir importante. Ahora valoro más el proceso de elaboración de los tapices. Y la idea de que las escenas ahí representadas pueden dar pie a dos interpretaciones distintas. Pueden ilustrar la seducción del unicornio por la dama y, también, la renuncia de la dama a la vida sexual y su adopción de la vida espiritual.
P. ¿Cuándo se convenció de esta idea?
R. Mientras investigaba y escribía la novela. Había asumido que las mujeres eran quienes tejían, pero descubrí que, en el siglo XV, todos los involucrados en el oficio del tapiz eran varones. Me alarmé porque yo escribo sobre mujeres. Fue un buen reto. Poco a poco me di cuenta de que aunque las mujeres no ostentaban el poder directo, sí ejercían una gran influencia en los hombres. Surgió así un libro varonil en el que el protagonista es un hombre y las mujeres demuestran su importancia desde la retaguardia.
P. ¿Le gusta destacar el papel de la mujer en la historia?
R. Sí, llevamos siglos escuchando el punto de vista de los hombres. Llevan tanto tiempo dominándolo todo. Como mujer, me interesa la perspectiva femenina, las historias que suceden en el fondo de un escenario. La historia de la mujer siempre se ha ubicado en esa posición.
P. Algo se ha avanzado en el último siglo.
R. Muchísimo. Trabajamos, tenemos tiempo libre y somos económicamente independientes. Pero todavía queda mucho por hacer. El mundo laboral aún no puede acomodar a gente con hijos y es la mujer la que generalmente renuncia a una carrera prometedora. No es culpa de la mujer, sino de la sociedad.
P. ¿De dónde viene su pasión por explorar el pasado?
R. Es una forma de escaparme del presente. El presente es muy complicado y yo no tengo talento para quitarme de en medio, para distanciarme de mí misma cuando observo el mundo que me rodea. Lo veo desde mi punto de vista y me delato demasiado en la narrativa. Escribiendo del pasado siento que puedo ser más objetiva.
P. ¿Cómo explica la creciente tendencia a centrar las novelas en torno a un personaje o suceso reales?
R. La mayoría de los autores, incluidos los novelistas de narrativa actual, escriben sobre cosas que existen. Me irrita leer detalles incorrectos en un libro contemporáneo. En la novela histórica debes ganarte la confianza del lector, hacerle sentir que ese pasado que recreas es válido y genuino. Una alternativa es mediante personajes reales. Legitiman la historia. Dudo que La joven de la perla hubiera tenido el mismo impacto de haberme inventado un pintor y un cuadro.
P. ¿No implica ejercer de historiador sin las responsabilidades que la disciplina conlleva?
R. Sí, por supuesto. La gente supone que soy una experta en Vermeer y, desde la publicación de La dama y el unicornio, en arte medieval. Escribí La joven de la perla desde una posición inocente, sin percatarme de que el lector iba a creer que realmente todo sucedió como yo lo cuento. Es una responsabilidad extraña. Pero he aprendido a aceptar que es consecuencia de la narrativa histórica. Como novelista debo escribir dentro de los parámetros de lo que conozco de un personaje.
P. ¿Le preocupa quedar encasillada en la narrativa artística histórica?
R. Me preocupa mucho. Deliberadamente, escribí Ángeles fugaces, novela sin conexión con el arte, inmediatamente después de La joven de la perla. Quise demostrar que podía escribir sobre temas no relacionados con la historia del arte para, después, centrarme en lo que me gusta. Y a mí me estimulan los elementos visuales. Pero, claro, ahora todos comparan una novela con la otra. Es el precio que debo pagar por el éxito de La joven de la perla. Es el libro sobre el que siempre seré juzgada. Es inevitable pero me cuesta aceptarlo.
P. El deseo mueve los hilos de La dama y el unicornio. Y en esta ocasión no hay espacio para las sutilezas.
R. Es mucho más descarado. En La joven de la perla me dejé guiar por el cuadro, por su erotismo reprimido. La seducción del unicornio es una leyenda sexualmente más manifiesta pese a que las escenas de los tapices no son particularmente eróticas. Quise enfatizar la sexualidad en la novela. Me arrastró la idea del hombre cazador; de cómo puede verse afectado por el animal al que da caza. También quise romper con el estereotipo del medievo como una era de oscuridad, plagas, suciedad y muerte.
P. ¿Ha influido la buena traducción al cine de La joven de la perla en su estilo creativo?
R. No, la literatura y el cine son dos medios muy diferentes, y me niego a escribir en función de una futura adaptación. No soy guionista ni quiero dejarme seducir por Hollywood.
P. ¿Veremos una versión cinematográfica de La dama y el unicornio?
R. Es un libro muy dado a ser filmado, pero no tengo prisa para vender los derechos. Si surge una oferta apropiada, respaldada por un equipo con buenas intenciones, probablemente lo haré. Soy consciente de que las cosas cambian rápidamente en la industria del cine y, una vez que ceda los derechos, perderé el control del proceso.
Babelia
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