Chirac comunica a Sharon que no será bienvenido en París tras sus declaraciones
El primer ministro israelí llamó a emigrar a los judíos franceses para huir del antisemitismo
Un llamamiento del primer ministro israelí, Ariel Sharon, a los judíos de Francia para que emigren "tan rápido como puedan" provocó ayer una oleada de indignación en la clase política francesa, que considera completamente injustificadas tales presiones. Siguiendo indicaciones del presidente Jacques Chirac, un funcionario del Elíseo comunicó ayer por vía diplomática al Gobierno israelí que el primer ministro "no era bienvenido" en París mientras no rectificase sus declaraciones sobre el antisemitismo en Francia, según un portavoz de la presidencia de la República Francesa.
"Tras varias semanas de contactos sobre una visita [oficial a París] se revela que es imposible (...) y que usted no será bienvenido a causa de sus declaraciones", aseguraba la nota verbal diplomática, según la segunda cadena de la televisión de Israel. El encargado de negocios de Israel en París fue llamado al Ministerio de Exteriores, y su titular, Michel Barnier, se encontraba anoche a la espera de las "explicaciones" pedidas al Gobierno israelí por los "inaceptables propósitos" de Sharon. No menos irritado, el portavoz socialista francés, Julien Dray, había replicado a Sharon: "Francia no es la Alemania de 1930", en referencia a la situación de los judíos bajo los nazis.
Sharon recibió el domingo a representantes de la comunidad judía en el mundo y dijo que Francia sufre "uno de los antisemitismos más salvajes". Argumentó que "aproximadamente el 10% de la población de Francia es musulmana, lo cual permite el desarrollo de una nueva forma de antisemitismo fundada en sentimientos antiisraelíes". Sharon concedió que el Gobierno de París toma medidas contra el antisemitismo, pero añadió: "Si yo tuviera que dirigirme a nuestros hermanos [judíos] de Francia, les diría esto: 'Emigren a Israel tan rápido como puedan".
La tensión franco-israelí coincide con el extraño episodio vivido la semana pasada, cuando una mujer pretendió haber sido agredida por una banda de "magrebíes y negros" en un tren creyéndola judía. Si la policía no hubiera demostrado rápidamente la falsedad de la denuncia, el caso podría haber servido de base a Sharon para dramatizar más los peligros de Francia, donde se han cometido 135 actos antisemitas desde comienzos del año, más que en todo 2003, según el Ministerio del Interior.
Agresividad
Como la denuncia resultó ser falsa, la agresividad de Sharon debe tener otras motivaciones. Se da la circunstancia de que el ministro francés de Exteriores visitó al presidente palestino, Yasir Arafat, el 29 de junio pasado, en su semiderruido cuartel general de Ramala. Barnier deploró las condiciones de vida impuestas a Arafat y exhortó a EE UU y a Israel a acabar con la política de aislamiento del presidente de la Autoridad Palestina.
Por eso, el último llamamiento de Sharon toma el aire inequívoco de una presión diplomática sobre Francia, como país en que supuestamente los judíos viven un peligro generalizado e inminente. Así se entiende la rápida petición de explicaciones por parte del ministro francés de Exteriores, Michel Barnier. Su portavoz, Marie Masdupuy, negó ayer a este periódico que se haya llegado a la "crisis diplomática", pero reconoció que tampoco hay una mera gesticulación.
No es la primera vez que desde Israel se denuncia el antisemitismo francés. Sharon añade ahora el factor de la urgencia, lo cual apunta a la campaña que desarrolla en Francia la agencia judía para la promoción de las inmigraciones. Hace un mes, medios israelíes atribuyeron la voluntad de marcharse a unos 30.000 judíos franceses. Pero apenas unos cientos de personas procedentes de Francia se han ido a Israel desde principios de año. En 2003 hubo 2.313 casos de emigración, menos que los 2.566 del año anterior. El porcentaje es muy pequeño en relación con las 600.000 personas en que se estima la comunidad judía en Francia, la mayor de Europa y la segunda del mundo trás la de EE UU.
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