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El líder del Likud negocia un pacto con los laboristas

El primer ministro y jefe del Likud trata de salvar su Gobierno, su plan de retirada de Gaza y la construcción del polémico muro frente a las críticas internacionales. Ariel Sharon y el líder del Partido Laborista, Simon Peres, tienen previsto reunirse hoy en la residencia del primer ministro en Jerusalén. Encima de la mesa está la propuesta de colaboración entre ambos partidos y que podría cristalizar en breve con la formación de un Gobierno de unidad nacional de tinte moderadamente izquierdista.

En medios políticos se asegura que los planes están muy avanzados y que sólo quedan por resolver dos cuestiones clave: las reservas de Peres a los planes económicos del Likud, que impulsa el ministro Benjamín Netanyahu, y el numero de carteras que tendrán los laboristas. La hipotética coalición tendría una doble misión: llevar a término la descolonización de la Franja de Gaza y seducir a la comunidad internacional sobre la viabilidad del muro.

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La supervivencia de Sharon al frente de actual Gobierno depende desde hace tres semanas de los laboristas. La dimisión y destitución de varios ministros pertenecientes a los grupos más extremistas ha dejado al Ejecutivo con el apoyo de 59 diputados en una Cámara de 120 escaños. Los laboristas cuentan con 19 representantes en la Knesset y se han convertido en la clave de la gobernabilidad.

Un eventual Gobierno de unidad nacional provoca recelos en los sectores ultraconservadores del Likud, que anoche trataban de torpedear el acercamiento entre Sharon y Peres. Los sediciosos, entre los que se encuentran diez diputados y medio centenar de barones del Likud, están capitaneados por el ministro sin cartera Uzi Landau. Se trata del mismo que hace unos meses dirigió la rebelión contra el primer plan de repliegue de la Franja de Gaza y consiguió imponer la celebración de un referéndum interno en el Likud, que perdió Sharon. Landau logró que la segunda propuesta del primer ministro quedara muy descafeinada. Los rebeldes tienen la esperanza de conseguir el apoyo de dos pesos pesados del actual equipo de Sharon, el ministro de Exteriores, Silvan Shalom, y del propio Netanyahu.

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