Los profesores que perderán su puesto culpan a los sindicatos nacionalistas
"Su primera obligación es salvaguardar el empleo de todo trabajador", acusan
Los profesores interinos que perderán la estabilidad el próximo 31 de agosto y quizá a partir de 2005 incluso su puesto de trabajo por carecer del perfil de euskera consideran que, sin la cooperación activa de los sindicatos nacionalistas ELA, LAB y STEE-EILAS, el Departamento de Educación nunca habría podido adoptar las medidas que les afectan.
Contra esas tres centrales que firmaron el acuerdo con la consejería de Anjeles Iztueta y que, a su entender, han incumplido con su primera obligación, "defender el puesto de trabajo de todo trabajador", en palabras de uno de los afectados, dirigen la mayoría de sus críticas y reproches.
CCOO y UGT se han mostrado frontalmente en contra del acuerdo.
Otra de las críticas que vierten es el "distinto rasero" con el que el Gobieno midió en su día a los docentes de las ikastolas publificadas que no cumplían con las exigencias ni de titulación ni de perfil lingüístico y a los que, sin embargo, se incorporó al sistema.
Consideran además que la exigencia en los exámenes ha ido aumentando progresivamente a medida que la euskadunización del profesorado progresaba. A ello se suma que estos docentes han sido los últimos en recibir las liberaciones para estudiar euskera pues, aunque las pedían, la Administración priorizó a otros profesores. Así, son víctimas de ese endurecimiento y de la edad más avanzada con que han abordado el aprendizaje.
Suman 158 personas, con una media de edad de 46 años y más 16 de servicio en la enseñanza pública, mayoritariamente vizcaínos y afiliados a CCOO, aunque también hay de otras centrales, incluidos algunos de ELA, desorientados ante el respaldo por su propio sindicato a un acuerdo que les amenaza con el paro.
EL PAÍS ha hablado con varios de los afectados, que cuentan en primera persona su experiencia y cómo encaran la problemática situación laboral que se les avecina, incluida la posibilidad de quedarse sin trabajo "sin siquiera indemnización".Éstas son sus historias:
- JOSÉ CARLOS BLANCO, 46 años y veinte de servicio.
"Mi mujer tiene el EGA, enseña en euskera, mi hija está en modelo D y entre ellas hablan euskera. No tengo ninguna animadversión hacia el idioma", dice este profesor de Tecnología en Txurdinaga. "He creído en la euskaldunización del profesorado, no he ido a ella obligado. Empecé a aprender euskera hace 19 años, aunque de modo intermitente".
"Mi sentimiento es de desencanto y enfado. Estoy dolido e indignado, con la Administración, que me da la patada después de usarme veinte años como comodín para sacar las castañas del fuego supliendo a quienes quería euskaldunizar primero y con los sindicatos ELA, LAB y STEE-EILAS que son el auténtico catalizador de estos acuerdos. Sin su cooperación esto no habría sido posible".
Blanco prosigue: "No quiero calcular cuánto tiempo y dinero he dedicado a esto. Tuvimos que comprar un segundo coche para poder ir yo al barnetegi y pagaba la gasolina y la comida allí cada día. Aprobé el oral y los de comprensión, pero suspendí el escrito. Mi último examen fue a mediados de junio, sabiendo ya que el 31 de agosto estoy fuera. Estaba tan nervioso y tenía la boca tan seca que no podía mover la mandíbula y salí con la camisa para escurrir de sudor. Ahora suspendí el oral. Estamos dudando si mantener el viaje de vacaciones que teníamos previsto, porque no sé si en septiembre voy a tener trabajo. Tengo claro que me echan innecesariamente, y que me echan esos tres sindicatos. ¿Defenderán igual a sus afiliados del Metal?"
- ANA MARTÍNEZ, 44 años.
Impartía inglés y lengua española. Ahora cuida del comedor en un centro de Bsauari.
"Vine de La Rioja en 1984 y en 2000 empecé con dos horas diarias por mi cuenta", recuerda. "Aprender euskera me parecía una empresa imposible para mí hasta que hace cuatro años me vi más relajada, porque me vine recién divorciada con una niña de cuatro meses. Hace tres años mi hija se fue a estudiar fuera y entonces tuve todo el tiempo para mí".
"Sé euskera, tenga o no perfil o EGA. De hecho, sé mucho más euskera que el inglés que he sabido nunca y resulta que no soy válida", se queja.
"No estoy amargada, todo lo que voy aprendiendo es para mí y no me lo quita nadie, pero creo que tengo nivel para un título y no es normal que no lo tenga. Estoy en un examen permanente, este año voy por el séptimo: en la Escuela de Idiomas he aprobado el escrito y suspendí el oral. En Irale, al revés. Ahora preparo el EGA para septiembre y estoy nueve horas diarias en un barnetegi, aunque duermo en casa, porque ya no estoy para compartir una ganbara con treinta y tantos jóvenes de veinte años que volvían cada noche con un colocón, como me pasó en otro. A veces me da reparo contar esto, porque se puede pensar que si con tantas horas no apruebo es que me falta algo".
- JUSTI CASTELLANOS, de 51 años, 17 de antigüedad.
Profesora de Historia para adultos, empezó a pedir la liberación para euskera desde que tuvo la estabilidad, pero no se la concedían nunca. "A los interinos nos utilizaban para suplir a los funcionarios, que los euskaldunizaron primero. Cuando me la dieron, tenía 46 años y empecé de cero, porque yo no hice nada por mi cuenta: vivo en Castro, no creía que tuviera que quitar tiempo a mi familia para estudiar euskera y pensaba que mi empresa, la Adminstración, tenía que proporcionarme esa formación".
No logró aprobar e intentó seguir por su cuenta en la Escuela de Idiomas, pero le dieron una vacante de enseñanza para adultos (EPA). "Comparto tres centros con horarios de mañana, tarde y noche, con lo que era imposible compatibilizar. Viví como un cierto desplazamiento pasar a EPA, pero también le sabes encontrar las compensaciones a enseñar a gente a adulta y con un gran interés. Tengo dos hijos en la universidad así que es un mal momento para prescindir de un sueldo en casa. Anímicamente, tengo altibajos y me rebelo al ver que esos tres sindicatos son impermeables a todo lo que no sea lo que ellos piensan".
- CARMEN PRIETO, 47 años.
Profesora de Dibujo en Getxo, opina que "lo más terrible" del acuerdo es que lo han promovido tres sindicatos "que echan a los trabajadores, incluso afiliados suyos, a la calle".
"Yo no estaba afiliada hasta la semana pasada", prosigue. "Llamé a todas las centrales para exigirles que me defendieran. Quien me atendió en LAB me dijo que por él yo estaría dando clase en Burgos. Y Kepa Altuna, responsable de Enseñanza de ELA, me contestó que somos el sacrificio que tienen que hacer para que pueda entrar el resto". Prieto le replicó que un sindicato no tiene que sacrificar a un trabajador por otro, sino luchar por todos.
"Le dije: 'Tú llamate como quieras, pero no te llames sindicalista'. Me siento volver a 1986, cuando hacía mi primera sustitución y no tuve derecho ni a la baja maternal".
Fue liberada cuando ya en el Irale suspendía un 75%. "Si ese porcentaje de mi alumnado suspendiera cada año, ¿a quién culparían? La exigencia es mucho mayor que antes y el sistema es malo. Te lo juegas todo en un examen. Ni siquieran te guardan lo aprobado para otra vez".
Esta docente es licenciada en Bellas Artes, pero he dado clases de matemáticas, biología, calidad, diversificación, dibujo de automoción y electricidad. "He tenidos niños de integración, he hecho de todo, pero en septiembre sólo puedo optar a las plazas de Dibujo en castellano, igual ninguna".
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