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El disidente cubano Raúl Rivero afirma que sufre acoso en la cárcel

La esposa del periodista denuncia que su equilibrio emocional "pende de un hilo"

El periodista y disidente cubano Raúl Rivero denunció la semana pasada desde la cárcel de Canaleta (Ciego de Ávila, 500 kilómetros al este de La Habana), donde cumple una condena de 20 años por "conspirar" con EE UU para desestabilizar la revolución, el "hostigamiento" creciente de las autoridades penitenciarias. "Tengo suficiente con ser prisionero del Gobierno cubano para sentirme también como una especie de reo privado de la policía dentro de la misma prisión", afirma Rivero, en una carta dictada por teléfono a su esposa, Blanca Reyes.

Reyes declaró a EL PAÍS que el equilibrio emocional de Rivero "pende de un hilo", y dijo que el deterioro de la situación en que, desde hace un año y tres meses, cumple condena su marido se debe a los "rigores adicionales" impuestos por un carcelero llamado Alexei. "Lo están tratando como un animal", asegura Reyes. En su última conversación telefónica, el jueves pasado, Rivero le dictó una carta para que la difundiese en la que afirma: "Es una sensación rara, una doble condena. He aceptado con disciplina el rigor del sistema penitenciario cubano pero no tengo por qué aceptar el rigor de un carcelero privado".

"A los presos comunes que conviven con nosotros los están instigando a ignorarnos bajo amenaza de castigarlos si no lo hacen; por consiguiente, Pedro Pablo Álvarez

[otro de los 75 disidentes condenados en los juicios sumarísimos del año pasado] y yo permanecemos sin casi poder hablar con nadie", asegura el periodista en su misiva. Reyes dijo que su marido se encuentra recluido en una celda de escasos metros cuadrados con dos presos comunes, "con condiciones de higiene pésimas y una alimentación deplorable, y soportando un calor sofocante". "No recibe correspondencia, las visitas familiares son cada tres meses y sólo tiene derecho a una llamada semanal, de 25 minutos", asegura.

Reyes asistió ayer a misa en una iglesia del barrio habanero de Miramar, tras la cual, como cada domingo, una veintena de familiares de los opositores presos realizaron una marcha silenciosa por la Quinta Avenida en reclamo de su liberación. En los últimos meses, el Gobierno cubano ha otorgado "licencias extrapenales" por enfermedad a seis de los 75 disidentes encarcelados en 2003.

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