Rafael Moneo detalla el edificio "complejo y enigmático" del Museo del Prado
El arquitecto observa "con tristeza" algunas intervenciones en el proyecto de Villanueva
El arquitecto Rafael Moneo (Tudela, Navarra, 1937) realizó ayer un paseo por las intervenciones arquitectónicas en el Museo del Prado desde la muerte del arquitecto Juan de Villanueva en 1811 hasta la convocatoria del concurso de ampliación de 1995, sin entrar en su proyecto, que hoy comentará como final del curso de verano de la Universidad Complutense, que se ha celebrado desde el pasado lunes en el mismo Prado. Moneo calificó la obra de Villanueva, donde se exponen las colecciones del museo desde 1819, como un edificio "extraordinariamente complejo y enigmático".
Moneo prefirió realizar una excursión por las arquitecturas del Prado, a partir de los planos originales de los distintos autores que han participado en los cambios y ampliaciones, sin entrar en las fuentes históricas y en su propia aportación a la obra que se realiza en el claustro de la iglesia de los Jerónimos y en la zona subterránea que enlaza esta zona para exposiciones temporales, talleres, auditorio y otros servicios públicos, con el vestíbulo de acceso a las colecciones en el edificio Villanueva. El proyecto de Moneo se ha presentado en varias ocasiones, publicado y expuesto durante meses en el museo, con planos y maquetas.
La ponencia de Moneo se celebró en la Sala XII de los grandes cuadros de Velázquez, ahora trasladados a la galería central por las obras, que sufrió varias reformas en esta parte proyectada como una "basílica laica". El curso coincide con una exposición en la planta baja (entrada de Goya) sobre el grafoscopio, con las imágenes de un siglo del museo y las panorámicas de los fotógrafos de principios del siglo XX de las galerías. La muestra se completa con planos y dibujos de arquitectos en la historia del museo, desde Juan de Villanueva, y pinturas sobre rotondas y salas, cuyas imágenes también aparecieron en el carrusel de diapositivas de Moneo.
"El Prado parece que es el clásico edificio de la Ilustración, con las entradas y dos cuerpos laterales que aguantan la simetría, pero es mucho más complejo", explicó Moneo ante los planos y dibujos originales de 1785 de Villanueva, al que considera un "arquitecto genial", que trasciende a la arquitectura de su época. Recorre los órdenes de la arquitectura italiana, "admirada por los españoles" en los dos edificios longitudinales, pensados en un principio para gabinete de ciencias naturales, y las zonas "más crípticas y misteriosas" en la actual puerta de Goya, y más elaborada en la parte del Botánico, con el punto de encuentro en la basílica, que formó la Sala XII de Velázquez tras varias reformas, que incluso se llegó a dividir en dos plantas, una inferior para las esculturas y otra para pinturas. "El museo es una pieza extraordinaria, que ofrece un ejemplo de arquitectura apasionada y romántica".
Moneo se refirió en varias ocasiones a la "dulzura y sensualidad" en detalles de planteamientos y la "sabiduría" que hay detrás del manejo de cornisas, molduras, tarjetones y la condición sólida de la fachada, con las columnas toscanas puestas sobre el suelo. Frente a lo "excepcional" de esta arquitectura (que Villanueva no vio terminada), Moneo también manifestó su "tristeza" por algunas de las intervenciones sufridas, sobre todo en la parte trasera, consideradas lógicas en las necesidades del museo y la situación urbana entre el Retiro y el Museo del Prado. Ante los planos, explicó la ampliación de Arbós, con dos pabellones auxiliares, y las posteriores de Muguruza, Jareño (la escalera de Goya) y Chueca y Lorente, hasta la planta de instalaciones (subterránea) y la unificación de las cubiertas. Moneo animó a los asistentes a descubrir los cambios fuera de Villanueva, "una voluntad de aseo un tanto extraña".
Babelia
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