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Un empeño de 200 personas para recuperar la historia

Carlos E. Cué

La Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica está formada sólo por unas 200 personas, pero el revuelo que han creado hasta ahora sus iniciativas es notable. Todo comenzó hace más de tres años, cuando su presidente, el periodista Emilio Silva, se embarcó en un empeño personal por sacar a su abuelo, un republicano asesinado en 1936, de la fosa común en la que había sido enterrado una madrugada junto a 12 compañeros, en Priaranza del Bierzo (León).

La familia Silva, como otras miles en España, había guardado el secreto del lugar. En su empeño, el nieto fue preguntando a los viejos del lugar y contactando con otras personas, especialmente Santiago Macías, un delineante de Ponferrada, de 32 años, que llevaba años recolectando datos de personas desaparecidas. El hallazgo de la fosa de Priaranza, y el reconocimiento de los restos del abuelo muchos meses después a través de la prueba de ADN en la Universidad de Granada, marcó el camino para el nacimiento de la asociación. Sus dos inspiradores contaron su historia en un libro.

Silva y Macías se empeñaron luego en la reapertura, en julio de 2001, de una fosa en Piedrafita de Babia. Una mujer había llevado allí flores durante 60 años, pero nunca se había atrevido a pedir a nadie que reabriera la fosa. Tenía a sus dos hermanos allí dentro. Cuando pensó que podía morir, en los años ochenta, realizó un detallado mapa que sirvió luego para saber dónde excavar. Decenas de medios de comunicación, nacionales -y sobre todo extranjeros-, siguieron en directo la excavación que concluyó con éxito. La mujer pudo ver cómo se cumplía su sueño.

La asociación ha seguido abriendo fosas, siempre de forma voluntarista, con muy poca ayuda de las instituciones, gracias a jóvenes extranjeros que les apoyan en las excavaciones, hasta recuperar más de 200 cuerpos. Pero se estima que puede haber unos 30.000 en toda España. Otros grupos, como el Foro por la Memoria, vinculado al PCE, cumplen la misma tarea.

La asociación, gracias a la presión de la reapertura de las fosas, logró que el Congreso aprobara el 20 de noviembre de 2001, por unanimidad, una proposición en la que se instaba a los ayuntamientos a apoyar estas iniciativas. No todos lo hacen. Depende del color político. Las comunidades gobernadas por nacionalistas y socialistas han puesto en marcha organismos especiales dedicados a estos asuntos. Las del PP lo dejan todo en manos de los ayuntamientos.

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