El fin del santuario del Pankisi
Con ayuda de EE UU, Georgia ha logrado expulsar de su territorio a la guerrilla chechena
Tras los ataques chechenos en el sur de Rusia, Georgia envió ayer efectivos suplementarios a sus fronteras con aquel país. Hace apenas una semana, en previsión de que la guerrilla chechena pudiera activarse aprovechando la frondosidad de los montes del Cáucaso, los georgianos habían reforzado su frontera con Rusia con diez nuevos puestos.
Los guerrilleros chechenos que se desplazaban libremente por el Cáucaso fueron un motivo de discordia entre Moscú y Tbilisi en el pasado. Los rusos acusaban a los georgianos de permitir que los separatistas utilizaran su territorio, especialmente el valle del Pankisi, como base de operaciones para actuar en Rusia. En 1999, con el comienzo de la segunda guerra de Chechenia, varios miles de chechenos cruzaron las montañas y se refugiaron en el valle del Pankisi, una zona muy pobre a 200 kilómetros al noroeste de Tbilisi, donde vive una comunidad georgiana de origen checheno.
En 2002, aumentaron las tensiones entre Moscú y Tbilisi por la supuesta tolerancia de Georgia con los guerrilleros cuando aviones rusos hicieron una incursión de castigo sobre el valle, que se saldó con un muerto. Las cosas, sin embargo, cambiaron antes incluso de que el presidente Mijaíl Saakashvili llegara al poder en la Revolución de las Rosas en noviembre. Washington ha tenido un papel clave en este cambio. "Gracias a la intervención norteamericana para entrenar al Ejército georgiano, los combatientes chechenos ya no van al valle del Pankisi a descansar y los terroristas internacionales tampoco pasan por Georgia para entrenarse en Chechenia", según dijo a esta corresponsal la ministra de Exteriores de Georgia, Salomé Zourabishvili. Queda, eso sí, la dificultad de controlar una frontera montañosa en común. Medios internacionales en Tbilisi creen que los servicios de seguridad de Georgia colaboran estrechamente con los rusos para evitar que Georgia se convierta en centro de operaciones de los chechenos y llaman la atención sobre varios extraños incidentes de los que han sido víctimas chechenos exiliados en Georgia.
Hoy, nadie sabe exactamente cuántos son los refugiados chechenos que residen en el Pankisi, pero su número ha disminuido hasta varios centenares de familias, según fuentes chechenas. Algunas esperan a que cesen las hostilidades para volver a Chechenia y otras tienen la esperanza de emigrar a lugares más lejanos, como Canadá o los países nórdicos, con ayuda del Alto Comisariado de la ONU para los Refugiados (ACNUR). El domingo, la mayoría de los chechenos del Pankisi celebraron el Día del Refugiado en una conmemoración al aire libre en las cercanías de Duisi, a la entrada del valle. La gran proporción de hombres adultos, en la treintena o la cuarentena, contrastaba con el predominio de las mujeres que caracterizaban los campos de refugiados existentes hasta hace poco en el territorio ruso de Ingushetia.
Preguntar a los chechenos del Pankisi si lucharon contra los rusos no es de buen tono, pero algunos afirmaban abiertamente su compromiso con la causa independentista, mientras otros decían haber pasado ya por los calabozos rusos y aseguraban que regresar significaba acabar en una cárcel o desaparecer en alguna fosa común.
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