Comisión de futuro
La comisión parlamentaria de investigación sobre el 11-M arranca cuando acaban de conocerse las primeras conclusiones de la comisión independiente en EE UU sobre el 11-S. Pese a los obstáculos de la Administración, la comisión estadounidense ha iluminado, entre otros, dos hechos relevantes: que no hay pruebas de relación entre Al Qaeda y Sadam, y la existencia de fallos de información que impidieron prevenir los atentados y de coordinación que dificultaron la eficacia de la respuesta. Sus ejemplares resultados indican que los trabajos han ido al fondo de las cosas. Aquí no debería ser menos.
Quien presidía Estados Unidos el 11-S sigue en el puesto, mientras que quienes gobernaban España el 11-M están en la oposición. No es una diferencia menor: las comisiones de investigación, conforme al modelo español, tienen como objetivo dilucidar responsabilidades de quien gobierna. Y en este caso las responsabilidades políticas ya fueron zanjadas en las urnas. Por tanto, lo que hay que esperar de la comisión es una reconstrucción de los hechos en clave de futuro: para sacar lecciones que ayuden a evitar nuevos 11-M. Las sorprendentes declaraciones de Rajoy y Zaplana, insistiendo en que no descartan la participación de ETA, no son un buen augurio. Dan motivos para pensar que el PP sigue obsesionado por encontrar razones de su derrota ajenas a la voluntad de los ciudadanos. La tentación de deslegitimar el 14-M por lo ocurrido el 11 sigue latente.
Eso no significa que sólo deba investigarse lo ocurrido antes del día de la matanza. También interesa saber qué pasó tras ella. Por ejemplo, la utilización que el Gobierno hizo de la información que tenía cuando ésta contradecía su primera hipótesis pública. Esto puede implicar recabar información de los responsables de los medios públicos. Lo que no tiene sentido es que una comisión parlamentaria investigue y pida responsabilidades a los medios privados, cosa que correspondería en su caso a sus lectores si afecta a su fiabilidad o a los tribunales si han cometido delito.
Lo realmente importante es saber qué falló. ¿Por qué pudieron hacer el atentado personas fichadas por la policía o con causas penales abiertas? ¿Cómo puede ser que los diversos servicios de información no detectaran un atentado en el que intervenían tantas personas? O incluso, ¿qué ha pasado para que tres de los supuestos autores materiales del atentado hayan sido puestos en libertad por el juez por falta de pruebas?
Empeñarse en negar lo obvio o construir inverosímiles teorías conspiratorias sólo puede crear tensión y empantanar los trabajos de la investigación. Quizás eso es lo que busca el PP. Pero no va a servir de nada para el futuro. En cambio, aclarar lo ocurrido puede ayudar a evitar que algo así vuelva a ocurrir. Y de esto se trata.
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