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LA COMISIÓN DEL 11-S

Una ONG denuncia que EE UU tiene trece centros de detención secretos en el mundo

Human Rights First asegura que la red de prisiones está fuera de todo control

Ana Carbajosa

La ofensiva estadounidense conocida como "guerra contra el terror" ha permitido el internamiento de más de mil supuestos militantes islámicos en al menos 13 centros de detención secretos para someterlos a interrogatorios. Estas cárceles han sido localizadas por la organización de abogados, con sede en Washington, Human Rights First, a través de testimonios y de investigaciones periodísticas. Afganistán, Pakistán, la isla británica de Diego García, Jordania y dos barcos estadounidenses albergan estos centros de detención, que, según la organización, violan los Convenios de Ginebra.

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"Lo que Rumsfeld reconoció ayer [el secretario de Defensa, Donald, confirmó el pasado jueves que había ordenado ocultar a la Cruz Roja la detención de un iraquí] no es un caso aislado", aseguró ayer en conversación telefónica desde Washington Avidan Cover, coautor de la investigación de Human Rights First y especialista en defensa estadounidense. "Esto demuestra que hay entre 1.000 y 3.000 detenidos a los que no tiene acceso el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). En centros que están fuera de la ley y que violan las Convenciones de Ginebra. Algunos familiares ni siquiera saben dónde están", apunta Cover, que argumenta que en esos lugares se podrían estar cometiendo los mismos abusos que en la prisión iraquí de Abu Ghraib. "¿Por qué si no iban a dejar entrar al CICR y los están llevando con tanto secretismo?", pregunta.

Washington ha informado de la detención de más de 3.000 supuestos terroristas en más de 100 países y también ha reconocido la existencia de una veintena de centros de detención, entre ellos los ya conocidos de Guantánamo (Cuba), Abu Ghraib (Irak) y Bagram (Afganistán), pero hasta el momento, el Pentágono no ha confirmado que haya lugares en Jordania, Pakistán o Diego García donde se lleve a los detenidos para interrogarles sin que las autoridades militares estén sujetas a ningún tipo de control.

Y tampoco hay conocimiento de qué tipo de estatus se aplica a estos detenidos. ¿Son prisioneros de guerra que han participado en combates o son criminales civiles? ¿Les interrogan mandos militares, los servicios de espionaje o contratistas civiles? La falta de transparencia al respecto ha hecho que también el CICR haya mostrado su preocupación por esta cuestión. "Estamos preocupados por el número desconocido de personas detenidas en lugares secretos", manifestó ayer un portavoz del CICR en Afganistán a la agencia France Presse.

Human Rights First, que hasta hace poco se llamaba Comité de Abogados por los Derechos Humanos y que trabaja desde hace más de dos décadas en Washington tratando de impulsar iniciativas legislativas en el Congreso, ha logrado identificar algunos de estos centros de detención a través de testimonios de familiares de detenidos y de investigaciones periodísticas. Pero el número de reos y su situación continúa siendo una incógnita.

La organización cita los casos de detenidos que después de llevar varios meses desaparecidos, a sus familias no se les había comunicado su paradero. Es el caso de Mohamed Ismil Agha, capturado en Afganistán e internado en la base militar estadounidense de Bagram, donde asegura haber sido sometido a torturas. Seis semanas más tarde fue trasladado a Guantánamo, donde ha permanecido durante un año. Su familia, que no recibió noticias de su lugar de detención hasta pasado casi un año, lo dio por muerto tras buscarlo por todo Afganistán. El pasado enero, Agha fue liberado de la base de Guantánamo, en Cuba.

Otros, como Hayder Salma, no han tenido tanta suerte. Este informático fue detenido el pasado enero en Bagdad cuando un convoy de EE UU fue atacado al paso de su vehículo. Desde entonces, su madre, profesora en la universidad, no ha tenido noticias de él. Estos procedimientos violan las Convenciones de Ginebra, que obligan a las autoridades a informar a los familiares acerca de la identidad de los prisioneros y de su localización.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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