Zapatero: "España salvaguarda sus intereses"
El presidente del Gobierno destaca el reconocimiento de las lenguas cooficiales españolas y el estatus de Canarias
"Hemos logrado que Europa recupere el rumbo, fortalecer su unidad, que sus mecanismos decisorios ganen en eficacia y simplicidad, y reforzar su presencia en el mundo". El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ofreció pasadas las once de la noche de ayer este primer balance positivo de un día que calificó de, "sin duda, histórico para los europeos". Y en el que España, añadió, gana. Zapatero admitió pocas dudas a este respecto: "Hemos logrado capacidad de influencia en las decisiones más importantes, tanto en el Consejo como en el Parlamento", afirmó.
La fórmula pactada, según Zapatero, "mejora sustancialmente la propuesta de la Convención y la propuesta italiana que no permitió llegar a un acuerdo" sobre la Constitución, el pasado mes de diciembre. Pensando desde el primer momento en la previsible reacción negativa del PP, y en el debate parlamentario que sobre los resultados de esta cumbre está previsto para el próximo miércoles, el presidente del Gobierno precisó enseguida que la única base de comparación razonable con el acuerdo de ayer -basado en una mayoría del 55% de Estados que representen al menos el 65% de la población para adoptar decisiones-, es la propuesta de la Convención, que era del 50% y 60% para esos mismos umbrales.
"Es evidente que a España como país con población media alta, le interesaba dar más peso al umbral de la población, porque eso le da más capacidad de influencia", explicó, antes de precisar que "como país mediterráneo, España tiene perfectamente salvaguardados sus intereses" con este acuerdo.
Luego se refirió directamente a la oposición cuando explicó que, si utilizaba continuamente la expresión "capacidad de influencia", era porque "no se construye Europa pensando en cuántos van a bloquear" y, sobre todo, cuando rechazó que el Tratado de Niza, al que se aferró el ex presidente José María Aznar, pueda seguir sirviendo de parangón en este debate. "Lo único que sé es que en toda Europa sólo habla de Niza el PP. En los dos días de debate que llevamos aquí, nadie ha mencionado Niza. Se habla de la Convención".
En consecuencia, Zapatero pudo declararse "satisfecho como europeo y como español" de una negociación que le llevó al siguiente corolario: "Han sido dos días de debate con firmeza y con talante. Con firmeza y con talante se demuestra que se puede llegar a acuerdos que defienden los intereses de España y los intereses europeos". Fue una alusión a su predecesor que después hizo más explícita, cuando dijo: "Lo último que haré será presumir, porque hay ejemplos que mejor no recordaré".
Por lo que se refiere a Europa, destacó que la aprobación de la Constitución implica un paso histórico como es "compartir la ciudadanía", afirmó que "cada avance de Europa ha supuesto un progreso general para sus ciudadanos" y concluyó que haber logrado esas metas mediante un acuerdo realizado, por primera vez, entre 25 socios "pone de manifiesto la grandeza de la UE".
Más allá del tema recurrente del reparto de votos, los beneficios que enumeró para España fueron múltiples. El primero, la recuperación de "un número importante" de los 14 eurodiputados a los que renunció Aznar para obtener el compromiso de Niza. Zapatero dijo que, según los técnicos del Gobierno, España debería recuperar " unos cinco" representantes.
Otro tema que destacó fue "el reconocimiento de las lenguas cooficiales" españolas, que, dijo, "por primera vez, tendrán una regulación en la Unión, gracias al reconocimiento de que merecen una especial protección". El reconocimiento constitucional de Canarias como región ultraperiférica, con el añadido de que podrá conservar las ayudas del Estado sin que ello cree problemas para las normas del mercado interior, fue otro logro mencionado.
Zapatero se refirió, además, a la condena sobre la violencia contra las mujeres incluida por iniciativa española en las conclusiones del Consejo, a la creación del Instituto Europeo del Género, y al acuerdo firmado con el Reino Unido para que la aprobación de la Constitución europea no modifique el estatuto europeo de Gibraltar ni las posiciones de Madrid y Londres sobre el contencioso. Como en otras ocasiones, la fórmula elegida define a Gibraltar como "un territorio europeo de cuya relaciones exteriores se ocupa un país miembro" de la Unión. El presidente no quiso criticar la complejidad que el sistema de doble mayoría aprobado ayer fue adquiriendo en las sucesivas negociaciones.
A la hora de comentar el llamamiento que ayer mismo le dirigió el Papa, entre otras cosas para que apoyara la demanda fallida de Polonia de que se incluyera en el preámbulo constitucional una mención a las raíces cristianas de Europa, Zapatero, que el próximo lunes visitará a Juan Pablo II, fue parco: "Le voy a saludar cordialmente y le voy a ofrecer mi colaboración, teniendo en cuenta que habrá temas en los que coincidiremos, como el de Irak, y otros en los que no".
Gozos y sombras de un debutante
A José Luis Rodríguez Zapatero no le gusta el salmón. Que un político tenga sus tabúes en materia de comida no es excepcional ni especialmente grave, pero puede tener consecuencias desagradables. George Bush padre, por ejemplo, no soportaba el brécol y, cuando lo dijo públicamente, los productores estadounidenses de esa verdura, muy apreciada por los dietéticos, le inundaron la Casa Blanca con excedentes de su producto que creyeron no poder volver a colocar en los mercados después de la propaganda negativa que les había hecho su presidente.
Zapatero no debe temer razonablemente que le conviertan La Moncloa en una piscifactoría, pero sí habrá de enfrentarse al reto de que el salmón es un plato casi obligado en el menú de los consejos europeos. Ayer lo sorteó con cierto gracejo y, desde luego, con mucho menos esfuerzo que los aspectos no culinarios de su primera cumbre. Cuentan sus colaboradores que el presidente del Gobierno salió de la sesión de ayer por la mañana con un gesto que, entre sorprendido y divertido, expresaba todo el agotamiento que puede llegar a causar la infinita capacidad de transacción y mercadeo de los líderes europeos.
La bisoñez es un hándicap a la hora de jugar en estos prados, donde la multiplicidad de los actores incrementa las probabilidades de tener por interlocutor a algún líder de algún país sin poder identificarlo. Le ocurrió ayer al presidente español cuando fue abordado en un pasillo por un primer ministro báltico. No consta que se entendieran, porque Zapatero iba solo y los idiomas no son su fuerte.
De lo que no puede quejarse el debutante español es de la acogida que le han prestado sus aliados predilectos: el presidente francés, Jacques Chirac, y el canciller alemán, Gerhard Schröder. A Chirac, sobre todo, se le ha visto esforzarse por acompañarle, por presentarle gente y, en general, hacer que se sintiera a gusto. El líder galo declaró en rueda de prensa que, "indudablemente", el nuevo Gobierno de Madrid es una buena noticia para los europeos.
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