El cronista de los grandes conflictos de 'Mitteleuropa'
No hay que pasar por alto una de las ocupaciones principales de Claudio Magris, la de germanista, porque es ahí, en su íntima relación con la gran literatura escrita en alemán, donde pueden localizarse los grandes temas y las obsesiones que alimentan su escritura. El momento álgido de su relación con Mitteleuropa puede situarse en esa época en la que el Imperio Austrohúngaro se va al garete y se clausura un mundo, en el que las ruinas de los viejos valores siguen contagiando, sin embargo, la febril y enloquecida huida hacia adelante en la que se precipita, para autodestruirse, el Viejo Continente. Es el momento en que escritores y artistas revelan en sus obras la perplejidad de descubrir una realidad que ha quedado privada de su centro y en la que la voluntad de los individuos se disgrega, atomizada en mil direcciones de incierto destino. Se impone la percepción de la fugacidad, el hombre se convierte en un archipiélago y ya sólo se entiende como un expatriado frente al surgimiento de estructuras anónimas e impersonales. La culpabilidad frente a un mundo caído, la impresión de que han dejado ya de coincidir realidad y lenguaje y la consolidación de un paisaje donde el delirio se convierte a veces en el único camino de expresión posible son algunos temas que Magris aborda con su prosa transparente y llena de matices.
Elegancia y pasión
Robert Walser, Hamsun, Musil, Canetti, Ibsen, Hofmannstahl son algunos de los autores de los que Magris se ocupa en El anillo de Clarisse (Península), que publicó originalmente en 1984. Son ensayos sobre un puñado de autores, pero en cada texto el escritor italiano entra tan de lleno en los mundos y las palabras de los que se ocupa que lo ajeno lo convierte en propio, y las obsesiones de otra época vibran como parte de la música de nuestro tiempo. Fue lo que hizo también al recorrer el río que atraviesa la Europa central para reinventar desde el presente toda la civilización, y sus espasmos, que palpita en El Danubio (Anagrama), que apareció en 1986. En Microcosmos (Anagrama), que publicó en Italia en 1997, su mirada se traslada a ámbitos mucho más reducidos y tiene un tono más narrativo, un tono que se impone en sus novelas Otro mar (Anagrama), de 1991, y Conjeturas sobre un sable (Anagrama), de 1992. Ítaca y más allá (Huerga & Fierro) y Utopía y desencanto (Anagrama) reúnen sus brillantes artículos, y en 2002 probó el teatro en La exposición (Anagrama), o en los monólogos de Las voces y Haber sido (Diego Marín Librero)Hace poco, Eunsa ha repescado su ensayo sobre Joseph Roth de 1971, y quedan aún algunos títulos por traducir de los inicios de una trayectoria apasionada y original.
Babelia
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