Ariel Sharon se juega su futuro político con el plan de retirada de Gaza
La iniciativa divide al Gobierno israelí
No se puede vender la piel del oso antes de cazarlo y eso es lo que le ha ocurrido al primer ministro israelí, Ariel Sharon, quien a última hora de ayer, y en una nueva pirueta política para ganar tiempo, decidió presentar mañana a su Consejo de Ministros el nuevo plan de retirada de Gaza pero no someterlo todavía a votación. Según el texto, por primera vez desde 1967 Israel evacuaría tres asentamientos de la franja de Gaza, pero por ahora todo se queda en un proyecto muy difícil de sacar adelante. El ministro de Economía, Benjamín Netanyahu, rival político de Sharon en el Likud capitanea la rebelión, sabiéndose respaldado por las bases del partido.
Posponiendo la votación, una vez más, Sharon ha hecho lo más práctico para su supervivencia política. Si su plan fuera rechazado, se encontraría con que ha vendido antes de tiempo a todo el mundo, a los egipcios, a los palestinos y principalmente a Estados Unidos, una retirada que puede no producirse nunca. Una bofetada de su propio Gobierno sólo le dejaría la salida de la dimisión.
Y es que fuera cual fuera el resultado, la crisis de Gobierno estaba servida. El ministro de Turismo, Benjamín Elon, del partido de derechas Unión Nacional, ya dijo que si se aprueba la evacuación de un solo asentamiento en Gaza él se marcharía del Gobierno. Elon se desplazó hasta un asentamiento de Hebrón para hacer pública su amenaza. "Todas las maniobras de Sharon para puentear la decisión democrática de los miembros del Likud son antidemocráticas y tienen un tufo de tiranía y desdén por la democracia", señaló. El primer ministro pedirá la creación de un comité especial -presidido por él- que supervise la retirada en caso de que ésta sea aprobada. Se trata de un detalle menor que servirá para medir las fuerzas con que cuenta Sharon en el Gobierno.
Desde ayer los ministros israelíes tenían la propuesta. Es la primera fase de un plan en cuatro tiempos que supone el abandono y desmantelamiento de los asentamientos de Neztarim, Kfar Darom y Morag, en el norte, centro y sur de la franja de Gaza respectivamente. El viceprimer ministro y más fiel aliado de Sharon, Ehud Olmert, trató hasta última hora de ayer de convencer a varios de sus compañeros en el Gabinete de que aceptaran el plan.
Las dificultades de Sharon están disparando la frustración entre sus partidarios, que consideran que si ahora Israel anuncia que prosigue ocupando Gaza se metería en un callejón diplomático sin salida. "Este es un partido que no sabe lo que quiere, es un grupo de chicos de la calle dirigido por un comité central que ignora lo que pasa en el país y en el mundo, y qué es lo que verdaderamente importa", declaraba un alto cargo del Likud. Mientras, en la calle, la fractura en las filas del partido se hace más evidente a medida que se aproxima la hora de la votación.
Acampada permanente
Desde hace días una acampada permanente frente al despacho del primer ministro exige a los ministros del partido que no apoyen el plan y respeten la decisión expresada por las bases del partido en referéndum. "Si nos desprecian, ni olvidaremos ni perdonaremos", advierten.
Las espadas siguen en alto y los israelíes comienzan a hacerse a la idea de que volverán a las urnas en dos meses. Si pierde el poder, Sharon está dispuesto a encontrar el apoyo de 12 diputados de los 38 que tiene el Likud en el Parlamento para torpedear un Gabinete presidido por Netanyahu y forzar la disolución de la Cámara. "¿Está Sharon acabado?", se preguntaban ayer en portada algunos diarios israelíes. "La cuestión no es retirada sí o no", aseguraba el comentarista Nahum Barnea, "la verdadera pregunta es Sharon, sí o no".
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