La ayuda humanitaria comienza a llegar a la zona del desastre en República Dominicana y Haití
Por tierra y aire. La ayuda humanitaria nacional e internacional fluía ayer hacia la zona de desastre de la isla La Española, donde la recuperación de cadáveres, arrastrados por las riadas causadas por las torrenciales lluvias, es cada vez más lenta. Las autoridades dominicanas contabilizaban hasta el mediodía (18.00 horas en la España peninsular) 361 cuerpos sin vida y 352 desaparecidos. La búsqueda de víctimas se concentra en las inmediaciones del lago Enriquillo, hábitat de cocodrilos. Algunos de los cadáveres hallados en ese lugar se encontraban mutilados. Los equipos sanitarios trabajaban en la limpieza del lugar para evitar el surgimiento de epidemias.
En Haití seguía habiendo problemas para dar un número exacto de muertos. Fuentes gubernamentales mantenían la cifra de 1.700, incluidos los desaparecidos. Soldados del contingente multinacional que está en el país más pobre de América desde febrero continuaban su avance por la región sureste. La noche anterior, decenas de ellos se ocuparon de llenar 14 helicópteros con medicinas, agua y alimentos. La mayoría de las carreteras que dan acceso a localidades como Mapou, donde el Gobierno haitiano teme encontrar un millar de muertos, están intransitables.
No ocurría lo mismo del lado dominicano de la frontera. Largas colas de camiones cargados con toneladas de ropas, alimentos, agua y medicinas cruzaron desde la mañana por los pueblos que conducen hasta Jimaní. Allí los esperaban los sobrevivientes de una tragedia que el jueves comenzaba a hacer mella en sus emociones. El ímpetu con el que gran parte de los damnificados dieron apoyo a los equipos de rescate desde el lunes ha ido desapareciendo. Las posibilidades de encontrar con vida a los desaparecidos son remotas y las esperanzas de los familiares comienzan a convertirse en lamentos.
La presencia del presidente de la república, Hipólito Mejía, y su séquito no alivió el llanto y la desesperación de pobladores que se quejaban de que los tenían abandonados. El jueves, el mandatario, alguno de sus ministros y otros funcionarios de alto nivel se trasladaron a la zona de la catástrofe. Llegaron en helicóptero hasta un área desde la que se movieron en todoterrenos. A su paso por algunos puntos del recorrido, lugareños indignados les gritaban que bajaran los cristales de sus vehículos de lujo con aire acondicionado.
"Nos falta de todo"
"Aquí nos falta de todo, no nos quedó nada", le gritó una mujer a Mejía. El jefe de Estado, quien en ocasiones se protegió la cara con una mascarilla, respondió: "Ahí tienen colchones", y señalaba los que han sido llevados a la zona para los damnificados, que todavía ayer no disponían de un lugar con techo en el que protegerse del sol y del frío de la noche. Poco más tarde, señaló que "aquí [en Jimaní] no faltará nada. Haremos todo lo que sea necesario el tiempo que nos queda [al frente del Gobierno]". Mejía abandonará el poder el 16 de agosto, tras peder las presidenciales de hace 15 días.
Los esfuerzos para paliar la situación creada por las fuertes lluvias caídas sobre República Dominicana y Haití el pasado fin de semana han dejado de lado lo que ocurre en otras zonas de República Dominicana. Once personas han muerto en otras partes del país a causa de las lluvias, dos de ellas en Santo Domingo, desde el pasado sábado.
En toda la franja norte y central de República Dominicana aún se aprecian las inundaciones provocadas por las precipitaciones.Las pérdidas agrícolas no han sido cuantificadas y se teme por el estado de la reciente cosecha de arroz, alimento básico de los dominicanos.Las presas están por encima de su capacidad y vierten agua a algunos ríos cuyo cauce ya ha comenzado a subir peligrosamente.
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