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Si nos dan a elegir...

Si nos dan a elegir entre autoritarismo, inestabilidad, pobreza y conflictos regionales o democracia, prosperidad, justicia social e integración regional, la elección está clara, ¿no les parece? La Cumbre que celebramos en Guadalajara nos ofrece precisamente esta disyuntiva: ¿podemos hallar el modo de impulsar conjuntamente la consolidación democrática, la cohesión social y la integración regional en América Latina? Creemos que sí se puede.

Hace cinco años, en Río de Janeiro, establecimos una relación estratégica entre nuestros dos continentes que consolidamos decisivamente en 2002, en Madrid. El resultado es que la Unión Europea es el mayor donante de ayuda, el principal inversor extranjero y el segundo mayor socio comercial de Latinoamérica. La ampliación de la UE ha extendido automáticamente nuestras intensas relaciones a un mayor número de países de tal manera que nuestra tercera cumbre es la primera en la que participan los veinticinco países de la UE ampliada, lo cual ilustra la importancia de Latinoamérica para la UE.

¿Cuáles deberían ser nuestras prioridades para el futuro y qué podemos hacer juntos para mejorar la vida diaria de nuestros ciudadanos, que demasiado a menudo no perciben los beneficios de nuestra colaboración?

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La UE viene a Guadalajara con dos prioridades principales en mente: cohesión social e integración regional. Además, debemos conseguir una cooperación multilateral más eficaz.

El nivel actual de marginación social en América Latina y el Caribe es insostenible. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, América Latina es la región del mundo con mayor desigualdad: en 2003, casi el 45% de su población vivía en la pobreza. Ello no es moralmente aceptable. Pese a las reestructuraciones económicas y las reformas de las políticas públicas de los años noventa, amplios sectores de la población han quedado al margen de los beneficios derivados de una economía de mercado.

Más allá de las consideraciones morales, la exclusión social es causa subyacente de las crisis políticas que frecuentemente se producen en Latinoamérica. En un estudio reciente del PNUD, financiado por la Comisión Europea, se destaca que los países democráticos están perdiendo el apoyo de sus ciudadanos debido a la desigualdad y la pobreza extrema. Más de la mitad de los ciudadanos latinoamericanos respaldarían a un gobierno autoritario si éste solucionara sus problemas económicos. Pero la historia demuestra que las dictaduras y las economías estatizadas generan más violaciones de derechos humanos y corrupción que las democracias consolidadas, que son las únicas que ofrecen posibilidades duraderas de conseguir un desarrollo económico más equitativo. Éste es el razonamiento principal desarrollado en la publicación conjunta Comisión Europea-BID titulado ¿Democracia con desigualdad?, que será presentado a la Cumbre.

Finalmente, la lucha contra la marginación social tiene su propia lógica económica dado que la pobreza reduce el tamaño de los mercados y restringe el crecimiento económico. Una sociedad justa e integradora genera más trabajadores cualificados y consumidores, atrae mayores inversiones extranjeras y fomenta un crecimiento más rápido.

Somos plenamente conscientes de lo complejo que resulta integrar todos los sectores sociales para repartir la riqueza de modo más justo. La UE está decidida a proseguir sus esfuerzos internamente, particularmente para con los diez nuevos Estados miembros que están menos avanzados económicamente. En paralelo, deseamos aportar a nuestros socios de América Latina y del Caribe nuestra experiencia en el fomento de la cohesión social.

En ningún caso se trata de imponer soluciones. La UE y el BID han trabajado intensamente para llegar a Guadalajara con propuestas concretas, como la iniciativa EUROsociAL, dotada con 30 millones de euros, que tiene como finalidad desarrollar redes de administraciones públicas que permitan la transferencia de experiencia y conocimientos técnicos en cuanto a la elaboración y aplicación de políticas sociales. La contribución de nuestros gobiernos será fundamental para el éxito de la iniciativa. El BID contribuirá a lo que debe ser un esfuerzo conjunto aportando cooperación técnica y apoyo financiero.

La globalización hace que la integración regional sea otra prioridad. La historia europea reciente pone ampliamente de manifiesto los beneficios que se derivan de la creciente interdependencia entre vecinos como fórmula para garantizar la paz y el desarrollo económico y estrechar los lazos entre los pueblos por encima de las fronteras. Una mayor integración regional en América Latina y el Caribe permitirá a los países de la región tener un mayor protagonismo en los asuntos mundiales, como lo demuestra la experiencia del Mercosur.

Además, los avances en el fomento de la integración regional son importantes para desarrollar y fortalecer las relaciones con Europa mediante acuerdos de asociación. La UE ha concluido recientemente acuerdos de diálogo político y de cooperación con la Comunidad Andina y con América Central, y se nos pide que iniciemos negociaciones con vistas a sendos acuerdos de libre comercio. Estos acuerdos sólo tienen sentido económico si podemos negociar de región a región y si ambas partes garantizan que las exportaciones podrán circular libremente por sus territorios. En caso contrario, tales acuerdos no servirían para aumentar el comercio y las inversiones bilaterales.

El argumento inverso también es válido: la conclusión de acuerdos bi-regionales impulsa la integración regional. Por ejemplo, un Acuerdo de Asociación entre la UE y Mercosur aumentaría sensiblemente el comercio bilateral y en paralelo generaría dinámicas integradoras dentro de Mercosur basadas en un mejor acceso a un mercado más amplio, tecnología y asistencia técnica. Esperamos que en Guadalajara se llegue a un compromiso que permita concluir dicho acuerdo antes de finales de año. Y por lo mismo, deberemos seguir trabajando conjuntamente para lograr la conclusión con éxito de la Ronda de Doha, también muy importante dado que un sistema comercial multilateral robusto actúa como soporte de los diferentes grupos regionales.

La Cumbre de Guadalajara sirve asimismo para que podamos hablar sobre cómo podemos contribuir más eficazmente a la paz y la seguridad mundiales, incluida la respuesta a retos comunes tales como la gestión de los flujos migratorios, la degradación del medio ambiente, la proliferación de armas de destrucción masiva y el terrorismo internacional. Compartimos un compromiso claro con el multilateralismo y debemos colaborar para hacerlo más eficaz, sobre todo en el contexto del Panel de Alto Nivel para la Paz, la Seguridad y la reforma de Naciones Unidas. Nuestro objetivo debe ser hallar soluciones justas, transparentes y mundiales, acordadas mediante el diálogo internacional, a problemas que sencillamente no podemos resolver por separado.

En conclusión, confiamos en que, sobre la base de los logros de nuestras dos cumbres anteriores, Guadalajara sirva para seguir avanzando en nuestra colaboración estratégica. Es lo que nuestros ciudadanos se merecen, así que nuestros objetivos deberían estar claros.

Chris Patten es comisario europeo de Relaciones Exteriores. Enrique Iglesias es presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.

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