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Tribuna:LOS PROBLEMAS CIUDADANOS
Tribuna
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Listas de espera y sanidad madrileña

El autor sostiene que las colas son irremediables e irreductibles, aunque hay que explicar a los enfermos el lugar que ocupan y por qué.

En los países con sistemas de salud de libre acceso universal hay en todo momento cientos de miles de enfermos obligados a esperar meses o años a ser diagnosticados o recibir tratamiento especializado, y sufren así, durante ese periodo, la práctica suspensión del derecho a la protección de la salud. En Canadá, España, Holanda, Irlanda, Italia, Nueva Zelanda, Noruega, Portugal, Reino Unido, Suecia, etcétera, hay listas de espera permanentes que encierran incertidumbre y dolor. Un fenómeno tan extendido como mal (o interesadamente) tratado por los políticos.

1. La difundida idea de que las listas de espera indican una infra-financiación o una carencia de medios técnicos de la sanidad pública es errónea. "Nadie ha hallado todavía una correlación entre el nivel local de recursos y la longitud de la cola local", dijo Rudolf Klein. Las listas de espera tienen su origen en un conocido e inexorable mecanismo económico: a) los bienes y servicios que se producen son por naturaleza escasos y su distribución o asignación (racionamiento, en términos técnicos) entre los muchísimos individuos que los necesitan o desean sólo puede hacerse por dos procedimientos: el precio de mercado, que presupone la voluntad y la capacidad de pagar, y la cola, que regula el consumo según el orden de llegada; b) los sistemas de salud públicos de libre acceso universal financiados por impuestos o cuotas sociales han suprimido el precio de mercado a fin de asegurar a todos los ciudadanos un tratamiento igual en igual necesidad, y prestan una asistencia gratuita en el momento del servicio; y c) abolido así el precio de mercado en razón a la equidad, el acceso a la sanidad pública ha de hacerse necesariamente por medio de la cola: quien primero llega, primero es atendido. Las listas de espera son, pues, el acompañante inevitable de la gratuidad, del precio cero. "No son fallos a corregir del sistema, son el sistema", precisó Michael Cooper. Más aún, sin ese tiempo de espera que, como un embalse, refrena y almacena el exceso de demanda a precio cero, los sistemas de salud públicos de libre acceso universal no podrían subsistir. Cabría decir que, en sanidad, la justicia social no sería posible sin la prolongación del dolor de aquellos ciudadanos enfermos que deben esperar por un diagnóstico o un tratamiento.

No hay listas de espera en los sistemas sanitarios a los que se accede por el precio de mercado (Estados Unidos), pero los pacientes que no pueden pagarlo (los no asegurados o infraasegurados) sólo encuentran asistencia médica en las salas de urgencia de los hospitales (situación curiosamente semejante a la temporal que aquí padecen los enfermos en lista de espera). Tampoco las hay en la sanidad pública de ciertas naciones (Alemania, Bélgica, Francia) en las cuales 1a participación del paciente en los costes y el pago por acto al médico actúan como un precio de mercado encubierto.

2. Además de inevitables, las listas de espera son irremediables e irreductibles. No hay modo de acortarlas y menos de suprimirlas: un crecimiento continuo y sensible de los recursos (si fuera posible) determinaría un aumento adicional de la demanda (la oferta sanitaria crea siempre su propia demanda, y con más fuerza a precio cero) que alimentaría a las listas de espera, y un crecimiento pasajero, de choque, puede rebajarlas temporalmente, pero es incapaz de eliminar una espera intrínseca al sistema, y cuando los refuerzos se acaban, las listas rebrotan con mayor vigor. Trabajo y gasto de retorno improductivo. A lo largo de los años, el número de pacientes en listas de espera crece con tenacidad en todos los países que las sufren.

3. Ahora, en Madrid, la presidenta de la Comunidad ha prometido que, a finales de 2005, el tiempo de espera quirúrgica no excederá de 30 días, y si no fuese así, dimitiría. Una promesa tan animosa y explícita como perjudicial para la sanidad pública madrileña. Ata el Sistema a la necesidad absoluta de aplicar planes de choque continuos con costes financieros muy altos y crecientes: después de la reducción de cada "choque", las listas de espera reaparecerán más largas y el plan siguiente exigirá más recursos, que, en un marco de presupuestos estrictos, han de ser detraídos de la asistencia ordinaria, es decir, debilitando otros servicios o menguando las inversiones. El cumplimiento de la promesa de "tiempo limitado" empobrecerá el Sistema.

Además, dañará a los hospitales. La persistencia de los planes de choque situará a las listas de espera como eje de la actividad de muchos servicios, dislocando el orden natural de su trabajo, y la jornada de tarde permanente introducirá en el funcionamiento del centro graves riesgos: descenso de la productividad de 1a jornada ordinaria de mañana (algunos médicos podrían traspasar trabajo a la tarde, con paga extra), menoscabo de la calidad de los cuidados (por cansancio del personal) o erosión de la equidad laboral (remuneración mensual desigual a iguales trabajadores con tareas similares asistenciales) que podría desanimar más a muchos de los muy mal pagados y ya muy desanimados médicos de hospital. De hecho, la utilidad real de los planes de choque es política: servir de coartada frente al descontento popular por la espera (hacer ver que se hace todo lo posible), o sea, resguardar los votos a costa de degradar el Sistema.

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4. En las listas de espera, lo único posible y exigible es administrarlas bien, con una gestión sentada en la realidad, transparente y apolítica que: informe a la población que las listas de espera son irremediables e irreductibles, y explique por qué; conceda preferencia a las listas diagnósticas sobre la de tratamiento; instaure una revisión médica regular de los enfermos en espera que permita hacer esperar más a aquellos que puedan esperar sin peligro; comunique a cada enfermo el lugar que ocupa en la lista y las causas de su variación, si se produce; posibilite que el paciente sea tratado en el hospital de menor cola sea o no el que administrativamente le corresponda; elabore estadísticas periódicas de las listas y las notifique a la población; establezca métodos claros de depuración de las listas, etcétera. Para llevar a la práctica esta gestión, hace unos meses que sugerimos, José Fereres Castiel y yo, a la presidenta de la Comunidad la creación de un "gerente de las listas de espera", cargo que debería desempeñar una persona independiente de reconocido prestigio profesional y social. La presidenta, después, lo llamó "comisionado", pero ni ha nombrado a nadie para ese puesto ni, por lo visto, ha entendido sus funciones.

Enrique Costas Lombardía es economista.

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