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LA POSGUERRA DE IRAK | Las torturas

Nuevas imágenes de torturas agravan el escándalo de la cárcel de Abu Ghraib

El diario 'The Washington Post' tiene en su poder cientos de fotos y vídeos de los malos tratos

Las nuevas imágenes del horror de la cárcel de Abu Ghraib irrumpieron ayer en EE UU, con más detalles de las torturas y malos tratos y con el agravante de que aportan las escenas en movimiento de los vídeos. Tal como habían pronosticado senadores e incluso miembros del Gobierno, es muy difícil ponerle puertas al campo, y esta remesa -la que vieron en privado los congresistas hace 10 días- de fotografías e imágenes de la violencia física y psicológica ejercida contra los prisioneros iraquíes fue revelada por The Washington Post, que dijo que tiene en su poder "cientos de fotos y vídeos".

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Además de las imágenes, el Post revela 13 declaraciones de prisioneros que forman parte de la investigación del general Antonio Taguba, el documento que ha permitido conocer el escándalo. En estas declaraciones, los presos denuncian las humillaciones y malos tratos sufridos: masturbarse delante de mujeres soldado, recibir amenazas de violación, recoger su comida de retretes o verse obligados a comer carne de cerdo, beber alcohol o hablar mal del islam.

El Pentágono investiga las acusaciones, que forman parte de los diez consejos de guerra que hay previstos hasta ahora. Las declaraciones se tomaron entre el 16 y el 21 de enero. Están manuscritas en árabe y firmadas por cada detenido, y después traducidas al inglés.

En cuanto a los testimonios gráficos -obtenidos en las últimas 48 horas, según Leonard Downie Jr., director del Post, que dijo ayer que no va a publicar las imágenes más crudas- en uno de los vídeos, del que ya habían hablado con horror los congresistas, un preso esposado se golpea la cabeza contra una puerta verde de metal antes de quedar desmayado. En otro, cinco presos encapuchados y desnudos frente a una pared se masturban con otros dos detenidos a sus pies. Otro muestra a soldados arrastrando a presos desnudos en lo que lo que aparenta ser el comienzo de la pirámide humana que ya se conocía.

Una de las fotos recoge a un preso con el cuerpo cubierto por una sustancia ocre tratando de caminar en línea recta con los tobillos esposados frente a un soldado con una porra negra. Otro preso con capucha, esposado a una barandilla, parece desmayado. Otro más cuelga cabeza abajo de una litera. Una muestra a un preso con mono naranja mirando aterrorizado a un perro negro, a dos palmos de su cara, sujetado con una correa por un soldado. En otras variantes de humillaciones sexuales, dos prisioneros desnudos están esposados uno al otro y un preso se ve obligado a introducirse un plátano para simular sexo anal.

Hay fotos, de las que también se había hablado, de relaciones sexuales entre hombres y mujeres de uniforme, aparente excitados por este enloquecido y bárbaro escenario y por las brutalidades ejercidas. Ya lo dijeron los congresistas el pasado día 12, tras haber visto las imágenes: "Es aterrador, peor de lo que había imaginado", confesó Ron Wyden; "Fue como descender a los infiernos", según Richard Durban.

De las imágenes que de nuevo estremecieron ayer a los estadounidenses no se desprenden datos que permitan aclarar quién estaba al mando. Esa responsabilidad es uno de los debates pendientes, y de su desenlace puede depender la suerte del secretario de Defensa,Donald Rumsfeld. Contra él hay una presión política dirigida por los demócratas y secundada por algunos republicanos, pero también -lo que es más peligroso para Rumsfeld- por mandos militares que arrastran desde hace meses su descontento por la guerra y la posguerra: el origen de las filtraciones está en el Pentágono.

Además, es muy importante, a cinco meses y medio de las elecciones, el estado de la opinión pública. ¿Hasta cuándo puede resistir esta sociedad, con una acumulación de testimonios tan perturbadores? Tres de cada cuatro estadounidenses aseguran que no hay ninguna justificación para estos procedimientos.

Si ese sentimiento se convierte en una exigencia de responsabilidades reales la presión puede ser difícil de soportar para la Casa Blanca. Ya anticipó hace días Rumsfeld que si salían a la luz los nuevos testimonios, "las cosas sin duda empeorarán".

Un preso iraquí, desnudo y cubierto por una sustancia ocre, ante un soldado de EE UU con una porra en Abu Ghraib.
Un preso iraquí, desnudo y cubierto por una sustancia ocre, ante un soldado de EE UU con una porra en Abu Ghraib.AP

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