Restauración sostenible
Un equipo de arqueólogos españoles asesora en la conservación de mosaicos en el norte de Siria
Una quincena de personas rodea la mesa con tanto interés como curiosidad. Tras los saludos de cortesía, Luisa da instrucciones para que se levante el plástico y el paño con el que el día anterior se cubrió el mosaico. Con cuidado, varios de los presentes proceden a descubrir la pieza como si fuera la primera vez. El busto de una mujer, ataviada a la usanza romana, se intuye entre las manchas de la goma empleada para consolidarlo y que con el tiempo ha amarilleado. Fue un trabajo basto, con materiales inadecuados, fruto de la falta de medios con la que tradicionalmente se ha encontrado Siria para preservar su enorme patrimonio arqueológico. Durante dos semanas, un equipo de expertos españoles comparte con sus colegas sirios técnicas de restauración a su alcance.
"Carecen de presupuesto para consolidar, pero al menos pueden restaurar y mantener lo que tienen"
"Se trata de echar una mano para que al menos puedan exhibir una muestra de la riqueza mosaica con la que cuentan", declara el arqueólogo Fernando Valdés, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y responsable del proyecto que financian del Instituto Cervantes y de la Embajada de España en Damasco. "Esta pieza es apenas una gota de agua en el océano", añade Valdés, "tienen kilómetros de mosaicos, la mayoría sin levantar, ya que en esta zona hay no menos de 150 ciudades muertas de la época bizantina y las villas de todas ellas cuentan con mosaicos en mejor o peor estado".
Prueba de sus palabras, la sala de mosaicos del Museo Nacional de Alepo, donde se realiza el curso, hace tiempo que se ha convertido en un almacén. "El patrimonio mosaico de Siria es probablemente el segundo del mundo tras el del Bardo, en Túnez", apunta Valdés. "Aquí, cuando descubren una pieza no tiene dos por tres metros, sino 30 por 40, y tienen representado un amplio periodo que va desde el prerromano hasta los siglos VIII o IX, aunque la mayoría pertenecen a los siglos IV y V", comenta con admiración el arqueólogo. "Nos gustaría ayudarles a preparar un catálogo de ese tesoro mosaico al estilo de los que ya existen en Jordania o en Chipre", anuncia Carlos Varona, director del Cervantes.
Al frente del taller práctico se encuentra la especialista extremeña Luisa Díaz Liviano, formada en Mérida. Con el delantal puesto y las manos enguantadas, Luisa procede a explicar in situ técnicas sostenibles para la conservación de los mosaicos. "Hay que ver las posibilidades reales con las que cuentan aquí. Las técnicas que enseñamos no son las más modernas, pero ayudan a mantener el patrimonio con los materiales disponibles", manifiesta.
"El objetivo del curso no es introducir productos modernos y costosos que resultan inaccesibles, sino trabajar con los medios que ustedes tienen a su disposición", señala Luisa. "Lo importante es no dañar el mosaico y que el adhesivo utilizado sea soluble al agua", añade ante el asentimiento de la mayoría de los presentes, que ya han empezado a limpiar la pieza con agua del grifo. "Ni siquiera disponen de agua destilada que sería lo ideal", afirma la especialista. Los acrílicos utilizados con el aerolán requieren disolventes que hay que importar de Alemania o Italia.
"Tenemos conciencia de que carecen de presupuesto para consolidar, pero al menos pueden restaurar y mantener lo que tienen", insiste Luisa. "Con los medios a su alcance pueden limpiar los restos de tela y cola, documentar las piezas (la mayoría carecen de fecha y de ficha), eliminar el cemento visible, reintegrar el dibujo y dar una capa protectora", asegura sin desanimarse.
Cuando concluya este cursillo, en el que colabora también la arqueóloga Esther Sordo, Luisa Díaz propondrá un ejercicio práctico a sus aplicados alumnos y regresará un mes más tarde para evaluar el resultado. Pero la mirada del profesor Valdés va más allá. "Lo ideal sería que esta experiencia sentara las bases para el establecimiento de un taller escuela de restauración aquí en Alepo, de forma que a la vez que se trabaja en la conservación del patrimonio se forme a los profesionales que se encargarán de ello", concluye el arqueólogo a modo de reto.
Babelia
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