Nuevo fracaso en las negociaciones sobre la Constitución europea
El eje franco-alemán critica a Madrid y Londres
La reanudación oficial de las negociaciones sobre la Constitución de la UE, tras el parón de cinco meses derivado de la fracasada cumbre europea de diciembre, se saldó ayer en Bruselas sin ningún avance concreto, con propuestas a la baja sobre el proyecto inicial y entre protestas del eje franco-alemán contra quienes, como el Reino Unido, hablan de líneas rojas en defensa de intereses nacionales. Francia también advirtió de que "seguramente" no aceptará la nueva propuesta española de reparto de poder, según la cual las decisiones en la UE se adoptarían por una mayoría de Estados que representen al menos a dos tercios de la población de la Unión.
Los ministros reconocieron que no se habían producido avances, aunque precisaron que el ambiente es más positivo y que confían en alcanzar un acuerdo final en la cumbre del 17 y 18 de junio. El español Miguel Ángel Moratinos se declaró "cautamente optimista", pero admitió que algunos, que no identificó, habían vuelto a hablar de líneas rojas. En tono airado, se quejó el francés Michel Barnier: "No podremos llegar a un acuerdo en junio si cada cual multiplica sus reservas y bloqueos".
Derecho al veto británico
Barnier y el alemán Joschka Fis-cher habían exigido en la reunión a su colega británico, Jack Straw, que dejara de hablar de esas líneas rojas, que para Londres incluye el mantenimiento del derecho al veto en fiscalidad, seguridad social, política exterior y persecución judicial de fraudes. Reino Unido también exige ahora que se incorporen a la Constitución sus reservas sobre la fuerza jurídica de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. "No a ninguna marcha atrás en este terreno", declaró Barnier. "No queremos una Constitución a la baja", insistió.
Similares comentarios hicieron los ministros francés y alemán al hablar de las Perspectivas Financieras, que ahora se aprueban por unanimidad para periodos de siete años y que incluyen el reparto de los fondos europeos. Es ahora Holanda el país que exige mantener el veto si no logra antes un compromiso de que aportará menos dinero al presupuesto comunitario mediante la extensión a todos los países contribuyentes netos del sistema conocido como cheque británico. "El derecho al veto significa el bloqueo", lamentó Barnier.
El ministro francés también lamentó que España intente variar al alza los porcentajes para tomar decisiones por doble mayoría de Estados y población (50% y 60%, respectivamente, en el proyecto, mientras España se inclina por 55% y 66,66%). Para Barnier, la fórmula del proyecto es "eficaz y equitativa" y, aunque se mostró "abierto" a negociar una alternativa que no favorezca en exceso las posibilidades de bloqueo, precisó que "seguramente" París no aceptará ese 66,66% (dos tercios de la población). Hoy, la combinación 55%-65% es la que parece contar con más apoyos.
Apenas se trató ayer la propuesta española para que la Constitución sea traducida a lenguas como el catalán, el euskera y el gallego (asumida ya por la presidencia irlandesa) y que los ciudadanos tengan el derecho a utilizar esos idiomas en sus relaciones con las instituciones europeas. "Había algunas dificultades o reservas", comentó Moratinos.
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