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LA POSGUERRA DE IRAK | Las consecuencias en el mundo árabe

Los árabes desconfían de que EE UU impulse reformas en la zona

Líderes de Oriente Próximo piden en Jordania soluciones para el conflicto israelo-palestino

Ángeles Espinosa

Reforma. No ha habido palabra que haya despertado más pasiones en el Foro Económico Mundial que se clausura hoy en Jordania. "Hay consenso en la región en que la reforma no es un lujo, sino una necesidad", resumió ayer Rima Jalaf Hunaidi, vicesecretaria general del Programa de Desarrollo de la ONU y redactora del informe que hace dos años puso de relieve el atraso comparativo del mundo árabe. Sin embargo, nadie quiere imposiciones.

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"No hay confianza en la región para un plan externo", advirtió el día anterior el rey Abdalá de Jordania. Los árabes seguirán dudando de que Estados Unidos quiera de verdad reformar Oriente Próximo mientras no se muestre más activo y equilibrado en el conflicto israelo-palestino.

Rima Hunaidi, una de las pocas mujeres árabes en un alto puesto internacional, no se mordió la lengua ante ministros y empresarios tanto árabes como occidentales. "La reforma que necesitamos va más allá de la reforma económica y la liberalización de los años noventa; es una reforma política, que introduzca sistemas de buen gobierno, y social, que ayude a capacitar a la gente para que tenga vidas con sentido", defendió con firmeza antes de pasar a enumerar los logros y las carencias de las últimas décadas.

"El tren del cambio ya ha salido de la estación", defendió el secretario general de la Liga Árabe, Amer Musa. "Es nuestro deber y nuestra responsabilidad, pero necesitamos una visión, y de eso es de lo que va a ocuparse la cumbre de la Liga Árabe del próximo fin de semana", adelantó antes de enumerar los puntos de la agenda: Palestina, Irak, la reforma y los asuntos administrativos. "Si no tuviéramos que ocuparnos de la cuestión palestina y hubiéramos actuado de forma inteligente en Irak, la agenda sólo tendría un asunto: la reforma", manifestó Musa quien sin embargo precisó que no estaba sugiriendo posponerla hasta que se resuelvan los otros asuntos. "Ustedes deberían ayudarnos a resolverlos, pero nosotros tenemos que reformar", admitió.

Pobreza y atraso

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En un debate anterior, el ministro palestino de Asuntos Exteriores, Nabil Saath, había ido incluso más lejos y responsabilizado al conflicto israelo-palestino del atraso. "Llevamos 20 años de estancamiento, y la causa básica para esta debilidad es nuestra incapacidad para absorber los seis millones de trabajadores que cada año se incorporan al mercado laboral y que van a ser 100 millones de parados en el año 2010", declaró Saath. En su opinión, y su intervención fue una de las más aplaudidas, la causa de esa incapacidad han sido "los bajos precios del petróleo y la inestabilidad que ha privado a la región de inversiones privadas".

"Ésta última es fruto de el problema, no de uno de los cuatro problemas de la región", le reprochó Saath al vicesecretario norteamericano de Estado para Oriente Próximo, William Burns, que había enumerado el conflicto israelo-palestino como una de las prioridades de Estados Unidos en la zona.

Hunaidi reconoció la importancia de los factores externos. "Hoy, el 10% de la población árabe vive bajo ocupación extranjera directa, lo que les priva de derechos y libertades básicas", constató la alta funcionaria. No obstante, subrayó también los problemas internos. Así señaló cómo a pesar de los avances en educación y salud, en el mundo árabe aún hay 65 millones de analfabetos (la mayoría de ellos mujeres), 10 millones de niños no están escolarizados y las enfermedades reducen la esperanza de vida entre cinco y diez años.

"Tenemos el ingreso per cápita más bajo del mundo, a excepción del África subsahariana", alertó Hunaidi. "En tanto que los países del Este asiático duplicarán su renta en 10 años, nosotros necesitaríamos 140 años para hacerlo". Para Hunaidi, la receta está clara. "La única forma de reconstruir nuestras sociedades es un respeto absoluto por los derechos y las libertades individuales, la promoción de la mujer e impulsar una sociedad del conocimiento", resumió convencida de que ya hay algunos signos de liberalización política. "¿Evolucionarán hacia un verdadero proceso democrático? ¿Cuándo podrán nuestros ciudadanos disfrutar de derechos y libertades y librarse del miedo? ¿En años o en décadas?", lanzó al aire.

Urgencia

No obtuvo respuestas, pero de las intervenciones se dedujeron diferentes niveles de compromiso con la reforma y de las reacciones de la audiencia, un sentido de urgencia. Todos coincidieron en la importancia de reforzar el sector privado, pero los cambios políticos y sociales son otra cosa. "La reforma es un proceso natural de la sociedad", defendió el príncipe saudí Turki al Faisal, quien también insistió en la necesidad de mantener la armonía social. Otros representantes de las monarquías de la península arábiga que cuentan con un alto nivel de renta, insistieron en la necesidad de un cambio dirigido desde arriba. Pero no todo el mundo estuvo de acuerdo.

"Los de arriba tienen un conflicto de intereses con el cambio", advirtió el egipcio Naguib Sawiris, presidente y director general de Orascom, multinacional de telecomunicaciones. "Si no quieren compartir el poder político, que por lo menos liberalicen la economía, que nos dejen gestionarla porque lo vamos a hacer mejor que ellos", aseguró. Pero incluso quienes respaldan una postura tan pragmática recordaron a EE UU el desequilibrio de su política. "Si 300 millones de árabes estamos convencidos de que Estados Unidos es completamente parcial en nuestra principal lucha, el conflicto israelo-palestino, ¿cómo vamos a aceptar sus consejos?", concluyó Sawiris.

El rey Abdalá de Jordania (izquierda) y Colin Powell, en Sweime.
El rey Abdalá de Jordania (izquierda) y Colin Powell, en Sweime.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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