Leguina mezcla literatura y matemáticas en su última novela

Mientras termina una serie policiaca y empieza un nuevo libro, Joaquín Leguina publica El rescoldo (Alfaguara). Una novela situada en los años veinte y en la actualidad, que mezcla la historia ("me gusta rebuscar, hacer de historiador aficionado") con una trama sentimental y otra matemática. Situada en la Zaragoza anterior y posterior a la guerra, el eje de El rescoldo es Francisca Vió, una mujer "adelantada a su tiempo".

El rescoldo nace de uno de los cuentos que Joaquín Leguina (Villaescusa, Cantabria, 1941) publicó en Cuernos (2002), un libro en el que indagaba a través de diferentes relatos en las relaciones de pareja. "En uno de aquellos cuentos estaba la raíz de este libro", explica el escritor, político y economista (recién nombrado presidente de la Comisión de Defensa del Congreso) que en El rescoldo suma una pasión más: las matemáticas. Así, la trama literaria se cruza con una trama matemática paralela. Para Leguina, las matemáticas son el más abstracto de los pensamientos científicos y tienen, a su juicio, una "subyugante" relación con la literatura. "Además, los matemáticos son personajes muy literarios".

Nuevamente es un personaje femenino ("trágico y atractivo") el que acapara el protagonismo de la novela: "Prefiero escribir sobre mujeres, la verdad, la condición femenina me parece un pozo sin fondo".

"Francisca", añade sobre la protagonista de la novela, "es esa abuela que a todos nos hubiera gustado tener. Se trata de una mujer muy distinta al cliché que tenemos de esa época. Se trata de una mujer rompedora, como lo fueron muchas a las que habría que agradecer muchas cosas. Una mujer adelantada a su tiempo, y no sólo en el terreno erótico".

Casada con su primo Antonio Vió (un matemático), Francisca se enamora de Germinal Ors, un obrero anarquista. La guerra entierra una historia de amor a tres bandas que, años después, rescata el nieto de Francisca. "El nieto se enfrenta a la necesidad de la memoria y también a la necesidad del olvido. Se enfrenta con la hermana del anarquista que no quiere saber más de lo que sabe. Me interesa el olvido, creo que no se puede vivir sin él. Esa frase de 'perdono pero no olvido' es una mentira. Quien no olvida tampoco perdona. Recuerdo cómo Enrique Múgica, cuando ETA mató a su hermano dijo: 'Ni perdono, ni olvido".

Leguina recurre a la memoria de personajes "pequeños" para contar la historia. "No creo que los grandes protagonistas sean los que dan un punto de vista cabal de una época. Creo que la novela es un género que traslada al lector a la complejidad de la vida. Leer a grandes personajes, como Napoleón o Churchill, no transmite esa complejidad".

Leguina, que llena de juegos íntimos su novela, guiños a amigos y guiños a sí mismo ("Juan Benet y Gardel salen en todas mis novelas, siempre hay una referencia a los dos, siempre aparece una frase de Benet y un tango de Gardel"), pasa deliberadamente por encima de dos asuntos "mayores": la Guerra Civil y la historia de los socialistas españoles: "La historia del socialismo español entre el año 31 y el 39 es demasiado fuerte para pasarla sólo de rondón. Me hubiera comido toda la novela. Así que decidí abrir dos huecos con la guerra y los socialistas".