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2.000 soldados se dirigen a Río para combatir a los 'narcos' de las favelas

La función de las tropas será localizar armas y apoyar a las desacreditadas fuerzas policiales

Un primer contingente de 2.000 soldados del Ejército brasileño llegará esta semana a Río de Janeiro para luchar contra el crimen organizado. Otros 2.000 hombres serán enviados en una segunda fase. El Gobierno federal que preside Luiz Inácio Lula da Silva tomó la polémica decisión ante la incapacidad de la Policía del Estado de frenar las embestidas violentas de los narcotraficantes, que tienen sus guaridas en las favelas cariocas.

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Las tropas tendrán la misión de intervenir en operativos puntuales en busca de armas y dar cobertura logística y de espionaje a las desacreditadas fuerzas policiales. Tres ministros, José Viagas (Defensa), Márcio Thomaz Bastos (Justicia) y Aldo Rebelo (Coordinación Política), se reunieron en Río con la gobernadora Rosinha Matheus para firmar el acuerdo que permite el ingreso en la ciudad de fuerzas militares. La operación tiene un coste estimado de 10 millones de reales (3,3 millones de dólares), aunque no se ha previsto su duración. El objetivo no declarado es tranquilizar a la población, que se siente cada vez más desprotegida ante la capacidad de fuego exhibida por las bandas al servicio del narcotráfico.

El pasado 28 de abril, la gobernadora de Río de Janeiro reclamó al presidente Lula el envío de 4.000 miembros de las Fuerzas Armadas para actuar directamente en las favelas. Sin embargo, Matheus asegura ahora que no habrá tanques ni soldados en las calles. "No es eso lo que hemos pedido ni lo que el Gobierno federal ha ofrecido", ha dicho la esposa de Anthony Garotinho, anterior gobernador y actual jefe de Seguridad del Estado de Río de Janeiro.

Los expertos aseguran que Río es una ciudad difícil para la acción policial por su geografía y la promiscuidad de tener la extrema miseria junto a la extrema riqueza. La decisión de movilizar el Ejército para combatir el narcotráfico ha sido tomada a regañadientes por el Gobierno federal, según varias declaraciones de las autoridades. "El Ejército no está entrenado para eso. Colocado en la calle, corre un riesgo muy alto de desmoralizarse", señala el ministro de Justicia en una entrevista. "Puede ser utilizado en casos de emergencia, como hicimos en los comienzos de nuestro Gobierno, en el carnaval de Río del año pasado". Grupos bien entrenados para el combate intervendrán para localizar un depósito clandestino de armas o un alijo de drogas, dice Bastos. El problema es que los traficantes suelen ocultar sus arsenales en las favelas, lo que obligará a los militares a entrar en ellas. El Gobierno subraya que la lucha tiene que basarse en los servicios de espionaje y recuerda que la reciente operación llevada a cabo en la favela Rocinha, que acabó con la muerte del jefe de una de las bandas, se realizó gracias al espionaje.

"Habrá muertos"

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Los militares acatan las órdenes, pero recelan de su implicación en la guerra contra el narcotráfico. "Que no esperen milagros", dice el coronel retirado Geraldo Cavagnari, ex profesor del Estado Mayor del Ejército e investigador de la Universidad de Campinas (São Paulo). "Si se produce una situación comprometedora habrá muertos", advierte, "porque los militares cuando actúan, actúan. Si hay que disparar, disparan".

El envío del Ejército a Río es consecuencia del fracaso de las fuerzas policiales, carcomidas por la corrupción desde hace años, según advierten diferentes analistas. "En los años sesenta, la corrupción penetró en las instituciones policiales de Río con el juego de bicho ", dice el coronel Cavagnari, y se extendió "a la clase política y al poder judicial, hasta sacudir las estructuras del Estado". No basta con perseguir a las bandas de las favelas si no se llega hasta la cúpula de una organización con poderosas vinculaciones. Brasil era un gran corredor de distribución de droga para los dos grandes mercados, EE UU y Europa. Hoy es un gran mercado de consumo de marihuana, cocaína, heroína y drogas sintéticas.

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