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LA EUROPA DE LOS VEINTICINCO

Zapatero y Ahern abren la negociación definitiva sobre la Constitución

El primer ministro irlandés viajará la próxima semana a Madrid

La Constitución europea es necesaria con tal urgencia que el debut europeo del presidente del Gobierno español tuvo que exceder de los límites puramente ceremoniales de la cumbre convocada ayer en Dublín. El presidente de turno de la Unión Europea, el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, requirió, en efecto, a José Luis Rodríguez Zapatero para una conversación a solas que se celebró tras la cena.

El propio Ahern explicó que tenía el propósito de exponer a Zapatero sus ideas sobre la Constitución y, en especial, sobre el reparto de poder en la Unión. Ésta es la única reunión de trabajo que el irlandés mantuvo durante la jornada.

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El trabajo de la presidencia para cerrar un acuerdo antes de julio es acuciante, y ello explica que, contra todo pronóstico, Bertie Ahern iniciara anoche mismo las consultas por el punto donde la dificultad ha sido máxima: España. El primer ministro irlandés anunció que proseguiría hoy esos contactos con algunos de los líderes que pernoctaron anoche en Dublín, como el primer ministro británico, Tony Blair, y que durante la semana que viene iniciará una gira por las capitales afectadas. Después del próximo domingo estará en Madrid, y es seguro que allí se entrará en el meollo de los problemas.

Lo de ayer fue poco más que una toma de contacto y un primer tanteo de posiciones. "Será la primera entrevista formal que mantenga con el señor Zapatero", explicó el primer ministro irlandés, que dijo que el encuentro marcaría sólo "el comienzo de la negociación" y sería "una oportunidad para intercambiar puntos de vista".

Sin duda, el presidente de la UE, además de exponer sus ideas básicas, quiso escuchar de boca del presidente del Gobierno español lo que declaró el pasado miércoles en Berlín: que acepta el sistema de doble criterio que Francia y Alemania defienden para la toma de decisiones por mayoría cualificada. El rechazo de Aznar hacia ese modelo decisorio provocó la crisis de marzo pasado en la Unión Europea.

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Rodríguez Zapatero abrió ayer el diálogo con un handicap que parece crónico entre los presidentes del Gobierno español: el escaso dominio de la lengua inglesa. "A beautiful day" (un día maravilloso) es todo lo que se le oyó decir nada más llegar a Farmleigh, la casa de campo en que se celebraron las ceremonias, mientras saludaba a Ahern, que le esperaba a la puerta.

Claros gestos de disculpa fue lo primero que ofreció a su anfitrión, y unos giros de mano que expresaban sin ambages que su capacidad para entender lo que se le decía era muy limitada. "My english is very bad", pareció leerse en sus labios, pero las palabras no llegaron a las cámaras. Ahern siguió hablando, no obstante, ante los fotógrafos, como si nada, como suelen hacer los políticos acostumbrados a afrontar estas cosas. Y Zapatero elevó un par de veces la mano hacia el cielo, insistiendo en que la jornada era, efectivamente, espléndida.

Conversaciones con líderes

Luego se le vio más o menos integrado en las conversaciones de los demás líderes, cuando salieron al jardín a posar para la llamada foto de familia. En sociedad, el nuevo presidente español no parece un protagonista nato, pero tampoco cultiva la circunspección rayana con el autismo que José María Aznar desplegaba en sus comparecencias europeas.

Zapatero llegó a la foto charlando animadamente con el primer ministro luxemburgués, Claude Junckers, precisamente un correligionario de Aznar en la ideología popular, pero no en la pasión por la invasión de Irak ni en la resistencia nacionalista a la integración de Europa. Pronto se les unió el portugués José Manuel Durão Barroso, éste sí, aliado estrecho del anterior presidente español. Zapatero le visitará el próximo martes en Lisboa.

Algirdas Brazauskas, primer ministro lituano, se abalanzó a abrazar al español, que posó para su primera foto europea en el centro de la escena, detrás del francés Jacques Chirac y del alemán Gerhard Schröder, entre el primer ministro esloveno, Anton Rop, y el eslovaco Mikulas Dzurinda. Hubo una larga espera, porque el alemán Gerhard Schröder y el británico Tony Blair, que hacían algo juntos, llegaron tarde. El alemán abrazó a Zapatero, que hablaba con Chirac. También el presidente de la Comisión, Romano Prodi. Hecha la foto, Zapatero se fue hablando con el polaco Leszek Miller, el más perjudicado por el repliegue de Irak, y con el belga Guy Verhofstadt, que el jueves estará en La Moncloa. También se entretuvo con Simeón de Sajonia Coburgo, primer ministro de Bulgaria.

Antes de despedirse de Dublín, el presidente del Gobierno hizo una declaración en la que se dijo "orgulloso de representar a España" en un día que calificó de "feliz e histórico" para la paz y del desarrollo del mundo. "Ya no hay una Europa del Este ni del Oeste, ni del Sur ni del Norte, ni una vieja ni una nueva Europa. Hay una Europa unida, una Europa de futuro, de prosperidad y de diálogo entre millones y millones de europeos", afirmó.

José Luis Rodríguez Zapatero (derecha) y Jacques Chirac reciben sus respectivas banderas en Dublín.
José Luis Rodríguez Zapatero (derecha) y Jacques Chirac reciben sus respectivas banderas en Dublín.EFE

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