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Reportaje:

El viaje más solidario

Un grupo de estudiantes de Pedagogía cambia el tradicional recorrido de fin de carrera por un proyecto de desarrollo en Bolivia

Los viajes de fin de carrera son una tradición que sigue vigente entre los universitarios. Tras años de compartir clases, apuntes, litros de café y de lograr, por fin, la licenciatura, procede poner tierra por medio y visitar juntos algún lugar que simbolice el final de la etapa de estudios. Los destinos suelen ser una hermosa playa o una imponente ciudad monumental: pero no todos los universitarios quieren descansar y olvidar lo aprendido por un tiempo. Éste es el caso de un grupo de estudiantes de Pedagogía de la Universidad Ramón Llull (Barcelona). Decidieron que su viaje de fin de carrera debía ser solidario y organizaron un proyecto de desarrollo en tierras bolivianas. Se trataba de un programa de alfabetización informática en comunidades de varios puntos del país, desde comuidades del altiplano hasta la capital, La Paz.

"De la teoría a la práctica de ejercer de profesor hay un buen trecho", dice un alumno

La idea era aportar su grano de arena para romper la barrera tecnológica entre el primer mundo y los países en vías de desarrollo. Enseñar el uso de ordenadores a profesores y alumnos no familiarizados con la herramienta, y explicar el funcionamiento de programas como Word, Excel o Power Point.

En complicidad con la asociación Solidarios con el Desarrollo Boliviano, que envió más de 500 ordenadores a escuelas y centros de formación de diferentes comunidades, los estudiantes empezaron a prepararse para una experiencia de tres meses que algunos de los implicados califican como "darse de bruces con la realidad".

Seminarios con expertos en proyectos solidarios, lecturas y no pocas actividades para lograr fondos para pagar el billete de avión como vender artesanía boliviana, ocuparon el tiempo de estos estudiantes que, además, debían seguir sus clases universitarias y preparar los exámenes finales.

Para que la iniciativa llegara a buen puerto, el apoyo de la profesora Conxa Macià fue determinante. "Creo que es interesante que este tipo de viajes tengan un objetivo concreto, porque además supone para ellos su primer reto profesional", explica Macià. Esta profesora de Pedagogía con más de 20 años de experiencia y que también ha participado en proyectos educativos en Bolivia, cree que "hay que olvidar lastres académicos, ofrecer más prácticas, inventar e incentivar a los estudiantes". La idea del viaje solidario, que se llevó a cabo el verano pasado, cuajó entre los estudiantes, porque a lo largo de la carrera se incide especialmente en la vertiente social de la pedagogía, según Macià. "Asumen que las salidas profesionales pueden ir más allá de la escuelas y que su formación les puede llevar a trabajar en cárceles, en centros de menores, en entidades de barrios, aquí o en otros países", reflexiona la profesora.

A Hadar Ayxandri, uno de los estudiantes que participaron en el proyecto en tierras bolivianas, lo vivido aquel verano le supuso un cambio de percepción profesional y personal. "Te da otra idea de cómo funcionan las cosas. Se aprende a otro ritmo, y el programa tiene que adaptarse a la realidad de los alumnos de allí", explica. A la luz de esta experiencia, que recomienda a todos los universitarios, Ayxandri afirma: "Tenemos unas visión muy sesgada del mundo, y nos miramos mucho el ombligo europeo".

A Jaume Juanola, psicoterapeuta y otro de los estudiantes que se sumó al viaje, la iniciativa le ha cambiado la vida. Tras el proyecto, regresó a España y empezó a buscar trabajo, pero no tuvo suerte. En su memoria pesaban los recuerdos de la labor llevada a cabo en Bolivia, uno de los países latinoamericanos más pobres. Y decidió regresar. Actualmente trabaja en la Fundación para el Progreso y el Desarrollo, donde lleva a cabo una serie de cursos de capacitación y formación de trabajadores bolivianos. Ha llegado a la conclusión de que, respecto a lo aprendido en clase, "de la teoría a la práctica de ejercer de profesor hay un buen trecho", dice Jaume, y cree que las universidades deberían ofrecer seminarios o talleres para conocer otras realidades educativas.

Un estudiante comparte ordenador con un profesor durante el proyecto en tierras bolivianas.
Un estudiante comparte ordenador con un profesor durante el proyecto en tierras bolivianas.HADAR AYXANDRI

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