La Cámara pide permiso para prescribir heroína bajo control
Cerca de mil drogadictos vascos no siguen ningún tratamiento
El Parlamento vasco solicitó ayer por unanimidad al nuevo Gobierno central que autorice la dispensación de heroína como tratamiento médico a los drogodependientes que han fracasado con todos los programas de deshabituación que han intentado. Todos los grupos menos SA, ausente del debate, consensuaron un texto en el que también piden que hasta que se produzca la aprobación definitiva, se permita al menos un uso compasivo de la heroína como mal menor en los casos más graves. Los partidos entienden que facilitar la droga reducirá los daños de estos drogadictos.
El debate sobre la prescripción de la heroína con fines terapéuticos no es nuevo en el Parlamento vasco, que ya ha tratado esta cuestión diferentes veces desde el año 2000. Sin embargo, el regreso del PSOE al Gobierno central abre un nuevo horizonte en este campo. La relevancia del debate de ayer radica en que por primera vez todos los partidos se pusieron de acuerdo al respecto, formalizaron la solicitud al Ejecutivo estatal, competente en la materia, y obviaron la petición de un ensayo clínico, que ya están realizando comunidades como Cataluña y Andalucía.
La conveniencia o no de ese ensayo ha sido el caballo de batalla en todos los debates celebrados hasta ahora en la Cámara de Vitoria. El tripartito y la oposición coincidieron en que está probado científicamente que facilitar la droga a los heroinómanos que viven de una forma marginal reduce sus daños y mejora su calidad de vida, por lo que Euskadi se puede ahorrar ese ensayo.
La petición del Parlamento se sustenta en el estudio que el Departamento de Sanidad y la Dirección de Drogodependencias del Ejecutivo, dependiente de Asuntos Sociales, presentaron el pasado año. Ese informe concluye que no es necesario realizar un ensayo clínico y que sí es conveniente elaborar una guía con los recursos médicos y sociales que precisarán los drogadictos que se acojan al programa.
Una de las claves del buen funcionamiento de la dispensación controlada de heroína a toxicómanos en Suiza, el país más avanzado en esta cuestión y con la experiencia más consolidada, es la amplia red de ayuda que ha tejido en torno a los usuarios, desde atención médica a psicológica y social.
La directora de Drogodependencias, Belén Bilbao, expresó su satisfacción tras la decisión del Parlamento. Según indicó, el uso de la heroína con fines terapéuticos ayuda a los drogadictos a reinsertarse en la sociedad y facilita su acceso a la red sociosanitaria, de la que muchos de ellos están alejados. Bilbao resaltó que el programa contribuye a disminuir la mortalidad por el contagio de enfermedades como el sida.
El portavoz del PSE en el debate, Jesús Loza, sostuvo que la oposición al tratamiento médico con heroína es más de carácter ideológico que científico y lamentó que el anterior Ministerio de Sanidad, dirigido por el PP durante ocho años, no admitiese esta droga como un medicamento. El representante del PP, Carmelo Barrio, reconoció que el camino de los ensayos ya está abierto a nivel nacional con las experiencias de Cataluña y de Andalucía, por lo que "se puede y se debe seguir avanzando".
La dispensación en Euskadi de heroína con fines terapéuticos ha tenido uno de sus frenos en el propio Departamento de Sanidad, que siempre ha defendido la metadona para tratar a los toxicómanos y ha esperado desde la distancia a que otras comunidades se postularan para realizar los ensayos clínicos.
Drogadictos sin control
Unos 5.500 heroinómanos viven actualmente en el País Vasco, de los que cerca de 4.500 siguen algún tipo de tratamiento. Dentro de este colectivo, 2.500 recurren a la metadona para paliar su adicción, pero un 30% de ellos fracasa. En estos casos suelen coincidir trastornos psicológicos, consumo de drogas durante el programa y situaciones de desarraigo y marginalidad. Junto a este grupo de pacientes se encuentra otro integrado por cerca de 1.000 toxicómanos que se niega a entrar en cualquier programa de tratamiento.
El perfil de estos drogadictos se corresponde con el de un varón, mayor de 30 años, con un nivel muy bajo de cualificación, así como con una precaria o nula experiencia laboral. La mayoría acumula más de diez años de toxicomanía y, normalmente, combina la heroína con el cannabis, la cocaína y el alcohol. Sólo una mínima parte recibe ayudas de las instituciones públicas y únicamente acuden al sistema sanitario en situaciones de emergencia. Estos heroinómanos más los que fracasan con la metadona son los candidatos naturales a experimentar con la dispensación de heroína bajo control médico.
La dispensación controlada de heroína es una de las partes de una política que se conoce como de reducción de daños y en la que también se incluye las narcosalas. Bilbao inauguró el año pasado la única que existe en Euskadi.
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