Un naranjo de 200 años cambia de casa
La construcción de una urbanización obliga a trasplantar un cítrico plantado hace dos siglos en Carcaixent
Un naranjo plantado en la partida Vilella de Carcaixent a finales del siglo XVIII se vio ayer forzado, para sobrevivir, a cambiar su tradicional parcela por un jardín autóctono municipal. El motivo del traslado es que la zona rural donde echó sus raíces la ocupará una moderna urbanización de adosados y bloques de viviendas.
El cítrico, no obstante, se resistió a una gigantesca grúa con todas sus fuerzas durante dos horas. Pero finalmente fue arrancado de su hábitat.
Los técnicos de una empresa especializada instalaron hace unos días unos potentes anclajes para elevar hasta un camión de gran tonelaje el cepellón del árbol con todas sus raíces. Pero la tierra arenosa se desmoronó del sistema radicular y cayó al enorme hoyo, de unos nueve metros de perímetro, excavado en torno al árbol.
Más de un agricultor avisó de que la tierra no acompañaría al árbol en su traslado por no ser arcillosa. Los especialistas renunciaron finalmente a su plan ante la posibilidad de que el naranjo pudiera fracturarse en el intento. El responsable de la firma Talher, SA, encargada del trasplante, aseguró que el naranjo no tendría dificultades a la hora de arraigar en su nueva ubicación, dado que sus raíces son todas ellas superficiales.
El veterano frutal estaba ayer solo en el campo, las máquinas habían arrasado en jornadas previas con todos sus antiguos compañeros, de los que tan sólo quedaban algunas ramas secas. Él era el único superviviente a la tala requerida para construir una urbanización.
En las horas previas al traslado del árbol se realizaron trabajos de poda, al tiempo que se aplicaron al naranjo fungicidas con el fin de que tuviera las máximas garantías de enraizamiento en su nueva parcela. La operación de trasplante supone para el Ayuntamiento de Carcaixent un desembolso de 15.000 euros.
La espectacular escena fue presenciada por numerosos curiosos, pero de manera muy especial por el último propietario del cítrico, Juan Fresquet, que lo ha donado al Ayuntamiento. El naranjo de pie de estaca resistió en su día a la enfermedad de la tristeza, que acabó con todos los cítricos de pie dulce plantados por los agricultores en el siglo XX porque teóricamente eran más rentables. Según Fresquet, el naranjo tiene unos 205 años, pertenece al grupo varietal "blancas" y produjo hasta un centenar de arrobas (más de 1.200 kilos) en su época de esplendor. Fue muy robusto y de gran altura, pero ahora apenas producía unas ocho arrobas de clementinas finas, ya que su maltrecho tronco está hueco y su antigua envergadura ha quedado reducida a tan sólo siete brazales.
El transplante fue seguido también por un veterano agricultor de 68 años, José Estrada, que fue cabo de la policía rural de Carcaixent. Estrada considera que deben quedar tan sólo un centenar de cítricos con dos siglos de antigüedad pertenecientes a los primeros huertos, como el del boticario Bodí, el de Garrigues y el de Maseres, donde se inició en la comarca de la Ribera el cultivo del naranjo.
El responsable municipal de Medio Ambiente de Carcaixent, Ino Signes, promotor de un programa de protección de árboles monumentales, reservó al bicentenario naranjo un lugar de honor en el jardín autóctono, ante la puerta principal del Hort de Carreres, junto a otros viejos frutales, magnolios, algarrobos y palmeras.
En esta ubicación urbana, donde lo descargó la grúa, rodeado de adosados y de la curiosidad de los niños de un colegio cercano, intentará arraigar de nuevo el viejo cítrico que creció hace un par de siglos, junto al barranco de la Vila, en una parcela rural de Carcaixent.
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