Regàs reflexiona sobre el paso del tiempo en su libro "más arriesgado"
'Diario de una abuela de verano' reúne vivencias y recuerdos
Como "un cuento para la memoria y el amor" definió ayer Rosa Regàs (Barcelona, 1933) su nuevo libro. Escrito en primera persona, Diario de una abuela de verano (Planeta) recoge reflexiones nacidas en los meses de julio que, desde 1992, la escritora comparte con sus nietos en el Ampurdán. A la tradición se han ido sumando con los años nuevos rostros. "El recuerdo de esos veranos idílicos, sensacionales y divertidos es mi mejor legado", sostuvo.
"Mientras escribía este libro he estado esquivando el pudor que da hablar todo el rato de uno mismo", confesó ayer Rosa Regàs durante la presentación de Diario de una abuela de verano ante la prensa, en la Casa de América de Madrid. "Un escritor siempre se muestra", explicó, "pero en la ficción nos desnudamos menos. En un diario, en cambio, cada preocupación, cada idea, es real y propia". Esa mirada introspectiva hace que éste sea, para la autora de Azul, su libro "más arriesgado".
Con el ruido de fondo de "los 14 a 18 niños" que entre nietos y amigos comparten su casa del Ampurdán, cada julio Regàs deshilvana el gran tema del diario: "Es sobre todo una reflexión sobre el paso del tiempo, que es siempre incomprensible, amargo y descorazonador. Los niños son el disparadero. Los ves crecer y no puedes evitar pensar que te quedan menos veranos. Yo creo que hay muchas más longanizas que días, aunque en mi tierra se diga lo contrario", resumió.
Los usos de la casa ("no levantarse antes de las nueve", "no llorar a menos que haya sangre", "no dejar nada en el plato...") y las preguntas, a veces incómodas, de los pequeños ("¿tú crees en Dios?", "¿dónde está lo que hace que los peces estén vivos?") dan vida al relato de una experiencia que Regàs define como "deliciosa, personal y amable". El diario transcurre así entre el elogio de lo cotidiano, el análisis de la actualidad y "el aprendizaje de la decepción", una expresión que Regàs repite "como homenaje al maravilloso libro de Félix de Azúa" que lleva ese nombre. "Con la juventud creemos que todo se conseguirá. Vivir enseña que no es así, pero también que la decepción no lo es todo y que está todo muy mezclado", explicó.
Tras ganar en 2001 el Premio Planeta por su novela La canción de
Dorotea, Regàs pensó en escribir un libro "que no llevara mucho tiempo". El diario, para el cual ya había tomado notas durante años, parecía el más sencillo. "Estaba equivocada. Habrá quienes lo consideren un libro menor", dijo, "pero es uno de los que más me ha costado escribir".
Babelia
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