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Dejarse la piel por 35 euros

En 2003 la venta de productos derivados de la foca aportó a Canadá unos beneficios de 9,3 millones de euros.

El precio de una piel de foca de primera calidad se ha duplicado desde 2001. Ronda los 35 euros, una cifra cercana a la de los años setenta. En aquella época, los ecologistas consiguieron movilizar a la opinión pública contra estas prácticas, a través de grabaciones en las que se veía a cazadores matando crías a palos.

La repulsa mundial llevó a que en 1972 Estados Unidos prohibiera la entrada de cualquier producto derivado de la foca. En 1983, la Comunidad Económica Europea (actual Unión Europea), prohibió la importación de pieles de crías.

Hoy, países como Noruega, que no pertenece a la UE, y Dinamarca, importan algunos productos derivados de la foca, pero no sus pieles. Sin embargo, en Polonia (que en mayo ingresará en la UE), Rusia, Ucrania y China están surgiendo mercados en los que crece la demanda complementos en piel de foca.

Tina Fagen, de la Asociación Canadiense de Cazadores de Focas, declaró la semana pasada a The New York Times que "los nuevos mercados son buenos, la aceptación crece y los precios están lo bastante altos".

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