El líder de la revuelta chií se hace fuerte en Nayaf, ciudad bajo mando español
Múqtada al Sáder desafía a Estados Unidos al exigir la retirada de todas las tropas de Irak
Seguro del apoyo de la calle, el joven clérigo chií Múqtada al Sáder escapó ayer del cerco que las tropas estadounidenses habían tendido sobre Kufa y se refugió en la vecina Nayaf, que depende del mando español de la Brigada Plus Ultra. Al Sáder, que se ha hecho fuerte en ella, ofreció la ciudad santa "liberada" al gran ayatolá Alí al Sistani, máxima autoridad religiosa de esta rama del islam en Irak. En un claro desafío a la autoridad de EE UU, Múqtada ha exigido la retirada de todos los ocupantes como condición para suspender la insurrección.
El administrador civil estadounidense en Irak, Paul Bremer, negó ayer que la situación fuera grave: "Tenemos problemas, no vamos a negarlo, pero Irak está en el camino para hacer posible el tipo de país que los iraquíes y los estadounidenses deseamos, que es un Irak democrático", dijo a una cadena de televisión. En su opinión, lo que se está viviendo estos días "no es una insurrección", sino que se trata de violencia vinculada a "una milicia ilegal dirigida por un grupo de gente fuera de la ley, que ha atacado a los iraquíes, además de a las fuerzas de la coalición". "Vamos a ocuparnos de ellos".
En tres días de insurrección han perdido la vida al menos 130 personas, de ellos una veintena de soldados estadounidenses, un militar ucranio y un camionero búlgaro.
Desde el otro lado, la respuesta de los chiíes radicales es desafiante: "El levantamiento continuará y no negociaremos a menos que cumplan nuestras exigencias, que son la retirada de las zonas pobladas y la liberación de los prisioneros", declaró el el jeque Qays al Jazali durante una conferencia de prensa en Nayaf. Al Jazali leyó un comunicado de Múqtada en el que el clérigo hace un llamamiento a los países con fuerzas en Irak para que retiren a sus soldados.
"Esta insurrección muestra que los iraquíes no están satisfechos con la ocupación y que no aceptarán la opresión", continuaba Múqtada en el texto leído por Al Jazali. "Dirijo mis palabras al gran demonio, Bush, y pregunto: ¿quién se opone a la democracia? Él que aboga por la resistencia pacífica o el que bombardea el país y derrama sangre?".
Todos los intentos de mediación entre los rebeldes y las fuerzas de la coalición parecen haber fracasado hasta ahora. "Desde el primer momento despachamos emisarios ante Múqtada para advertirle de que la situación es muy grave y que cualquier exceso puede tener consecuencias desastrosas", dijo ayer Adnán el Asadi, del partido Al Dawa, una de las formaciones islamistas con más arraigo en Irak y de la que fue cofundador un tío de Múqtada en los años cincuenta. También la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak, la principal formación política chií, e incluso el jefe de la policía de Nayaf, general Alí al Yaseri, lo han intentado.
Múqtada ha ignorado los llamamientos del gran líder espiritual de los chiíes, el ayatolá Al Sistani. Su rebelión lo es tanto contra las fuerzas de ocupación como contra el establishment religioso tradicional, que ha aceptado cooperar con los ocupantes. Para los radicales pro Múqtada, los ancianos clérigos de la Hawza (el Seminario) son demasiado complacientes con los extranjeros y están desconectados de la calle.
Por tercer día consecutivo, las revueltas continuaron ayer en distintos puntos de Bagdad (incluso en barrios de mayoría suní) y en otras ciudades de mayoría chií, sobre todo en Nasiriya. Las protestas no sólo no han sido espontáneas, sino que responden a un plan perfectamente trazado: manifestaciones, toma de edificios oficiales, de forma pacífica si es posible, y negociación con las autoridades desde una posición de fuerza.
Problemas británicos
Así ha sucedido en Kut, a 165 kilómetros al sur de Bagdad, donde ayer patrullaban conjuntamente los milicianos de Al Sáder y las fuerzas de seguridad iraquíes. Los seguidores de Múqtada empezaron las protestas el domingo y lograron desalojar a los soldados ucranios de la sede del Gobierno provincial. Ocuparon comisarías y el edificio de la televisión. El lunes negociaron su participación en el mantenimiento de la seguridad, pero las noticias que llegaban ayer de demostraban que la toma de poder no había sido pacífica: un soldado ucranio perdió la vida y seis resultaron heridos.
Más al sur, en Amara, a unos 350 kilómetros de Bagdad, los hombres de Al Sáder se enfrentaron con las tropas británicas. Entre el lunes y el martes, los choques han dejado 12 iraquíes muertos y 27 heridos. Sin embargo, en Basora, los militares británicos negociaron con el representante de Múqtada, el jeque Salem Adel Saleh, y consiguieron que los milicianos abandonaran la sede del Gobierno provincial a cambio de que sólo la policía iraquí patrulle las calles de la ciudad, sin presencia visible de las tropas de la coalición.
En Bagdad, un portavoz del Ministerio de Sanidad dijo que en los dos días anteriores se habían producido sólo en la capital 66 muertos (57 de ellos en el populoso barrio de Ciudad Sáder) y 317 heridos.
Mientras, continúa la Operación Resolución Valiente contra la insurgencia en Faluya, uno de los bastiones de la resistencia en el llamado triángulo suní, y donde se desarrollan duros combates. Las fuerzas estadounidenses, unos 2.000 soldados apoyados por helicópteros, reconocieron haber perdido cuatro marines el día anterior en la provincia de Al Anbar, pero sin especificar si había sido en Faluya.
La situación es tan peligrosa en todo el país que no sólo la coalición ha anulado una feria comercial prevista para esta semana, sino que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados ha suspendido las repatriaciones de iraquíes de momento.
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