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Un jurado de EE UU absuelve a una madre que mató a pedradas a sus hijos

La mujer, exonerada por trastorno mental, dijo que obedecía a Dios

Un jurado de la localidad de Tyler, en el Estado norteamericano de Tejas, ha absuelto de todos los cargos a Deanna Laney, una madre acusada de apedrear a dos de sus hijos hasta la la muerte y herir de gravedad a un tercero. Los miembros del jurado han argumentado que la acusada sufrió trastorno mental durante el apedreamiento. La mujer, de 39 años, aseguró que sólo estaba obedeciendo órdenes de Dios.

La madre mató a pedradas a dos de su tres hijos cumpliendo, según ella, una "petición de Dios". Tras una semana de escalofriantes testimonios, el jurado concluyó que Deanna Laney padece "enajenación mental" y es incapaz de discernir el bien del mal. Si el veredicto hubiera sido de culpabilidad, Laney habría sido automáticamente condenada a cadena perpetua, pero en su lugar será internada en un centro psiquiátrico de alta seguridad con posibilidad de reinsertarse a la sociedad.

Laney, de 39 años, eligió el Día de la Madre de 2003 para matar a sus hijos. Lo hizo cuidadosamente, a media noche, cuando su marido y los niños dormían. Primero fue a la cuna del bebe de 14 meses, Aaron, y le golpeó repetidamente con una piedra mientras el niño lloraba. Los gemidos despertaron al marido, Keith, pero ella le tranquilizó diciéndole que no pasaba nada. Volvió a la cuna y continúo machacándole hasta que dejó al pequeño inconsciente, aunque no muerto. Estaba practicando para proseguir con los mayores.

Después despertó a Luke, de seis años, le sacó al jardín y le pidió que apoyara la cabeza sobre una piedra larga. El niño, aún medio dormido, obedeció y la madre comenzó a machacarle con un pedrusco hasta que los sesos se le salían, hechos ya líquido. Los macabros detalles se saben porque ella misma lo relató a la policía horas después. El último "sacrificio" fue el del mayor, Joshua, de ocho años. El niño se resistió, y recibió por ello los golpes más intensos. Murió en pocos minutos, también con los sesos deshechos.

"Acabar la faena"

El bebé escapó a la muerte pero ha quedado completamente incapacitado. ¿Por qué no lo remató?, le preguntaron los fiscales durante el juicio. "Le dije a Dios que acabara él la faena", respondió esta madre ultrarreligiosa que educaba a sus hijos en casa en vez llevarles a un colegio y que afirma que Dios ha puesto su fe a prueba porque es una de las personas "elegidas para testificar en el juicio final después del fin del mundo", algo que ella cree inminente. (Laney y su esposo pertenecen a una iglesia protestante poco conocida, denominada Asamblea de Dios).

La acusación arguyó que el haberle salvado la vida al pequeño no encaja con la locura, porque en ese caso sí tuvo cordura para desobeceder las supuestas órdenes divinas, demostrando con ello que lo podía haber hecho con sus otros dos hijos. Pero la evaluación de cinco psiquiatras asegurando que padece total enajenación tuvo más peso ante el jurado.

Laney lloró al escuchar el veredicto en señal de alivio, pero durante el juicio no había soltado una lágrima. También lloraron los jurados. El marido permaneció en un banco de la primera fila absorto, como en otro mundo.

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