_
_
_
_
Reportaje:

Tras las huellas borradas

Aranzadi ha resuelto el 10% de las 350 demandas de familiares de desaparecidos de la Guerra Civil

José Moreno Torres tiene 85 años y la vitalidad de los acostumbrados a bregar en mil batallas. Su historia es una de las últimas que se ha incorporado a la investigación que la Sociedad de Ciencias Aranzadi desarrolla desde el año 2002 para localizar las fosas comunes donde unas 3.000 personas fueron enterradas de manera clandestina durante la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura franquista en el País Vasco.

Aranzadi ha resuelto ya el 10% de las 350 solicitudes que hasta la fecha han cursado familiares de desaparecidos al departamento de Derechos Humanos en busca de un dato, cuando es imposible el hallazgo de restos, que les ayude a cerrar una herida abierta hace 60 años. "A veces sólo hemos podido determinar que los restos acabaron en una fosa. En el transcurso de los años los pueblos han crecido mucho, se ha construido, por lo que no ha lugar a una exhumación", explica Francisco Etxeberria Gabilondo, profesor de Medicina Forense de la Universidad del País Vasco, y coordinador del equipo de expertos de Aranzadi, que trabaja en el programa de Recuperación de la memoria histórica.

Las expectativas son que ese 10% se incrementará pronto y la mayoría de los 350 casos puedan cerrarse. "Hemos entrado en algún archivo militar y, parece mentira, pero está todo allí. Desde la declaración que el preso hizo cuando le detuvieron hasta lo que dijeron otros sobre él. Cuando lo ves te preguntas cómo es posible que no se haya hecho nada en tantos años", resalta Etxeberria.

Saber qué ocurrió

Algo similar se pregunta Moreno Torres, que recorrió preso cárceles y campos de concentración; desde Santoña a Puerto de Santa María. Tantos años después, sin rencor, dice vislumbrar la posibilidad de saber qué ocurrió con su cuñado, Ángel López, teniente socialista, fallecido en la prisión gaditana. "No pudo conocer a su hija. Nunca comunicaron la muerte a su viuda ni dijeron dónde le enterraron. Ramón Rubial nos ayudó con algunos papeles. Él era socialista y yo gudari, pero eso no importó. Mi hermana está ya muy mayor pero tiene derecho a saber dónde está enterrado su marido", reclama Moreno Torres, que nació en el barrio bilbaíno de Deusto pero vive en Portugalete.

El equipo de la sociedad Aranzadi ha concluido un mapa en el que se marcan 21 emplazamientos con 26 fosas comunes y dos individuales.Una de las pruebas más interesantes que realizan es la grabación en vídeo de testimonios. Ya se han recogido más de 50 casos de entre las 350 solicitudes. "Unas son de familiares directos y compañeros que estuvieron en la misma celda en vísperas de ejecuciones. Y también hay nietos que explican que nunca se habló del asunto en casa pero que, sin embargo, desean que esta historia se aclare", señala Etxeberria.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

José Moreno Torres fue uno de los últimos que relató a la cámara su testimonio, el pasado 20 de marzo. Recuerda esa etapa de su vida, tan corta pero tan intensa. "Tenía 17 años y me gustaba ir a bailar a Erandio. Estalló la guerra. Yo pertenecía a Solidaridad de Trabajadores. Con otros amigos, me apunté al batallón San Andrés. Éramos fusileros. Cayó Bilbao y nos detuvieron los italianos". A partir de ahí, las cárceles; los campos de concentración; el miedo; la muerte a su alrededor. Y después de tres años, otra condena, el estigma de "ser un rojo". Ahora, sólo quiere saber qué hicieron con el cuerpo sin vida de su cuñado, el teniente socialista.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_