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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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Se va el caimán

En esta saludable época de cambios, se nos va otro caimán, en este caso Jack Valenti, el zar de Hollywood. Como presidente de la patronal del cine, lleva 38 años dedicado en cuerpo y alma a hundir las cinematografías autóctonas para imponer en el mundo la suya, siguiendo aquella vieja estrategia de sus predecesores: "Vendiendo películas americanas no sólo hacemos negocio, sino que colocamos en el mercado todos nuestros productos, desde cocacolas a hamburguesas. El cine es la mejor publicidad de nuestra forma de vida".

Valenti escribió en su día los discursos políticos del presidente Lyndon B. Johnson, aunque también ha tratado de defender a los grandes estudios de posibles intromisiones del Gobierno (Román Gubern ha desvelado ahora que, tras el 11-S, el responsable de las campañas electorales de Bush, Karl Rove, viajó a Hollywood para conseguir que el cine exaltara el mito de la seguridad nacional y que los árabes dejaran de ser los malos de las películas). Valenti también se preocupó de la censura, especialmente para combatir las escenas de sexo (ha sido uno de los que más han protestado por el impertinente seno de la Jackson, y ahora dicen que está comprometido en esa sorprendente campaña de moda contra el uso de la palabra fuck).

Valenti fue uno de los que más protestó por el impertinente seno de Janet Jackson
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De Valenti se cuentan decenas de anécdotas, una de ellas, apócrifa, dice que Pilar Miró le habría expulsado de su despacho de directora general de Cine cuando él quiso protestar por las ayudas que se prestaban al cine español. No tuvo ocasión la Miró de echar a Valenti, que nunca vino a verla, pero sí a uno de sus emisarios. Hubiera expulsado a uno u otro, el incidente refleja la forma en que Hollywood ha metido su hocico en cocinas ajenas sosteniendo la mentira de que las películas de Hollywood no están protegidas en Estados Unidos y que, por tanto, en ningún otro lugar del mundo deben existir tales ayudas. ¡Y vaya si están protegidas! Hasta tienen prohibido el doblaje. ¿Cómo van a ver y leer películas subtituladas esos imberbes que se desternillan con bobadas del tipo Club desmadre, que la política de Jack Valenti ha impuesto por cojones en nuestras pantallas? ¿La cambiarían esos adolescentes por la interesante Astronautas, que incluso en España está pasando desapercibida?

A Valenti le han ido creciendo los enanos. Luchó contra la piratería de forma tonta, tratando, por ejemplo, de que no se enviaran vídeos caseros a los votantes de los Globos de Oro, o cargando con un canon las cintas de vídeo vírgenes, por lo que la gente pudiera grabar en ellas. Mientras tanto, la realidad se le ha impuesto: por Internet se descargan ilegalmente cada día unas 500.000 películas, y contra eso no ha podido hacer nada... Ni posiblemente nadie pueda.

Ya vendrá quien continúe su patriótica hazaña. Que nadie se inquiete. Se está hablando hasta del mismísimo Bill Clinton, que quizás sea menos pusilánime con las secuencias sexuales, aunque no más débil en el ordeno y mando. Se rumorea igualmente el nombre de Condoleezza Rice, experta en guerras invasoras. Seguramente no serán ellos, sino alguien diferente, quien acabe regentando el dominio de Hollywood. En cualquier caso parece claro que están dispuestos a desplegar todo su arsenal para que ninguna otra película del mundo les plante cara. Son los putos amos del planeta.

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