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Defensa y Canarias crearán una zona libre de sónar para evitar la muerte de cetáceos

Un convenio suscrito entre responsables del Ministerio de Defensa y del Gobierno de Canarias compromete a ambos a delimitar una zona en la que esté prohibida la utilización de sónares antisubmarinos activos, como los utilizados por la Armada Española en una maniobras a las que se invitó a la OTAN, que provocaron la muerte de más de una decena de zifios el 24 de septiembre de 2002 en las islas de Lanzarote y Fuerteventura.

Defensa y Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial de Canarias también acordaron crear un comité permanente de investigación para determinar exactamente el grado de protección especial de algunas zonas, además de los márgenes de frecuencia e intensidades de los sonidos que podrían afectar a los zifios. Entretanto no finalicen estos estudios, ambas partes se comprometen a "aplicar la máxima del principio de precaución para que no se produzcan daños a la biodiversidad", lo que se traducirá en la práctica en la no utilización de esta tecnología en ningún tipo de maniobras sin análisis previo del comité científico, aclaró un portavoz oficial.

Apoyo económico

El convenio suscrito ratifica, con una inyección económica de 360.000 euros, las investigaciones de más de una veintena de científicos sobre el uso y distribución por zonas e ingeniería de sonidos, que el propio Gobierno de Canarias ya había iniciado desde que sucedió el varamiento masivo de 2002. Los expertos estudian si las medidas que se adopten deberían también proteger a cachalotes, cachalotes pigmeos y ballenas calderón.

El pasado septiembre aparecieron muertos o moribundos 11 zifios en el mismo momento en que la Armada Española desplegaba en Fuerteventura las maniobras conocidas como Neotapon. La familia ziphiidae está integrada por cinco géneros y 22 especies, la mayoría poco conocidas, dice el naturalista experto en cetáceos Vidal Martín. Estos ejemplares realizan inmersiones de más de 70 minutos entre 800 y 1.420 metros de profundidad, soportando presiones equivalentes a 150 kilos por centímetro cuadrado.

"Dado que el sonido es presión acústica, unos segundos de actividad de estos sónares, aunque fueran de media y alta frecuencia pero a gran intensidad, pudieron haber sobrepasado sus umbrales de aguante", explicó Erika Urquiola, bióloga marina adscrita a los proyectos de cetáceos de la Consejería canaria de Medio Ambiente. "Los zifios sufrieron un síndrome de embolismo graso, con síntomas y lesiones similares a las que pueden padecer los buceadores que sufren el síndrome de descompresión", concluyeron los expertos de anatomía patológica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en un estudio publicado por la revista científica Nature.

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