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El peligro de las operaciones contra la obesidad

Los expertos advierten de que la cirugía para perder peso no esn estética y que tiene sus riesgos

El lunes 1 de marzo falleció en Vitoria I.O.L., una mujer de 50 años, después de haberse sometido a una reducción de estómago, en el Hospital de Txagorritxu. El fallecimiento se produjo seis días después de la operación. La mujer, que pesaba más de 105 kilos, sufría problemas de salud a consecuencia del sobrepeso, y estaba pendiente de dos intervenciones más, una de hernia y otra de tiroides. Es la octava muerte en 2004 por este tipo de operación.

Alrededor del 1,5% de los españoles padecen obesidad mórbida, según cálculos del presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, Basilio Moreno. Esta enfermedad se diagnostica cuando el índice de masa corporal (el peso entre la altura al cuadrado) es mayor que 40 (lo normal es que sea menos de 25). Por ejemplo, una persona de 1,65 metros la padece si pesa más de 109 kilogramos. Las sociedades occidentales están registrando en las últimas décadas un aumento del sobrepeso y la obesidad, un fenómeno relacionado con los estilos de vida. Las causas de la obesidad mórbida, sin embargo, son genéticas y endocrinológicas, explica Moreno, y en muy pocos casos está ligado a los hábitos de los pacientes.

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La obesidad mórbida representa un serio riesgo para la salud, por eso también se han multiplicado las intervenciones quirúrgicas para tratarla. Según el Ministerio de Sanidad, en 2002 se diagnosticaron 2.969 casos y se operaron 1.502. El presidente de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad, Cándido Martínez, calcula que cada año aumenta el 50% el número de casos diagnosticados. "La mayoría de los casos tiene pocas soluciones aparte de la cirugía. Un obeso puede perder 40 kilos con una dieta muy estricta, pero los volverá a recuperar", declara Xavier Formiguera, cirujano del hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona (Barcelona).

El objetivo de la cirugía es limitar la capacidad del estómago para que el paciente tenga una mayor sensación de saciedad. Para ello existen varias técnicas, pero todas tienen sus riesgos, advierten los expertos. Las más sencillas y antiguas son las llamadas restrictivas. Consisten en reducir la capacidad del estómago colocando una banda elástica (de silicona o un material similar) a su alrededor, explica Formiguera.

Esta técnica tiene la ventaja de que se puede aplicar mediante laparoscopia (pequeñas incisiones en el vientre que cicatrizan fácilmente y que evitan periodos largos de hospitalización), pero tienen la desventaja de que la anilla se deteriora, hay que cambiarla y, sobre todo, que el paciente puede "sabotear" la técnica si aumenta el consumo de grasas o azúcares, indica Formiguera.

El segundo tipo de técnicas son las "derivativas". En ellas la operación consiste en hacer un cortocircuito entre el esófago y el intestino delgado, de manera que se reduce el recorrido del alimento por el aparato digestivo. Mientras más corto sea éste, menor será la absorción de nutrientes. Pero esta técnica también tiene inconvenientes, como la carencia de vitaminas A, K, D, B12, hierro y calcio, entre otros nutrientes, matiza el especialista.

El más utilizado es un sistema mixto. Se trata del llamado bypass gástrico. Para ello se reduce el tamaño del estómago y se conecta su salida al final del intestino delgado. Es la técnica que mejor resultado da a largo plazo, no implica restricciones en la ingesta de alimentos y es muy buena para superobesos, indica Martínez. Al mantener una conexión con el estómago y el duodeno llegan los ácidos y jugos biliares necesarios para hacer la digestión a la vez que se llega antes a la sensación de saciedad y se reduce la absorción.

Pero todas las intervenciones tienen sus riesgos. Según Sanidad, en 2002 fallecieron 15 de los operados (un 1% del total). Los expertos calculan que la tasa de mortalidad está entre el 1% y el 2%. A esto hay que añadir que "un 10% tiene complicaciones posoperatorias que pueden ser graves", dice Martínez. "Pero no hay que confundir las complicaciones con negligencias", matiza en alusión a la noticia de que en lo que va de año han fallecido al menos siete personas (la última, el día 1 en Vitoria) después de someterse a una operación para combatir su obesidad.

"Hay que tener en cuenta que las personas que se someten a estas operaciones tienen una situación clínica muy precaria", afirma Formiguera. Los expertos coinciden en que se trata de una cirugía grave y funcional. "No se puede confundir con una operación de estética", dice tajante el representante de la Sociedad Española de Cirugía contra la Obesidad. "Operamos a alguien muy gordo para que luego se quede en un gordo a secas", confirma Moreno.

En estos casos, la cirugía sirve para mejorar su calidad de vida, les da movilidad y evita algunas complicaciones que van asociadas al sobrepeso, entre ellas una muy importante: el rechazo social. Pero ello no impide que los pacientes tengan que seguir controles, que aparezcan efectos secundarios, que deban seguir una dieta y, en algunos casos, que requieran de apoyo psicológico, advierten los especialistas.

Entre las enfermedades asociadas a la obesidad mórbida más frecuentes están "la diabetes, hipertensión, hiperlipemia o la apnea del sueño", explica Moreno. Estas mismas dolencias son las que suponen un peligro durante la intervención o en el posoperatorio. Además, tras la cirugía hay que vigilar la infecciones y tromboflebitis. A estas complicaciones se unen otras meramente físicas, debidas al tamaño y la poca movilidad de los enfermos. "Algunos no caben en las camillas ni en los aparatos diagnósticos como los escáneres", comenta el presidente de la Sociedad de Cirugía Bariátrica. Además, "la visibilidad y el acceso a los órganos internos es muchas veces complicada", añade el cirujano.

Todos estos riesgos se multiplican si el cirujano no es un experto o la clínica no es la adecuada. "Los pacientes deben saber que no pueden operarse en un quirófano que no tenga una UVI al lado. Es imprescindible hacerlo en grandes hospitales, con todas las condiciones de atención", incide Moreno. "Incluso en las técnicas más sencillas, como la laparoscopia, estas precauciones son necesarias, porque el peligro no está tanto en la intervención en sí como en el estado de los pacientes", insiste.

Moreno añade otros factores a tener en cuenta: "Es muy importante que el médico tenga experiencia, y que se haya hecho un estudio previo y riguroso por un endocrino". En cualquier caso, el uso de estas técnicas sólo está indicado en determinados pacientes: "Deben tener un índice de masa corporal de más de 50 y entre 18 y 50 años. Por encima de esa edad los riesgos son muy elevados", concluye.

Información frente a desesperación

Harta de humillaciones, desprecios y dietas inservibles, Isabel Castelnou creó en 2001 www.obesos.org. Esta página se convirtió en julio de 2002 en la Asociación Global de Obesos. Ahora asiste "con mucha tristeza" a las noticias sobre fallecimientos en pacientes sometidos a cirugía para tratar la obesidad.

Castelnou quiere trabajar "con rigor". Por eso no entra en la guerra de cifras sobre el número de fallecimientos. "Lo daremos cuando hayamos estudiado cada caso", afirma.

Lo que tiene claro es que la cifra de mortalidad del 1% que da el Ministerio de Sanidad "se queda muy corta". "¿Engloba a los que, después de estar tres meses en coma, mueren en un hospital diferente al que les operó? ¿Y a los fallecimientos súbitos tras un año de aparente normalidad?", pregunta.

La presidenta de la asociación es candidata, según todos los baremos, a una operación de cirugía bariátrica: tiene 38 años, un índice de masa corporal de 57 y no padece ninguna otra enfermedad. Pero no va a operarse.

"Una cirugía bariátrica no es como ir a sacar al perro. Tiene riesgos y consecuencias, incluso aunque salga bien", explica. Entre los efectos adversos están los vómitos, la intolerancia a ciertos alimentos o los problemas de absorción de algunos nutrientes.

Por eso recomienda a los pacientes -y exige a los profesionales- que se informen bien. "En algunas clínicas se les vende que en 48 horas estarán en casa, sin cicatrices y sin recaídas. Como en algunos lugares la lista de espera es de hasta nueve años, la gente se desespera y se va a cualquier sitio a operarse", indica.

Esto no quiere decir que Castelnou esté en contra de la cirugía bariátrica. Reconoce que en algunos casos es la única solución. "Pero antes hay que informarse, estudiar otras alternativas y asegurarse de que se ha recibido atención por un equipo multidisciplinar formado por endocrinos, dietistas y psicólogos", aconseja. "Y esta atención en muchos sitios no se da", denuncia.

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