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Reportaje:

Veneno en el zoo

61 animales han muerto desde enero intoxicados en el zoológico de São Paulo

Juan Arias

El misterio comenzó el día 24 del pasado enero, cuando en el jardín Zoológico de São Paulo, la capital económica de Brasil, comenzaron una serie de muertes misteriosas de animales, de elefantes a puercoespines. Desde entonces son ya 61 los animales muertos, según datos oficiales, aunque se sospecha que el número supera el centenar. De hecho, ayer mismo, tras conocerse esos datos, fallecieron otros dos.

La opinión pública está alarmada e incrédula y las visitas de las familias con los niños al zoológico han disminuido drásticamente. Hay un pánico generalizado ante las muertes misteriosas, todas por envenenamiento. En un primer momento, las autoridades del zoo pensaron que el responsable sería algún psicópata, pero no fue posible identificar a nadie. En buena parte de los animales fallecidos, los análisis químicos de las vísceras detectaron una sustancia prohibida en Brasil, el fluoracetato de sodio, que suele usarse en la fabricación de raticidas. Dicho veneno actúa dentro de las células y causa un desastre en todos los órganos, produciendo la muerte.

Cuando comenzaron las primeras muertes se pensó en un envenemamiento casual. Pero al multiplicarse su número y producirse en animales muy diferentes se empezó a manejar la hipótesis del envenenamiento doloso, sobre todo porque, según los expertos, quien sea el responsable de dichos envenenamientos tiene que poseer conocimientos de biología y toxicología ya que la cantidad de veneno dado a los animales ha sido calibrada para cada especie.

Lo que no se explica es que, a pesar de todas las medidas tomadas -como la colocación de cámaras de vídeo, el refuerzo de la vigilancia y la distribución de comida a los animales por equipos de dos personas-, nada se ha podido aún descubrir. Las sospechas cayeron en un primer momento sobre las personas que trabajan en el zoo y que podían tener acceso directo a los animales. Pero dichos trabajadores han sido retirados de su trabajo y las muertes han continuado.

El director general de este zoológico, Paulo Bresan, manifestó ayer que no es posible poner más vigilancia, ya que día y noche está todo bajo el control de las cámaras y "unos trabajadores vigilan a otros". El biólogo Mario Borges, jefe de la División de Divulgación de este zoo, ha llegado a pedir a la población que visite el recinto que denuncien cualquier tipo de movimiento sospechoso en torno a los animales. Pero el misterio continúa.

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