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José María Merino reflexiona sobre la invención literaria en 'Ficción continua'

Conferencias, ensayos y artículos periodísticos integran el nuevo libro del escritor gallego

Casi con coquetería los llama "bolos de escritor". José María Merino (A Coruña, 1941) ha reunido en Ficción continua (Seix Barral) 11 años de reflexiones sobre la creación, desde su doble experiencia de autor y lector. Una colección apasionada de charlas, artículos y ensayos en la que desfilan temas diversos: la obsesión como raíz de la ficción, la mala suerte del cuento a la hora de seducir lectores, lo fantástico como puerta a lo inquietante e, incluso, una defensa de Harry Potter. "Es un libro de madurez", dice Merino, "a determinada edad el escritor debe tener una teoría del oficio".

En el comienzo de todo fue la fantasía, contaba ayer, José María Merino. "Recuerdo que en el colegio nos mandaban hacer redacciones sobre algo real, una fábrica por ejemplo. Yo no iba pero me la inventaba con lujo de detalles. Después, la maestra ponderaba 'la gran capacidad de observación de Merino". Así, confiesa el autor de Novela de Andrés

Choz, aprendió que la literatura no consiste en contar las cosas como son "sino en recrearlas como deberían ser". Una convicción que ha trabajado en sus cuentos y novelas, varias veces premiados, y que reitera ahora en los textos de Ficción continua.

Merino (premio Miguel Delibes de Narrativa, 1996) es amigo de lo inquietante. Reivindica una "mirada perpleja" sobre las cosas. Agradece el azar, los sueños, la memoria tramposa y los incorpora a sus historias con naturalidad. "La ficción nos pertenece de una manera íntima y desde tiempo inmemorial", dice. "Es una forma de aproximarnos a la realidad, la primera de todas. Antes de la filosofía y de la ciencia, ya estaba la ficción contándonos el mundo".

Ficción continua se divide en dos partes. La primera, Los círculos de la

ficción, ofrece una visión general del oficio de escritor. En ella, Merino medita, entre otras cosas, sobre el género fantástico y su poca aceptación en España. "Estoy convencido de que el prejuicio que hay aquí contra lo fantástico nos viene de la Inquisición. Quizá porque lo fantástico podía competir con lo sobrenatural. El gran espectáculo de la literatura española es el realismo y con ello negamos una modesta pero rica tradición. En eso, para quienes como yo gustamos del género, los escritores latinoamericanos, Borges y Cortázar, entre otros, han sido un saludable injerto", afirma.

El escritor, afirma Merino, encuentra sus historias en cualquier esquina. Canibaliza la realidad para convertirla en literatura. "Es como un cazador que va por el campo siempre con la escopeta preparada esperando que salte la liebre. Hace acopio de significados, de rostros, de miradas que luego reconvierte en ficción. En ese sentido, la literatura nace siempre de la obsesión. Es como un enamoramiento. Uno está en una relación misteriosa con las palabras, con las cosas, con los sucesos y hasta que no los escribe no se libra de ese cuerpo extraño", afirma.

La necesidad de que el narrador defienda su mirada es otra de las preocupaciones del autor de Días imaginarios. "Es difícil en un tiempo en el que más que mirada, hay sólo vistazos. Pero sólo así sobrevive la literatura, gracias a la perspectiva personal que hace que una historia contada mil veces suene diferente". La mirada de Merino se distingue, entre otras cosas, por su opción por la metaliteratura como inagotable juego de espejos. "Lo que llamamos metaliteratura", explica, "no es otra cosa que ficción dentro de la ficción. Es algo antiquísimo. La historia de Chuan Tzú y su sueño de la mariposa, por ejemplo: un hombre que al despertar no sabe si es una mariposa que ha soñado con ser un hombre o un hombre que sueña con ser una mariposa. Es una apuesta infinita".

Opiniones de lector

En la segunda parte del libro, De cuentos y

novelas, Merino reúne sus opiniones de lector y defiende a J. K. Rowling y su saga de Harry Potter. "Muchos no la perdonan que tenga tanto éxito. Leí sólo uno, pero me encontré con un libro de los que me hubiera gustado leer de niño, con un universo de fantasía que hereda una tradición que incluye a Dickens y a Tolkien, entre otros. Los niños no saben por qué les gusta. Es por la magia, dicen. Mentira: es por la novela".

Sobre la estirpe del cuento, es categórico: "El cuento es un género más refinado que la novela. Para ser bueno, un cuento deber acabar en lo más interesante. El lector no lleva bien la muerte súbita del cuento que lo obliga al esfuerzo de entrar en un nuevo juego de ficción. Eso atenta contra su masividad". Y Merino concluye: "La literatura tiene mucho de intuición. Podemos enseñar todos los trucos, pero el buen mago logra que el conejo salga de la chistera y el malo sólo gana un sombrero".

José María Merino.
José María Merino.RICARDO GUTIÉRREZ

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